15 de agosto de 2010

Cavalls del Vent: Volar en el Cadí.

Volar... con la imaginación, ó a bordo del vector espacio-tiempo, ó corriendo, ó todo junto...
Una reflexión de Xavi Moll, uno de los amigos con los que hice esta Cavalls del Vent formato sub 24 horas, mientras trotábamos por la pista que serpentea por la ladera norte del Pedraforca que hace sentir, percibir, disfrutar de lo que es correr en libertad por las montañas, lo más parecido a volar sin elevarse del suelo.
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Volé, por las impresionantes vistas que desde allí arriba se pueden disfrutar, por la cantidad de pasajes, imágenes, sonidos, olores... y sabores..., voces, sensaciones... todo durante más de 18 horas, a lo largo de más de 80 kms, formando un cóctel de emociones... y el ritmo que llevé para conseguir el objetivo, inicial de sub 24 horas y final de 18, apoyado por la presencia de todos y cada uno de los amigos que participaron en esta travesía: Karli, Josep, Dani, Xavi, Moisses, y Paco.
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Cena la noche anterior en el refugio del Rebost, punto elegido para comenzar, y acabar, la travesía circular.
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El sol se oculta en el Cadí, sobre la cima del Comabona.
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Salimos del refugio a las 5:00 y en la subida hacia la Tossa d'Alp nos teníamos que encontrar con el "dj" residente de Cavalls del Vent, Xavi Moll, quien ya hizo a primeros de Julio esta travesía en 13 horas y quien nos haría de anfitrión por estos senderos del Parc Natural del Cadí-Moixeró.
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La subida hacia el control del Niu de l'Àliga la hicimos muy rápida, a un ritmo constante, sin detenciones. Desde lo alto de Comafloriu podía distinguir Coll de Pal, y las primeras luces del alba, y la silueta del Puigllançada, mientras el viento iba en aumento y daba una gran sensación de frío. Los ojos brillantes de una bestia en la oscuridad nos dio un subidón, era un corzo que también se fue trotando.
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Una luna minúscula daba paso a las primeras luces del alba al llegar a Comafloriu, a 2.184 m de altitud.
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Desde la cima de Comabella (2.436m) se veían abajo las luces de la estación de esquí de la Molina, y detrás, el Puigmal, que había sido mi último escenario montañero.
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Junto a Paco y Karli, delante del refugio del Niu de l'Àliga, a 2.502 m de altitud y en medio de una gran sensación de frío. Se hacía de día...
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Durante el siguiente sector había que ir cresteando por las agrestes cimas del Moixeró, contemplando unas vistas maravillosas y ya con el sol calentando el ambiente.
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Karli y un caballo bajan al trote por la ladera, con las Penyes Altes, Comabona y Pedraforca al fondo.
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Desde Penyes Altes se podían contemplar paisajes espectaculares en todas direcciones, como éste de los prados de Moixeró, Pedraforca, Comabona y el Grau del Doll.
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Tomando aire en la cima de Penyes Altes (2.278 m).
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Espectacular Canal Freda.
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Prados de Moixeró, a 2.091 m de altitud, el lugar ideal para vivir si me reencarnase en vaca.
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Al trote por los senderos de Moixeró.
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Camino del refugio del Serrat de les Esposes, control 2, trotando a ritmo alegre, el que marcaban los demás.
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El planteamiento para intentar acabar en menos de 24 horas era trotar en llanos y bajadas, imprimir buen ritmo en las subidas y no detenernos demasiado en los refugios, osea, para mi nivel tenía que llevar un ritmo trepidante, con el temor de quedarme sin energías a medida que transcurriesen los kilómetros.
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Pasando al trote antes de llegar al Serrat de les Esposes.
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El siguiente sector comprendía una buena sucesión de llanos y subidas, pasando por Cortals de l'Ingla hasta Prats d'Aguiló, con más de 4 horas ya de marcha y la aparición de los primeros síntomas de dolor y cansancio. Nada mejor que aprovechar los refugios para comer y repostar de líquidos. Desgraciadamente Karli hubo de abandonar, no se encontraba nada bien y prefirió dejarlo antes que seguir padeciendo en aquellas condiciones
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Descansando y comiendo en Cortals de l'Ingla.
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Subida al Coll de Vimboca: el sol comenzaba a calentar más de la cuenta.
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Momento estelar, paradita en el Coll de la Moixa, a 2.026 m de altitud, las vistas enchufaban y daban energía para seguir volando...
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En Prat d'Aguiló terminaba este sector que daba paso a una de las subidas más duras de la prueba, la del Pas dels Gosolans.
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Casi en el ecuador de la prueba había que volver a subir a gran altitud, al Pas dels Gosolans (2.430 m), por un sendero muy vertical y exigente en el que poco a poco fui perdiendo aire y en el que comencé a tener muy malas sensaciones, con dificultad para respirar y vista nublada, intentando seguir el ritmo atrevido de mis compañeros.
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Cansadísimo, sin aliento, en el Pas dels Gosolans.
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Coma dels Cortils, falso llano que nos había de llevar hasta divisar el Pedraforca.
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Desde lo alto tuve de nuevo esa sensación de ir volando, con el Pedraforca enfrente mismo, pero antes había una bajada muy vertical que me haría daño en los cuádriceps.
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Serra Cabirolera, imagen genuínamente del Cadí. El sendero conducía a los mismos pies del Pedraforca, pero me iba quedando poco a poco atrás.
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Trotando por Prat Toixonès, puro placer del trail. La imagen refleja por completo lo que es correr por un lugar así.
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Tras llegar a un superpoblado refugio de Estasen y disfrutar de un merecido almuerzo comenzamos un nuevo sector que nos había de llevar a Gresolet y de aquí al refugio de Sant Jordi, sector con 2 subidas importantes, sobre todo la última a través de Els Empedrats.
La bajada a Gresolet es muy técnica y vertical. Este año no estaba especialmente húmeda por lo que nos evitamos sorpresas con los resbalones, pero era media tarde, el sol apretaba de lo lindo y al bajar en altitud la sensación térmica se hizo sofocante.
Bebí muchísimo en Gresolet, lo necesitaba. Los demás iban más enteros que yo y venía la preciosa subida por el hayedo que conduce hasta el Coll de la Bauma.
Seguí los pasos de Dani como pude y una vez arriba conectamos con los demás que nos esperaban. La bajada larga hasta Cal Cerdanyola me sirvió para consolidarme físicamente. Los kilómetros pasaban factura a todos y ya casi nadie tenía ganas de trotar para no destrozar los cuádriceps, pero el caminar era rápido y la charla amena, y el tramo se hizo sin casi darnos cuenta.
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Gresolet y el Coll de la Bauma.
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La subida a Sant Jordi sí que se hizo eterna. A pesar de que el Estret d'Escriu y Els Empedrats son un regalo para la mente y el alma, el cuerpo no daba para mucho más y la belleza del entorno pasaba casi desapercibida. Importaba más llegar cuanto antes al refugio de Sant Jordi, el penúltimo, a través de senderos muy verticales y rojizos y en medio de una atmósfera húmeda y pesada.
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Els Empedrats. El sendero iba recorriendo el cauce del río.
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Tras dejar atrás el refugio seguimos adelante sin pausa y el ritmo al que nos llevaban los que iban más fuertes, Xavi, Paco y Moisses era endiablado y ello nos hacía ir cada vez más ahogados a Dani, a Josep y a mí. La tarde se iba y las sombras de la montaña se alargaban y lo iban ocupando todo. Pero me encontraba muy bien mentalmente, disfrutando de mi condición de ultrafondista, llevábamos más de 75 kms recorridos y habían pasado 16 horas y lo teníamos al alcance de la mano.
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Al pasar por Grèixer las luces ya estaban encendidas.
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Al llegar al rio de Grèixer encendimos los frontales y nos dispusimos a subir al Rebost, tramo final de la travesía. A pesar de que sabíamos que haríamos un buen registro las fuerzas eran las justas. Una vez más se demostró que en la ultradistancia al final lo más importante es la fortaleza mental y gracias a eso, a pesar de que algunos estábamos completamente desfondados, pudimos y supimos llegar a nuestra meta, con la enorme satisfacción de poderlo compartir en grupo con nuestras gorras y camisetas oficiales de Cavalls del Vent.
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Eran las 23:17, es decir, completamos los 82 kms, con 9.600 m de desnivel total acumulado, en 18 horas y 17 minutos. Para mí eso es ir volando...
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1 de agosto de 2010

Travesía a nado de Mataró a Arenys de Mar

Unos nadando y otros remando. Y es que un grupo de nadadores del C.N. Mataró nos pidieron a unos cuantos kayakistas que les echásemos una mano para asistirles en esta travesía, llevarles la bebida, hacerles las fotos y sobre todo ayudarles a cruzar la bocana de Port Balis, un tanto peligrosa a esas horas de la mañana cuando los yates y las lanchas salen con ganas de navegar.
Así que 12 nadadores se dieron cita para afrontar los 10 kms de travesía, y allí estuve con Tomás Parellada para animarles y ayudarles en cuanto necesitaran. Fue un placer remar junto a ellos.
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La mañana estuvo fresca y las nubes daban bonitos contrastes de luz.
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Los rezagados, no se les podía perder de vista.
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Tomás y yo flanqueando a los nadadores al aproximarnos a Port Balis.
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Los nadadores se encontraron con las aguas muy calientes y con numerosas medusas.
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Pasando por Caldes d'Estrac.
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Me lo pasé en grande haciendo la asistencia.
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Objetivo cumplido: todos llegaron al espigón del Port d'Arenys.
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Los nadadores subieron a las lanchas y a mí me lanzaron un cabo y me remolcaron de regreso a Mataró. Por primera vez hice kayak-surf, a ritmo de motora, surfeando las olas de la lancha y practicando, a la fuerza, los apoyos con la pala, cortos, largos, a babor y a estribor. ¡Fue genial!
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Cursa d'Òrrius, el éxito de lo sencillo.

A veces pasa que lo sencillo, hecho con ilusión y ganas, es lo que triunfa.
Òrrius es el pueblo más pequeño de la comarca del Maresme, apenas llega a 400 habitantes, pero los entusiastas de la agrupación Maimakansu organizan una carrera de verano, muy bonita, con buen ambiente y recorrido variado, con avituallamiento final de frutas y zumos y el regalo, este año, de tiritas y plantas de fresas... y totalmente gratis para el corredor.
Allí estuve, por primera vez, con Karli, Moisses y Paco, y con Pepe Cros, que también se animó a participar.
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Con Moisses, Karli y Paco.
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La carrera sale con subida hacia la collada de Sant Bartomeu, por la carretera de la Roca, subida muy larga que con el calor que hacía nos dejó a todos un poco ahogados, pero al llegar a la pista de la Carena, en dirección a Sant Mateu, pude tomar aire y recuperar, aumentando el ritmo para no perder posiciones. Este tramo es habitual en mis entrenamientos por lo que me resultó chocante hacerlo tan fuerte y rápido, se me pasó volando.
Al llegar a Cal Camat la carrera giraba hacia la Mútua de Cabrils, con pequeños repechos, y desde aquí ya todo era bajada hacia Òrrius, tramo que aproveché para estirar las piernas y adelantar algunos puestos.
La llegada a Òrrius fue muy bulliciosa, con la plaza del pueblo llena de gente animando.
Paré el reloj en 53m 40s, en el puestoa un promedio de 5:10, en el puesto 167 de 288. Después de los ultra-trails de montaña me doy por muy satisfecho, creía que ya no sabría volver a correr así...
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Pocos metros antes de llegar a meta.
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Tras llegar a meta, recogida de obsequios, reencuentro con los amigos y a cenar a casa. Fue sencillo... y perfecto...
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