29 de mayo de 2011

Travessa del Montseny: naturaleza en estado puro

Acudía por 5ª vez a la Travessa del Montseny, ultratrail de 46 kms y 5.060 m de desniveles acumulados entre las localidades de Aiguafreda y Gualba, siguiendo el espinazo de ese macizo montañoso declarado Reserva Mundial de la Biosfera.
600 participantes esperando la salida, una de las más madrugadoras del circuito de marchas y carreras por montaña que a mí me obligó a levantarme a las 02:30, para un viaje en donde compartí espera en una fría avenida de polígono con una docena de conductores recién salidos de las discotecas del Vallès para pasar control de alcoholemia. Momentos antes de darse la salida pude encontrarme con Dolors Puig, ultrafondista irreductible donde las haya.



Esperando la salida en el Porxo d'Aiguafreda.

El perfil de la prueba es muy característico y evoca la silueta natural de la montaña. Destacan la ascensión de más de 600 m hasta el Castell de Tagamanent, los toboganes del Pla de la Calma, la dura ascensión de 550 m en 3 partes diferenciadas a la cima de Matagalls (1.697 m), la técnica bajada de 600 m a Sant Marçal, la divertida subida de 600 m a la cima de Les Agudes (1.706 m), con emocionantes y peligrosas trepadas incluídas, el cresteo desde Les Agudes al Turó de l'Home (1.706 m) y la larguísima bajada desde este pico hasta la meta de Gualba, de 16 kms y 1.500 m de desnivel.


Perfil longitudinal de la Travessa del Montseny.

A pesar de ser la 5ª vez que participaba en esta prueba no he dejado de sorprenderme por la dureza de un recorrido que combina subidas y bajadas pronunciadas y técnicas y tramos de llaneo en los que se requieren ritmos altos de carrera para no descolgarse. Si a eso le añadimos una muy buena organización con cuidada atención a los participantes y unos paisajes maravillosos, la TM es sin duda una de las mejores antesalas de cualquier temporada de carreras por montaña, con un acumulado de distancias y desniveles que invitan a pensar en otros objetivos más largos.
La subida al Pla de la Calma se realiza aún de noche, a tiro de frontales, por los pinares de Tagamanent, en medio de atmósferas cargadas por los olores de la madrugada y del estruendo del despertar de miles de pájaros alborotados por la llegada de las primeras luces. Unas sensaciones que procuran un gran placer al corredor a esas horas de la mañana. Aquí reconocí a Carlos, con quien coincidí el año pasado en la Núria-Berga y en la Matagalls-Montserrat, y me reconoció Francesc Aguilar, con quien compartí un tramo de Camíns dels Matxos hace bien poco.


Desde el Castell de Tagamanent, se podían observar las primeras luces que se asomaban por encima de la silueta del Pla de la Calma y de un lejano Matagalls.

El tramo del Pla de la Calma coincide con la salida del sol, la llegada de las primeras luces y de las primeras sombras, obteniendo contrastes espectaculares en medio de una atmósfera limpia y ventilada por el habitual viento del norte. Los toboganes del camino no son obstáculo para tener que imprimir un fuerte ritmo de carrera que contrasta con la serenidad y la quietud de los rebaños de ese lugar.
La subida a Matagalls a través de un sendero muy empinado pone a prueba a todos. Hay dos tramos cortos bastante planos que permiten respirar y recuperar... ó trotar para obtener ventaja. El paso por hiniestares amarillos es una maravilla de la naturaleza y un placer para el olfato en unos momentos en los que se necesita respirar hondo. Las vacas le ponen el punto pintoresco al sector del Turó d'en Bassa.


Collformic y el Turó d'en Bassa, vistos desde el Turó Gros. Contraste del verde de los prados con el amarillo de los hiniestares y con la sombra que proyectaba Matagalls.


Corredores en la pronunciada y pedregosa ladera del Turó Gros, antesala del Matagalls.


Superado Matagalls, el tramo de la bajada a Sant Marçal discurre por el sector más bello de la montaña, por el interior de unos hayedos silenciosos en los que la luz tamizada del sol le dan una atmósfera fresca y verde al lugar. La pendiente es muy acusada y el sendero muy técnico, pero bajé rápido y sin ningún problema.



El Coll de Pregon, espectacular y sencillo, produce un claro en medio del hayedo.


Luz y atmósfera mágicas dentro de los hayedos de Sant Marçal.


La subida a Les Agudes siempre me despierta incertidumbre y pesar. Sin técnica de escalada este sector resulta de enorme dificultad a la que hay que añadirle el desnivel a salvar, 600 m, con tramos de elevada pendiente en los que parece que me quedo sin aire.

Liderando un grupo sin experiencia en la Travessa, en el que iba la 1ª mujer clasificada, fui buscando la mejor vía casi de memoria. El pánico que sufrió uno de los integrantes del grupo por vértigo me hizo quedarme junto a él para darle tranquilidad y seguridad y distraerle con conversaciones sobre sus carreras favoritas. Al llegar a la cresta le dejé ya a su aire y yo seguí a mi ritmo.



Subiendo por los hayedos del pie de Les Agudes.

Por la cresta de Les Agudes dí alcance a la 1ª mujer clasificada, mientras las nubes surgieron de golpe en la cima del cercano Turó de l'Home. Tenía muchas ganas de llegar a aquella cumbre para pensar sólo en bajar y estirar la zancada. Un avituallamiento con sandía y naranja me llenó de energía y felicidad. El reloj me indicaba que podría rozar las 7h 15m y quizás lograr marca en esta prueba. En los controles entraba siempre por debajo del puesto 60 y ello me daba mucha motivación.


La cresta de Les Agudes en dirección a un Turó de l'Home tapado por la única nube del cielo.


Corredores apurando los últimos metros de la ascensión al Turó de l'Home con las nubes agarrándose a la cima pese al empuje del viento.

Los 16 kms de bajada, salvando un desnivel de 1.500 m hasta la meta de Gualba, los hice a tope, arriesgando mucho, sobre todo en el hayedo de bajada al Pantano de Santa Fé, en el que decenas de excursionistas se cruzaban de subida en el camino de los participantes.

Las orillas del pantano, pobladas por sauces y hayas, son un regalo para la vista que el corredor apenas tiene tiempo de valorar con el ojo más puesto en el suelo y en las ramas que otra cosa, pero el paso por el dique, sin peligro alguno sí que permite esa contemplación que engrandece el espíritu y dan alas para lo que queda de bajada.

Ese tramo de la bajada, en un día caluroso como era éste, supone un auténtico infierno por dentro del Gorg Negre, vaguada cerrada y pétrea expuesta al sol de mediodía en la que el calor reinante merma las fuerzas de todos sin remedio.

Las campanadas del mediodía de la Iglesia de Gualba me ponen sobre aviso de que lo tendré imposible para bajar mi marca, constatándolo a medida que los minutos pasan sin remedio y no acabo de llegar a las afueras del pueblo. Trotando con dolor por los caminos polvorientos y calurosos de entrada a Gualba saqué las fuerzas de donde pude. Al oir los aplausos a mis predecesores me eché hacia adelante y bajé con ganas y alegría por la calle principal, hasta llegar al jardín de la Iglesia en donde estaba ubicada la meta.

En total fueron 7 horas y 27 minutos de disfrute en plena naturaleza que me hicieron entrar en el puesto 58 de la clasificación, algo que ni yo mismo podía imaginar.

Tras charlar y comentar la prueba con algunos de los llegados junto a la fresca fuente de Gualba, hizo entrada en meta la 1ª mujer clasificada, Elena, una gran campeona y muy buena persona con quien fui coincidiendo en diferentes momentos de la carrera y con quien no dudé en fotografiarme tras descansar algunos minutos:





15 de mayo de 2011

1er Descenso Primaveral del Ebro en Kayak

Desde hacía meses, y a través del foro de internet kayakdemar.org, se había convocado el 1er Descenso Primaveral del Ebro en kayak, 1ª edición de lo que se debería convertir en una cita clásica en la primavera para todos los amantes del kayak y el piragüismo.
La idea propuesta era darle continuidad al trayecto de la versión otoñal para recorrer el tramo entre Benifallet y Tortosa, haciendo el paso por la esclusa del Assut de Xerta y parando en esta localidad a celebrar con una estupenda fideuà el reencuentro con un buen número de amigos.
Unos cuantos decidimos trasladarnos ya la tarde anterior para no tener que madrugar tanto y para compartir más momentos de kayak y fiesta.





Comienza la aventura, coche cargado, autopista y ganas de llegar.




Pero subiendo al Coll de la Teixeta comenzó a diluviar y el encuentro vespertino parecía quedar en agua de borrajas.



Al llegar a Benifallet comencé a encontrarme con la avanzadilla del descenso, Juanjo e Inma, Manel Btc, Blauet (el alma mater de estos descensos por el Ebro), Eduard, David Jové y familia, Koe, los Makis de Sils, Ramón y Mónica, Dani, Jose Luis y familia, CapitanRemo, Oscar... y el numeroso y divertido grupo llegado desde la costa alicantina capitaneados por Maricarmen Conca. No nos resistíamos a la fiesta y a la broma a orillas del río.


Tras la fuerte tormenta salimos a tomar el aire y a hacer un poquito de fiesta en el Embarcador de Benifallet.


Tomando chupitos de ron en el embarcadero.


Detalle del alcalde de Benifallet para los que habíamos de acampar bajo la tormenta, nos cedió el local de la guardería del pueblo para extender los sacos de dormir y pasar a cubierto la noche.



Por la mañana apareció un cielo completamente despejado y poco a poco fueron llegando el resto de participantes, algunos menos de los 80 que habían confirmado su asistencia. En medio del barullo inicial saludos a todos: imposible recordarlos sin olvidarme de alguno... Albert, Paco, Carme Adell, Carlos Fadrique, Manu, Txus, Hombrealagua, Peplluís, Jordi Hernández, Rafagurú, Jordi Curià, Jaume... y muchísimos más... procedentes de Alicante, Valencia, Castellón, Zaragoza, Lleida, Tarragona, Barcelona, Girona y Andorra...


El río bajaba majestuoso y limpio a pesar de la tromba de la noche anterior y la temperatura era fresca y agradable. Todo el mundo tenía ganas de pasarlo bien y poco a poco fuimos entrando en el agua.


Momento de entrar al agua y comenzar el descenso para atravesar el río y dirigirnos a la Illa de Benifallet.




El brazo de entrada a la Illa de Benifallet nos recibía con sugerentes y plácidas algas y un enorme tronco muerto que transmitía una gran sensación de dinamismo.




El canto de los pájaros y el frescor de la mañana agudizaban las sensaciones en la Illa de Benifallet.




El plan incluía remontar el Río Canaletes, uno de los últimos afluentes del Ebro antes de llegar al Delta. Sus aguas rojizas a causa de la tormenta le daban un aire amazónico y selvático. Todos disfrutamos de ese momento.

Atravesando el cañaveral antes de entrar al Río Canaletes.



Las aguas rojizas y chocolateadas hicieron las delicias de todos. Sólo faltaban las pirañas... ó quizás no...





Al igual que los demás, remonté el Canaletes hasta que fue posible. El contraste del paisaje con las aguas era espectacular.




Los kayakistas seguíamos navegando aguas abajo, disfrutando de una estupenda matinal, conversando con cuantos teníamos a nuestro alcance, deseosos de llegar a lo que sería el plato estrella de la jornada: el paso por la esclusa del Assut de Xerta.
Tras doblar una curva del río nos encontramos con un paisaje fascinante, el largo del cauce, las agrestes montañas de Paüls y el Molino de Mollet que se reflejaba en el agua:








Después nos fuimos acercando al morro rocoso de la Roca de l'Hombro cuyas paredes verticales se desplomaban al agua de manera muy atrayente:















Tras agruparnos en el centro del río y esperar a los más rezagados comenzamos la maniobra de aproximación y entrada a la esclusa del Assut de Xerta, esperando pocos minutos dentro de la misma a que se vaciara y poder salir de nuevo al río. Fue una experiencia fantástica:
























Y ya con todos deseando llegar al Embarcador de Xerta para reponernos con una prometedora fideuà hicimos aquellos kilómetros finales sin casi detenernos, únicamente entrando por el brazo de Tivenys:


Por el brazo de Tivenys.



Tivenys.





Las bravas montañas de los Ports de Tortosa i Beseit justo antes de llegar a Xerta.



Parte de los kayaks varados una vez llegados a Xerta.


Una vez en el embarcadero de Xerta nos preparamos para disfrutar del descanso y de una agradable fideuà preparada por Cinta, quien amablemente nos atendió e hizo que recobrásemos la fuerza a base de ensalada, pan con tomate y embutidos, la mencionada fideuà y unos postres de helado y coc de Xerta.


La sorpresa la protagonizó el alcalde de esta localidad quien no quiso ser menos amable que su vecino de Benifallet, montando las mesas y sillas para nuestro descanso y viniendo en persona a saludarnos y traernos garrafas con vino dulce y deliciosos pastissets de taronja, típicos de Xerta.


Con los compañeros de trabajo, Mónica, Ramón, Oscar y su señora.





Con David Jové.






Con las kayakistas alicantinas.





Panorámica de la fideuà en la misma orilla del Ebro.




Y sin más demora volvimos al agua para afrontar una tarde de kayak ya calurosa y vivir nuevas emociones y encuentros hasta llegar a Tortosa adentrándonos en las lagunas interiores de la Illa de Audí, cerca de Bítem, refugio natural de aves y nutrias, por cuyos caños nos adentramos, con el mayor de los respetos, escuchando las interesantes explicaciones que iba dando Blauet.


Suave playa en la Illa d'Audí.






Pasando por uno de los caños.



Escuchando las aves en las lagunas interiores.


El descenso se acababa, se intuía la llegada a Tortosa. Una sirena nos alertó del paso de una barcaza tradicional a nuestro lado mientras que poco a poco aumentaba el número de pescadores en las riberas.


El paso de una barcaza amenizó los últimos kms, poco antes de llegar a Tortosa.


Cuando avistamos Tortosa Blauet nos explicó brevemente parte de la rica historia de la ciudad, sus orígenes, su glorioso y floreciente pasado, y su realidad actual a expensas del denostado trasvase del Ebro.


El Castell de la Suda, la Catedral de Santa Maria, el Palau Episcopal... Tortosa se muestra bellísima desde el río.



Tortosa a nuestro paso por el centro del río.



El Monumento a la Batalla del Ebro y la Mare de Déu del Roser.





Mónica y Ramón saludan y hacen fotos desde lo alto del Pont de l'Estat.



Pasando bajo el puente junto a Blauet.







Imagen prácticamente cenital.






Llegada al Embarcador de Tortosa, punto final de un excepcional descenso de Primavera del Ebro, lleno de emociones, reencuentros y muy buen ambiente. Aquí paramos... pero el río sigue su curso... las aguas continúan su discurrir... buscando el mar... quizás algún día nos lleven a descubrir nuevas aventuras y nuevas emociones...