29 de abril de 2012

Matxos 2.012, belleza implacable.

No encuentro palabras para explicar las sensaciones que produce Matxos. Sensaciones muy contradictorias, de sufrimiento y dolor por la dificultad técnica de sus subidas y bajadas, con 6.500 m de desnivel total acumulado, y por los 63 kms de recorrido muy castigadores, con suelos técnicos, con mucha roca y mucho barro, esta vez muy resbaladizos hasta llegar al Coll de Bracons, en el km 28. Pero también produce sensaciones de contacto íntimo con la naturaleza, de placer puro al correr por sus bosques, por sus hayedos, entre la niebla, inmerso en una naturaleza exuberante con las copas desnudas de lo árboles, pasando como un ser insignificante junto a los árboles más altos de Catalunya, en la Fageda de la Grevolosa, de hasta 40 m de altura, y pasando por el mismo borde de precipicios descomunales, pero siguiendo unos senderos que la inteligencia del hombre antiguo supo abrir en un medio abrupto y duro: "camins de matxos".
Pero además tuve la suerte de coincidir con un buen número de amigos con los que pude compartir los momentos previos, las dificultades y las alegrías de la carrera, y la felicidad tras la llegada.
 
 En la suave madrugada de Torelló, poco antes de comenzar Matxos, saludando a un montón de amigos con los que compartiría tiempo y espacio, con Marta Farré, Francisco del Moral, Bruno Puighermanal Munarriz y Xavier Caros.

Por primera vez salí tarde en una carrera. Un infantil error de cálculo me llevó a apurar al límite del tiempo el colocarme las zapatillas, los cordones, las polainas de trail, la mochila... y cuando estaba en ello oí el estruendo del cohete de inicio que para más inri daba la salida con 4 minutos de antelación sobre la hora prevista. Me entró el pánico...
El pasar corriendo como alma en pena por un arco de salida ya vacío me desoló. Pero gracias a la tranquilidad y la serenidad que me dio Marta Farré, que me acompañó al principio, pude comenzar a trotar, a coger ritmo y alcanzar la cola del pelotón antes del 1er kilómetro. Luego fue cuestión de ir adelantando gente poco a poco por la pista que llevaba hasta el control de Les Valls, donde comenzaba la 1ª subida a través de un sendero estrecho y húmedo.

 Trotando a ritmo por las afueras de Torelló, acompañado por Marta Farré, quien me dio la tranquilidad suficiente para no acelerarme más de lo debido tras hacer una salida muy y muy retrasada.

 Llegando al control de les Valls. Las nubes tapaban la Serra de Bellmunt y se adivinaba que tendríamos niebla.

A partir de aquí ya me encontraba entre participantes de condiciones similares a las mías y el ritmo era más rápido, un ritmo que se vio frenado al llegar a las crestas resbaladizas de Bellmunt y a los hayedos de la Serra de Curull, hasta la Collada de Sant Bartomeu, inmersos en la densa niebla del bosque.

 Al trote por el hayedo de la Serra de Bellmunt.

 Al llegar al control de Bellmunt esperaba un auténtico desayuno con pan de pagès. Aquí ya había recuperado el tiempo perdido en la salida... y el aliento.

 La joya de Matxos: el Salt del Molí, en el río Ges.

 Este lugar tiene magia, y esa magia te impregna y te acompaña hasta llegar a meta.

 Llegando a la Collada de Sant Bartomeu, a través del hayedo de la Serra de Curull. Las siluetas de mis predecesores se perdían en la densa niebla...

En segundo término, por la Serra de Curull. Foto de Ernest Viñeta.

Justo al llegar al Puigsacalm la niebla se disipaba, pero hacía mucho viento y mucho frío. Las hayas desnudas le daban un aspecto brutal a la montaña.

Tras alcanzar el Puigsacalm (1.514 m) y pasar por el Tossell se tenía que bajar a Coll de Bracons, descenso muy vertical, resbaladizo y peligroso, con ayuda de cuerdas, poniendo a prueba la templanza de los participantes. Después de eso, ya sólo quedaba disfrutar de Matxos en todos los sentidos, cada km, con la única incertidumbre de la bajada desde Cabrera por la Freixeneda que se presumía iba a ser muy complicada por la humedad y los resbalones. Y así fue, delante mío todo el mundo caía, y yo no fui menos, por dos veces me ví revolcado en el barro, deslizándome sin remedio ladera abajo sin más conseciencias.

 Pasando junto al precipicio de los Cingles del Puigsacalm, con las curvas del Coll de Bracons abajo... esperando...

 En la subida al Puigsacalm la niebla se disipaba y dejaba miles de reflejos de gotas de agua en las ramas de los árboles.

 Es muy emocionante cruzarse con los que ya han coronado la cima, con mil saludos y gestos y gritos de ánimos...

 En el centro de la foto del CE Torelló me afano en los últimos metros de subida al Puigsacalm.

 El bucólico sendero hacia el Puig de les Civaderes. Correr aquí no tiene precio.

  El marrón de Matxos... como el barro que allí había... varios tramos en los que dejarse deslizar para no caer era la mejor, y a veces la única, opción. Así estaba la bajada desde el Tossal a Coll de Bracons.

 Temperatura suave, ambiente excelente y comida de primera en el avituallamiento del Prat de la Vola.

 El farallón rocoso de Cabrera, siguiente objetivo a conquistar, a través de un sendero que al ir ganando altitud poco a poco dejaba ver el maravilloso paisaje de campiña de la Plana de Vic. Así la dificultosa subida se hacía más llevadera.

 El repechón final de subida a Cabrera, a través de unos fantásticos escalones labrados en la misma roca. Fue durísimo.

 Vistas al Collsacabra y el Montseny desde Cabrera.

Vistas hacia la Serra de Bellmunt desde Cabrera, con el pueblecito de Sant Julià abajo, entre los prados.

 Tras parar a comer en el Prat de la Vola se habían de afrontar los últimos 21 kms, terribles, tremendos, con la subida si piedad a la Creu de Salgueda, en donde todos los participantes sin excepción tuvimos que echar el resto de fuerzas disponibles, y en las dos subidas siguientes... y hasta en la bajada final por las crestas de Maronta, rompedoras, pero con olor a meta...

 Tras subir y bajar de la Creu de Salgueda, por el acumulado en las piernas la peor subida de todas, se llegaba a Espaulella, una auténtica invitación al retiro espiritual.

La última subida, por fín la última, al Carenar de Maronta, tras superar el control de Sant Pere de Torelló. En la cara se reflejaban ya los 55 kms recorridos y las casi 11 horas pateando. En esos 7 kms finales me empleé a fondo para intentar bajar de 12 horas. Me faltó un pelo.

Poco antes de llegar a meta alcancé a Vicente, un corredor que hacía el recorrido corto de Bellmunt, pero que llegaba tan satisfecho como yo, ó más, a meta. Nos abrazamos, como meses atrás hicimos en Bagà, cuando ambos abandonamos desconsolados en Cavalls del Vent. El tiempo y Matxos nos volvieron a unir y nos hicieron sentir felices al entrar en la meta de Torelló...
Eran las 18:26, justo 12 horas después de pasar por aquel desangelado arco de salida y que, en cambio, ahora me parecía el mismísimo Arco Iris.

15 de abril de 2012

Caminada d'Aiguafreda 2.012

Organizada de manera entusiasta por los amigos de Gafarrons, me encanta esta prueba popular con intenso sabor a caminada que tiene lugar en Aiguafreda y Sant Martí de Centelles cada Abril. Este año formaba parte del evento mundial benéfico Run for Parkinson's, con presencia este día en 80 carreras de todo el Mundo.
La primera vez que la hice me sirvió de puente entre la Maratón de Barcelona y el calendario estival de carreras por montaña. Pero ahora ya se ha convertido en un fijo que me sirve para encontrarme con buenos amigos y para desconectar de las exigencias de los largos y disciplinados entrenamientos de cada fín de semana, en un entorno bellísimo, cercano a casa, en un ambiente de trail extraordinario dentro de la prueba y  aprovechando sus zonas técnicas como parte de la preparación para las carreras que tengo programadas.
No hace falta señalar que al tratarse de una caminada carece de caràcter competitivo, en la teoría, y que la salida se produce, como en muchas otras caminadas, de manera escalonada en función de la hora en que van llegando los participantes. Ello aleja a los corredores de cierto nivel de esta entrañable prueba, quienes seguramente prefieren competir en carreras con más caché y dificultad técnica, a pesar de los 20 kms de recorrido, los 1.250 m de desnivel acumulado y los interesantes sectores técnicos con los que cuenta.
Aún así, a las 7 de la mañana, una buena parte de los casi 900 participantes esperábamos con emoción el momento de comenzar, y bastó que alguien diera el primer paso para que todo el mundo se pusiera a caminar ó a trotar.
Y es que la supuesta ausencia de competencia en la cabeza de la caminada se queda sólo en la intención, porque rápidamente el grupo de corredores toma posesión de los senderos y caminos que conducirán a todo el grupo por una divertida subida de 430 m de desnivel hasta La Trona (831 m), punto culminante de la prueba.

 Un corredor pasa veloz delante del conocido e inquietante terreno rojo que hay junto al cruce de caminos del Pla de l'Adorar, en una atmósfera cargada y densa por la neblina del bosque.

 Los corredores se apresuran a tomar el camino de Valldaneu, que serpentea a media ladera, bajo los Cingles de Bertí y la punta dominante del Grony.

En los primeros 5 kms llevé un buen ritmo y me mantuve a la vista de los demás corredores. Algunos habían salido muy explosivos y marcharon sin poder evitarlo, desapareciendo delante mio en el bosque. Debía haber entre 6 y 8. Pero en las primeras rampas exigentes alcancé a 2 de ellos y en el avituallamiento y control 1, en el Pla de la Barraca, pararon otros 2 a los que también adelanté.

Bajando concentrado a Valldaneu.

 Pasando por Valldaneu, en donde la niebla se cernía sobre los participantes y La Trona  aparecía esperando a todos a lo lejos.

 El avituallamiento del Pla de Sant Joan, con los voluntarios y corredores envueltos por la niebla.

La subida a La Trona, km 8, la realicé con muchas ganas y con energía, nada que ver a como me encontraba en este mismo punto el dia de la Marató del Congost, cuando entonces me encontraba en el km 35. En la montaña conviene relativizar la gran cantidad de imputs y parámetros que influyen en el desarrollo de una carrera, y lo que entonces me supuso un enorme esfuerzo hoy fue literalmente pan comido.

 Ascensión a La Trona, que se mostraba con brillos dorados del sol que lucía por encima del mar de nubes.

El espectáculo al llegar arriba era demoledor. Día radiante... mar de nubes en el fondo de la Vall del Congost... al otro lado del valle se veía el Matagalls lleno de nieve... y en la lejanía, todo el Pirineo cubierto por un deslumbrante blanco nuclear.
Además, a medida que me acercaba al control 2 se agudizaba el olor a carne asada. Un buen número de voluntarios se cuidaba del almuerzo de los 900 participantes en la caminada. Pero yo no podía parar, registré mi paso en 4ª posición y me fui volando, siguiendo un serpenteante sendero por el mismo borde del precipicio de los Cingles de Bertí, disfrutando de unas vistas espectaculares.

 El control y avituallamiento de pagés del Grau de les Avellanedes.

 Sendero por el mismo borde del precipicio de los Cingles de Bertí.

Después llegaba un sector bastante plano, de varios kilómetros por el Pla de la Garga y el Pla de Santa Magdalena, entre robles, encinas y campos de cultivo, y  envueltos en la niebla, la cual originó situaciones de duda en el bosque al hacer invisibles las marcas. En el control 3 sellé en 3ª posición y ello me dio alas para lanzarme a por todas hacia Aiguafreda, disfrutando de una bajada trepidante de 370 m de desnivel , sin mirar atrás pero atento a posibles ruidos de zancadas que finalmente no llegaron. Así, entré en Aiguafreda tras 2 horas y 32 minutos corriendo.

 Aiguafreda bajo la niebla del valle. Faltaban pocos kilómetros.

Perfil longitudinal de la prueba, en el que destaca la fuerte pendiente de subida a La Trona y la vertiginosa bajada final a Aiguafreda.

Me vuelvo a casa con buen sabor de boca por todo, pero en especial por la gran satisfacción de haber participado un año más en esta simpática prueba en la que la organización mima con esmero la atención y el bolsillo de los participantes, algo que poco a poco se va perdiendo en conjunto en otras carreras, con inscripciones que superan fácilmente el medio centenar de euros de coste. Además, hoy tuve muy buenas sensaciones y las cargas de entrenamientos de estas semanas parece que las he asimilado bien. Lo comprobaré el próximo domingo  con los 63 kms y 6.150 m acumulados de "Pels Camíns dels Matxos"... Vienen curvas...