Pero fue mucho más que eso. Fue una carrera divertida y exigente, una auténtica rompepiernas, con constantes subidas y bajadas, bastante técnicas, y el descubrimiento de nuevos y sorprendentes senderos y rincones del bosque como había asegurado la organización.
Disfruté de lo mejor del entorno de Burriac: la bajada al Torrent de la Font Picant, la subida a Burriac por Marques Blanques, y del paso por una desconocida y exhuberante vaguada llamada Brolla de l'Abril, y del sector final por la pista carenera de la Serra de Marina, al trote, sintiéndome fuerte y seguro, llegando a meta tras 2 horas y 34 minutos, cogiendo confianza para la Marató del Congost.
También ví a muchos amigos y conocidos a los que pude saludar y con los que pude compartir instantes de esta bonita carrera.
Con Bruno, Paco y Loli, poco antes de comenzar la carrera.
Al llegar a Les Planes de Cabrils aparecía un clásico en las carreras de montaña en la Serra de Marina: el Castell de Burriac.
La subida a Burriac por Marques Blanques hacía pupa, incluso había una pequeña trepada en nuestro afán por llegar a la cima.
Desde el Pujolar se veía Argentona y Mataró, y los brillos del sol en las tranquilas aguas del Mediterráneo.
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