19 de octubre de 2010

Ultra Trail Serra de Montsant: sensacionales 97 kms de sensaciones.

Tendré que esperar, otra vez, a encontrar una carrera de 100 ó más kilómetros, alguna que me lleve a alcanzar las 3 cifras tras los recortes en la revisión del recorrido que sufrieron la Núria-Queralt-Berga (se quedó en 96 kms) y el Ultra Trail Serra de Montsant (se quedó en 97).
Pero aún así estos 97 kms han sido la mayor distancia oficial que haya corrido nunca, hecho que me llena de gran satisfacción, sin duda.
Se trataba, además, del 6º ultra de esta temporada tras Montseny, Cap de Rec, Núria-Queralt-Berga, Cavalls del Vent y Matagalls-Montserrat, y con esos 97 kms llego también a los 645 kms en competición oficial, de un total de 16 carreras, en lo que va de año... si la salud me lo permite espero que no se quede ahí...
El amigo Xavi Moll me comentó hace meses que en la Serra del Montsant (Tarragona) se disputaba un ultra de 100 kms... algo muy apetecible que no podía dejar pasar... y allí nos vimos... en la salida de Cornudella de Montsant.
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Con Xavi Moll en la salida de Cornudella de Montsant.

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Aunque de reciente creación, era la 2ª edición, la carrera respiraba alto nivel por todas partes, por la organización, por los participantes (se tenía la última oportunidad de recaptar 3 puntos para poder participar en el Ultra Trail del Mont-Blanc 2.011), por los patrocinadores, por los paisajes... y por las características técnicas del recorrido, con un perfil de 97 kms, 7.000 m de desnivel total acumulado, y tramos de gran dificultad técnica, como las bajadas de 400 m de desnivel a Ulldemolins, La Vilella Baixa y La Morera, ó la tremenda subida de 500 m de desnivel de Escaladei a la Serra Major a través del Grau de l'Escletxa, paso estrecho y completamente vertical que con la ayuda de cuerdas llegaba cuando ni la mente ni el cuerpo estaban en absoluto para esas fiestas allá por el km 82...

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Perfil longitudinal del UTSM.
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La temperatura ambiente a primera hora de la mañana era de 3ºC y ello hacía presagiar frío en las umbrías y sobre todo por la noche. Pero no fue obstáculo alguno para que se diera la salida a los 185 participantes que acabábamos de pasar el control de material en la salida.
Me daba la sensación de que había gente muy bien preparada, y tras despedirme de Xavi Moll al darse la salida me dí cuenta que todos se lo tomaban muy en serio imprimiéndose un ritmo alto ya en las calles de Cornudella, nada más comenzar la carrera.
La subida al control 1, ubicado en el Camí dels Cartoixans, se hizo muy rápida, a través de un estrecho camino que conducía hasta los mismos pies de la montaña.
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Camino del control 1, entre almendros y viñas, con el Montsant delante mismo.
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El tramo de Albarca era sinuoso, con ligeras subidas que iban dándole altitud a la carrera, y con participantes que me iban adelantando poco a poco, pero comprobando que el grupo se iba estirando sin remedio. Por los pocos participantes y por lo largo de la competición preveía una carrera en completa soledad...
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Albarca esperaba en lo alto de una colina poblada de robles. Era el control 2.
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Tras dejar atrás Albarca había que continuar por una pista de subida a la Mare de Déu de Montsant, 200 m de desnivel por una pista forestal... y primeros posicionamientos fijos, con atletas con los que poco a poco iría coincidiendo en diferentes puntos de la carrera.


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Salida de Albarca, con la pista que conducía arriba del todo de la montaña.
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Con la altitud el aire se volvía más frío, el viento iba apareciendo y los árboles se tornaban amarillos. Ulldemolins, km 19, aparecía allá abajo, en la lejanía, esperando...
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Casi llegando a la cima, poco antes de llegar al control 3, cerca de la Mare de Déu de Montsant, con la Roca Corbatera al fondo.
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Pasando delante de la ermita de la Mare de Déu de Montsant, fotografía propiedad de Gorka Martínez.
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El siguiente tramo iba cresteando por todo lo alto de la vertiente nordeste de la Serra Major, buscando pasos increíbles a lo largo del Cingle de Fontalba hasta llegar al control 4 en la Punta dels Pins Carrassers, para comenzar una alocada bajada a Ulldemolins.
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Pasos imposibles entre los huecos de las rocas del Cingle de Fontalba.
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Grau del Llop, tremendo precipicio con Ulldemolins cada vez más cerca...
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En la bajada de 400 m a Ulldemolins tuve malas sensaciones. Me dolía el tobillo izquierdo y se trataba de una bajada muy empinada y técnica. Muchos corredores me adelantaron y ello creó en mí una sensación de lentitud, de pesadez, de agotamiento... y sólo llevaba unos 15 kms ¡y me faltaban 82!
El avituallamiento de Ulldemolins me sentó muy bien, recuperé el aliento y la moral y comencé la pequeña subida a la ermita de Sant Antoni sin darme más tregua, vendría un tramo larguísimo de 17 kms sin ningún tipo de ayuda, ni controles, ni avituallamientos, ni núcleos poblados, a través del Congost de Fraguerau y del cauce del Riu de Montsant.
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Bajando al Congost de Fraguerau.
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Dentro del Congost de Fraguerau.
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Este tramo de trail puro a través del sinuoso cauce del Riu de Montsant, con contínuos toboganes por terrenos pedregosos, otros húmedos, bordeando el río, con corredores que poco a poco comenzaban a resultar familiares, duró más de 2 horas y en él la carrera se asentó en cuanto a posiciones para todos los participantes.
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Penya Roja y el Pantano de Margalef.
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Puente colgante sobre el Barranc de la Taverna.
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Antes de llegar a Margalef había que transitar por la carretera que baja desde el pantano, buena prueba para comprobar el estado de las plantas de los pies, mientras decenas de escaladores disfrutaban colgándose sin más de las rocas a nuestro paso.
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Margalef, km 40 de carrera... eran las 4 de la tarde y llevaba ya 6 horas de competición.
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A fuerza de coincidir en el recorrido hice una sociedad con otro corredor, Artur Balfegó, a quien acompañaría hasta el final de la carrera, apoyándonos cuando más falta nos hizo a cada uno en cada momento. Tras pasar por La Bisbal de Falset, precioso pueblo de interior anclado en los estratos de la montaña, tomamos una pista forestal que nos condujo a través de un paisaje de cuento, con infinidad de precipicios y cuevas, a través de la Serra dels Solans para ir a parar al control 9 en la ermita de la Mare de Déu de la Foia. Los cuádriceps se sumaban a los problemas que llegaban desde los pies. Estábamos ya en el km 52 y habíamos pasado el ecuador de carrera. A partir de ahora había que ir descontando...
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Entrando en La Bisbal de Falset.
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Calle recortada en la roca en La Bisbal de Falset.
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Ermita de la Mare de Déu de la Foia.
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La bajada a Cabacès, donde nos esperaba una grandísima merienda, la hicimos en un suspiro. La tarde de octubre caía a marchas forzadas y había que ganar horas de luz al máximo.
En el avituallamiento, en el que disfruté de un estupendo bol de ensalada de pasta, se encontraban muchos participantes buscando un respiro y un descanso, y entre ellos se encontraban otros 2 corredores con los que íbamos coincidiendo cada vez más a menudo desde hacía unos kilómetros, Pere Masó y Jordi Pons, con quienes pudimos seguir la carrera hasta el final, sirviéndonos de enorme ayuda por el buen ritmo que llevaban y por la seguridad que mostraban siguiendo las marcas de orientación durante la noche.
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Cabacès con los últimos rayos de sol.
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La carrera seguía, ya con buena compañía, y comenzaba un tramo duro con grandes subidas y bajadas, el sol se ponía y en plena oscuridad y con los frontales encendidos comenzamos a subir a La Figuera, para bajar después a La Vilella Baixa, subir de nuevo a La Vilella Alta y volver a bajar a Escaladei. Un no parar de subir y bajar, a través de todo tipo de terrenos, desde el más técnico de la bajada a la Vilella Baixa a las suaves y cómodas pistas que llegaban a Escaladei, lugar donde habría que replantearse la carrera para afrontar la tremenda subida al Montsant por el Grau de l'Escletxa y los últimos 20 kms de competición.
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El sol se puso a mitad de camino de Cabacès a La Figuera, detrás de la Serra de Gorraptes.
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Control 11, en La Figuera: fichar, beber agua y comer chuches de glucosa. Y a seguir...
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Tras una bajada por una tartera criminal llegamos al Pont de la Vilella Baixa.
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En la noche, corriendo por los caminos y senderos del Priorat.
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La Vilella Alta, con ganas de llegar a Escaladei.
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Tras pasar por el control y avituallamiento de Escaladei comenzamos la subida de 500 m de desnivel a lo alto de la Serra Major, a través de los senderos que utilizaban los monges cartujos, para afrontar los últimos 20 kms de carrera.
Pero había un enorme escollo que pasar, el Grau de l'Escletxa. Ayudados por cuerdas, en medio de la noche y con el vacío a nuestras espaldas, fuimos subiendo con toda la concentración del mundo por esta roca, en un momento en el que articulaciones, músculos y mente no daban demasiado rendimiento. Pero lo superamos... y empezamos a trotar por todo lo alto del Montsant, con una sensación de libertad enorme, un viento frío y cortante, por senderos pedregosos, con las luces del Camp de Tarragona hacia el Este y las de la Plana de Lleida al Oeste. Era espectacular. Más de una hora trotando allá arriba, con millones de estrellas lacrimógenas contemplando nuestro paso por la Cogulla y Senyalets, a más de 1.100 m de altitud, hasta el control 16, en donde comenzamos a bajar de manera fulminante hacia La Morera a través del Grau de la Grallera y sus murallas de piedra.
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Pasando bajo los arcos de Escaladei.
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Llegando a La Morera. Quedaba muy poco...
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Y es que el último tramo era una sucesión de toboganes con tendencia a subir en el que me tuve que esforzar mucho para poder seguir el ritmo de mis compañeros. En las subidas me dejaban atrás, pero en las bajadas, al trote, les alcanzaba. Así fueron sucediéndose uno tras otro cada tobogán, hasta que llegamos al control 18, faltaba sólo 1 km y se veían las luces de Cornudella de Montsant allí mismo...
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Pasando por las calles en la madrugada desierta de Cornudella de Montsant. Eran más de las 4 de la mañana y llevábamos más de 18 horas de competición.
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Al fichar en la llegada me sentía volar, por todo, por los sensacionales 97 kms recorridos cargados de sensaciones, sensaciones de todo tipo, corte y color, por superar otro desafío personal, por la carga de endorfinas que había generado. Es el ultrafondo. Eso es lo que tiene. Reventado por completo y pensando en cual será el siguiente...
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En la llegada de Cornudella, con Pere Masó a mi derecha y Artur Balfegó y Jordi Pons a mi izquierda, todos enormemente satisfechos con nuestro esfuerzo y entrega para acabar con éxito este ultra-trail tan exigente... y largo.
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Fueron 97 kms vividos intensamente para acabar haciendo un registro de 18 horas y 11 minutos, acabando en la posición 91 de un total de 185 corredores que tomaron la salida.
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Le quiero dedicar esta carrera, la más larga que realizado, a Claudia. Ella sabe lo mucho que he entrenado y lo que hay que sacrificarse y luchar para conseguir llegar a la meta. Y no debe olvidar nunca que ese es el camino, la hoja de ruta que todos tenemos delante para afrontar las diferentes pruebas que van surgiendo a lo largo de la vida. TQM.
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