La Travessa de Viladrau a La Garriga es insólita, sorprendente y bellísima.
Para empezar los 1.000 participantes hemos de esperar en el punto de llegada, en La Garriga, a que nos trasladen en autobús al punto de salida, Viladrau. La espera se hace dura. A -2ºC quietos, guardando fila durante más de una hora, esperando subir a un cálido autobús por riguroso orden de llegada. Una vez en el autobús se resuelven los últimos preparativos, polainas, gps, frontales, bastones, cámaras... hasta que al llegar a La Barita, a pocos kms de Viladrau, el autobús se detiene, la gente baja... y comienza la prueba!!! Así, con esa rotunda sencillez alejada de arcos inflables fastuosos, cohetes estruendosos ò cañonazos de papeles multicolores...
Este año me acompañaba Carles Aguilar, dispuesto a compartir esta aventura conmigo.
Para empezar los 1.000 participantes hemos de esperar en el punto de llegada, en La Garriga, a que nos trasladen en autobús al punto de salida, Viladrau. La espera se hace dura. A -2ºC quietos, guardando fila durante más de una hora, esperando subir a un cálido autobús por riguroso orden de llegada. Una vez en el autobús se resuelven los últimos preparativos, polainas, gps, frontales, bastones, cámaras... hasta que al llegar a La Barita, a pocos kms de Viladrau, el autobús se detiene, la gente baja... y comienza la prueba!!! Así, con esa rotunda sencillez alejada de arcos inflables fastuosos, cohetes estruendosos ò cañonazos de papeles multicolores...
Este año me acompañaba Carles Aguilar, dispuesto a compartir esta aventura conmigo.
Con Carles, impacientes e ilusionados en el autobús camino de Viladrau. Eran las 5:30h. Foto de Carles Aguilar.
La temperatura al comenzar es bajísima, -5ºC, pero no sopla ni una brizna de viento con lo que al empezar a correr el cuerpo enseguida coge temperatura. Tras sólo 100 m recorridos aparece la nieve: desde el primer momento entendemos que la Travessa puede ser peligrosa por los resbalones con el hielo.
Al bajar del autobús cada uno comenzaba la prueba. La temperatura era muy baja, -5ºC.
El haber madrugado mucho supone llegar a la salida en el 3er autobús con lo que no encontramos demasiados caminantes que intercepten nuestro paso y los que hay los adelantamos sin problemas. Además, en el 1er control y avituallamiento, se quedan bastantes para desayunar la butifarra y la chocolatada preparadas para la ocasión.
Tras un primer tramo de 2 kms bastante planos comienza la subida, pero la estrechez y el hielo enseguida forman tapones. Con una buena capa de nieve llegamos al alto, a Sant Segimón, en donde seguimos una amplia, pero nevada pista hasta Collformic.
Tras un primer tramo de 2 kms bastante planos comienza la subida, pero la estrechez y el hielo enseguida forman tapones. Con una buena capa de nieve llegamos al alto, a Sant Segimón, en donde seguimos una amplia, pero nevada pista hasta Collformic.
Por el hayedo de Sant Segimón.
Al llegar a Sant Segimón se hizo de día. Cada vez había más nieve.
Con Carles por la zona del Torrent dels Rentadors.
Subiendo al Turó d'en Bessa (1.394 m), punto más alto de la Travessa. Foto de Carles Aguilar.
El paisaje era demoledor y el frío muy intenso, hasta -8ºC, tanto que se nos helaron los bidones de bebida completamente y no podíamos beber si no era machacando el hielo y masticándolo.
Los resbalones se sucedían contínuamente, sobre todo por el Pla de la Calma, en donde la pista invitaba a correr con soltura pero con las trampas de unas peligrosas placas de hielo que hacían caer a los participantes con frecuencia. Yo tuve fortuna y en todo momento controlé la situación. El excelente agarre de mis nuevas zapatillas seguro que contribuyó a que mantuviera la verticalidad. Pero Carles no tuvo tanta suerte...
Al llegar al Parany comenzamos una larguísima bajada de 15 kms en la que poco a poco fue desapareciendo la nieve y el hielo que nos acompañó durante 20 de los 30 kms que recorrimos.
Otra singularidad de esta Travessa es que poco antes de llegar a la meta hay un control en el que ya dan el regalo de recuerdo y con el que hay que seguir hasta acabar.
Los resbalones se sucedían contínuamente, sobre todo por el Pla de la Calma, en donde la pista invitaba a correr con soltura pero con las trampas de unas peligrosas placas de hielo que hacían caer a los participantes con frecuencia. Yo tuve fortuna y en todo momento controlé la situación. El excelente agarre de mis nuevas zapatillas seguro que contribuyó a que mantuviera la verticalidad. Pero Carles no tuvo tanta suerte...
Al llegar al Parany comenzamos una larguísima bajada de 15 kms en la que poco a poco fue desapareciendo la nieve y el hielo que nos acompañó durante 20 de los 30 kms que recorrimos.
Otra singularidad de esta Travessa es que poco antes de llegar a la meta hay un control en el que ya dan el regalo de recuerdo y con el que hay que seguir hasta acabar.
Tras pasar Collformic, y a -8ºC, comenzamos a trotar por la pista del Pla de la Calma, helada en muchos puntos.
La ventisca acumuló gruesos de hasta 30 cms en algunos puntos del Pla de la Calma.
Delante de Els Cingles de Bertí. En esta zona el paisaje también era espectacular. Foto de Carles Aguilar.
La vivencia en sí, con el frío, la nieve, el hielo, los paisajes, la amabilidad de los voluntarios, el fenomenal ambiente excursionista que reina y la agradable compañía de Carles, permanecerá de nuevo en mi memoria, por encima de unos datos técnicos que pasan a ocupar en esta ocasión un segundo plano: 30 kms recorridos, 2.700 m de desniveles acumulados, todo ello en 5h 15m, y llegando en la posición 85.