24 de julio de 2010

Clàssica a l'Olla de Núria, bajo la espada de Damocles.

Afrontaba con ilusión, y respeto, este trail de alta montaña que discurre por las cimas del Pirineo de Girona, en la Vall de Núria, partiendo de los 1.967 m de altitud a los que se encuentra el Santuario y alcanzando la cota máxima en el Puigmal, a 2.913 m.
21 kms de recorrido, 3.880 m de desnivel total acumulado y prueba puntuable para la Mountain Running International Cup, a todos los efectos un buen equivalente a la Copa del Mundo, por ello, el nivel de atletas participantes era muy alto, con la participacíón destacada de k
Kilian Jornet, entre otros.
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Como suele ser habitual, hubo que madrugar para desplazarse hasta Queralbs, lugar donde muchos corredores tomamos el tren cremallera que nos habría de llevar hasta Núria, contemplando la naturaleza abrupta de la garganta por la que discurre el trazado del ferrocarril, escuchando de fondo las voces de decenas de corredores dispuestos todos a disfrutar de una mañana soleada y limpia por las cumbres de los Pirineos.
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Esperando al tren en la estación de Queralbs.
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Tras recibir el dorsal y el chip fuimos a escuchar las explicaciones y recomendaciones del director de carrera, quien avisaba del fuerte viento (50 kms/h) y el frío (4ºC) con que nos esperaba el Puigmal, recordando la importancia de ir pasando los controles de tiempo con el margen suficiente para no quedar eliminados, sobre todo en Noufonts... esa sería mi espada de Damocles durante las horas siguientes...
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Con Karli, en la esplanada del Santuario poco antes de darse la salida.
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Poco antes de la salida me encontré con Angela, ella me reconoció y me llamó, comentamos la dureza y la exigencia de la prueba y nos deseamos suerte. El ambiente era excepcional, grandioso, propio de una competición internacional como esta, se respiraba cierta tensión, ó quizás era yo el que estaba tenso, el caso es que se dió la salida y aquí cometí un gran error, salir demasiado retrasado, algo que no acostumbro a hacer.
Cuando quise darme cuenta, al dar la vuelta al Santuario, me fijé que delante mío iban centenares de corredores y que detrás apenas quedaban pocas decenas. Intenté recuperar por el camino de Fontalba, pero fue tan corto el tramo que apenas me dio tiempo de ganar posiciones... hasta que al comenzar a subir por la ladera en dirección a l'Ortigà me vi sumido en el caos: una fila interminable de corredores que esperaban su turno para ir subiendo poco a poco por un sendero de a uno, intentando buscar cualquier hueco entre los arbustos para poder remontar... pero parecía imposible.
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La larga fila, de uno en uno, por un sendero estrecho rodeado de arbustos. Arriba la ladera ya se despojaba de vegetación.
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En muchas curvas tuve que esperar, en algunos puntos técnicos (piedras sueltas, rocas) también... Intentaba adelantar cuando la vegetación me lo permitía, pero ello me rompía el ritmo y la respiración, así que fui subiendo dentro del pelotón hasta que cerca del control de l'Ortigà ya pude comenzar a adelantar. Tenía que llegar en 50 m pero... pasé en 59. Suerte que este control no era descalificatorio... pero sentía que la espada de Damocles la tenía sobre mí... con la punta enfilada hacia abajo... brillante...
Tras pasar por el Turó de l'Ortigà, 2.749 m, hubo una bajada que me vino muy bien para coger un aire que me hacía falta para llegar al Puigmal (Puigmal d'Er), la montaña más alta de Girona, con 2.913 m.
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Muchos montañeros esperando la llegada de los corredores al Puigmal, animando hasta el último sin parar. El viento era muy fuerte y la sensación térmica próxima a los 0ºC.
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El paso por el control del Puigmal recomendaba 1h 30m, y yo lo hice en 1h 33m, 3 minutos por encima del corte, que al no ser todavía descalificatorio me permitió seguir aún en carrera, eso sí, con mayor esperanza al ver que en ese tramo corto recorté 6 minutos mi desventaja con el corte de paso.
Acababa de hacer 946 m de ascensión, casi un km vertical en hora y media, y me tenía que dar prisa y aprovechar la nueva fase de carrera cresteando por las cumbres para ir recortando aún más mi desventaja.
Bajé a un ritmo frenético hacia la Collada d'Er, a 2.780 m, disfrutando, ahora sí, de mis pasos, de las rocas, del sendero, de la vistas, del frescor a 2.800 m. de altitud, de las placas de nieve que había que atravesar... pero también tenía que ir concentrado en el suelo para no tropezar y hacerme daño... y no tener que probar el viaje de regreso en helicóptero.
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Bajada técnica hacia la Collada d'Er, con el Puigmal Petit de Segre, 2.810 m, al fondo.
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A la izquierda de la divisoria y del camino pateábamos Francia, y a la derecha España, de nuevo con esa agradable y libre sensación de no sentirse en ningún país, sólo percibía roca, montaña, nieve, aire y mis piernas...
Quedaban las últimas congestas de nieve, algunas era necesario atravesarlas, resultaba divertido. El agua fundida bajaba hacia un lado a Núria, el río Freser, después el Ter... y me imaginaba esas aguas y sus moléculas llegando a Sau, mojando mi kayak... ó a la desembocadura del río en el mar, en la Playa de Pals... frente a las Islas Medas. Por el otro lado el deshielo se escurría hacia Francia, naciendo aquí el río Segre, con sus aguas hacia Puigcerdà, las tierras de Lleida, su desembocadura en el Ebro en Mequinenza... y así hasta el Delta... escenarios todos lejanos en la distancia, pero cercanos en la memoria y el corazón. La altitud me afectaba sólo con estas reflexiones... porque casi sin darme cuenta llegué al control 3, Finestrelles, el primero de ellos que era descalificatorio...
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Atravesando una de las congestas de nieve del Puigmal de Segre, 2.843 m.
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Soplaba un fuerte viento, pero el día era despejado y las vistas hacia la Cerdanya francesa eran espectaculares, con la población de Font-Romeu delante y las cimas del Puig Carlit y del Puig Peric detrás.
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La llegada al control 3 era temida, pero cuando tuve a la vista el control comprendí que pasaría el corte. Llegué al Coll de Finestrelles, 2.604 m, 19 minutos por debajo del límite. El fuerte ritmo que impuse cresteando dio sus frutos y me inyectó de moral. Pude adelantar a una veintena de corredores en este tramo... y la espada de Damocles se perdía en un cielo azul y en su espacio infinito...
Pero había que apretar mucho todavía... el siguiente control ya habían dicho que era el más exigente así que seguí caminando a ritmo alegre en los repechos y trotando sin apenas descanso en los llanos y en las bajadas... cada vez más técnicas y complicadas...
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Puig de la Coma de Finestrelles, 2.744 m. El paisaje era espectacular... y la pendiente brutal...
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En este punto me veía capaz de acabar la carrera en tiempo. Había logrado recuperar 27 minutos desde el control 1.
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La subida al Pic de Finestrelles, 2.828 m, se hizo dura. En este punto el sonido de un cohete lejano anunciaba la llegada de Kilian Jornet a meta, 2h 14m, mientras yo todavía iba por la mitad del recorrido...
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Desde lo alto el paisaje era de ensueño. Las vistas al Santuario de Núria y al Lago resultaban espectaculares.
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La carrera seguía. Me encontraba con corredores en mal estado, incluso uno que esperaba al helicóptero para su evacuación de aquel lugar remoto. Subí al Pic de Núria, 2.794 m y al Pic d'Eina, 2.789, el tramo no se acababa nunca y veía que el tiempo pasaba y el control no aparecía por ningún sitio. La presencia de gente que pronunciaba mi nombre y me animaba en el Pic de Noufonts, 2.861 m, me alentó en momentos de desconcierto. Junto a un grupo de corredores excitados bajé volando hasta el control del Coll de Noufonts, 2.684 m, donde tras pasar el chip una amable y afectada voluntaria nos anunciaba que no habíamos pasado el corte.
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Bajando al máximo de mis posibilidades al Coll de Noufonts... no serviría de nada...
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Sufrí una gran decepción. Pasé el control en 3h 23m, siendo que el corte se situaba en 3h 20m. Por muy poco... sólo 3 minutos. La espada de Damocles cayó sobre mí sin contemplaciones...
No entendía cómo pudo pasar si llevaba 19 minutos de margen y no bajé el ritmo de carrera. Entre refrescos y frutas del avituallamiento intentaba asimilarlo.
Quizás el tramo Finestrelles- Noufonts no está bien compensado respecto del anterior, Puigmal- Finestrelles. Para el anterior, de menor longitud y desniveles daban 1 hora, para éste, bastante más largo y técnico daban sólo 50 minutos. El reglamento es el reglamento y seguí las indicaciones de los voluntarios del control, tomé el GR-11, camino directo de bajada a Núria. Me planteé hacer el resto de la carrera por su recorrido, pero fuera de tiempo... pero no le encontraba sentido, así que me fui, cabizbajo... en medio de un escenario imponente. La contemplación de aquel cielo y de aquellas montañas me relajó, tomé agua y aire y me fui.
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Todos los que paramos en el control estábamos descalificados, desconsolados y tristes. ¡Qué le vamos a hacer!
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Bajando a Núria observaba el Puigmal, lo llevé todo el tiempo delante. Lástima del tiempo que perdí en su ascensión.
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Bajando por el Torrent de Noufonts, cada vez con mayor caudal de agua. Fue mi premio de consolación.
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De esta manera la carrera se convirtió por arte de birlibirloque en un mero entrenamiento, de calidad, eso sí, con 17, 75 kms recorridos, en 4h 8 minutos en total y 2.889 m de desnivel acumulado que espero me hayan de servir para Cavalls del Vent.
Al llegar a la esplanada me reencontré con los amigos con los que compartí parte de esta carrera, Karli, Javi, Raúl, Carlos, Joan...
Enhorabuena a todos.
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En el perfil se ve la subida inicial al Puigmal, la crestería y la bajada desde el Pic de Noufonts.
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El recorrido que realicé, de 3 kms menos que la carrera oficial.
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6 de julio de 2010

Núria- Queralt- Berga 2.010: la estrecha línea que separa el infierno del cielo.

Tantas emociones, tan variadas, tan intensas, tan inolvidables...
96 kms dan para mucho, para vivir todo tipo de situaciones, para pasar en poco tiempo y en poco espacio del cielo al infierno, y al revés... de sentirse tocando las nubes a 2.500 m de altitud a sentirse hundido en el pozo dentro de un barranco húmedo y espeso... de sentirse fuerte y seguro ante el desafío contra el límite de lo humano a sentirse tan flojo y vacío de no ser capaz de dar un paso más...
Tras varios meses de preparación y la participación previa en 2 ultrtrails más cortos, la Travessa del Montseny, de 46 kms, y la Cap de Rec, de 51 kms, llegaba la prueba de ultrafondo más larga y quizás la más dura de toda la temporada, la Travessa Núria- Queralt- Berga, 96 kms, y 9.500 m de desnivel total acumulado, este año en compañía de Paco del Moral y otros 400 participantes más, dispuestos a afrontar el reto de una prueba que el año pasado contó con sólo 165 llegados a meta y en la que hubo más de 300 abandonos y descalificaciones.
Con este panorama me fui a Núria con mi amigo, viviendo un buen ambiente en la subida con el tren cremallera, momentos de toma de contacto y cambio de impresiones con otros participantes.
Pero nada más llegar comenzó un aguacero. La situación era calcada a la del año anterior en que cayó una buena tormenta de granizo nada más comenzar la prueba.
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Con Paco, preparados para comenzar el trail, pero haciendo tiempo en el interior del edificio ante el aguacero que caía afuera.

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El perfil longitudinal de la prueba presentaba las grandes subidas al Pas dels Lladres (+700 m.), a Coll de Pal (+650 m.), al Coll de la Bauma (+700 m.) y a l'Estret del Coll de la Gallina Pelada (+700 m), pero las bajadas no eran menos duras y técnicas, como la de la Molina, de 12 kms y -1.100 m, la del Rebost, de 13 kms y -1.250 m, la de Ferrús, corta pero muy técnica y peligrosa, de -300 m, y la del final de carrera, 4 kms y casi -600 m por los escalones de piedra de Queralt a Berga.
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Los momentos previos a la salida fueron emocionantes, con caras de entusiasmo en todo el mundo, en medio de uno de los parajes más bellos del Pirineo, la Vall de Núria.
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Junto a Paco, ante el lago y sus reflejos de alta montaña, a 2.000 m. de altitud.
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Los truenos y el mal tiempo no alteraron el habitual buen ambiente de la salida de la Núria- Queralt.
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La salida la hice bastante rápida, me coloqué en puestos delanteros, para evitar así las congestiones que se producen en el sendero que va a Fontalba entre participantes y excursionistas libres, rodeando las faldas del Puigmal, la montaña más alta de Girona con 2.910 m.
La llegada al Torrent de Fontalba fue espectacular, oscuras nubes rugientes en las cumbres, tímidos rayos de sol en el fondo de la Vall del Freser, puntitos de colores recorriendo el sendero... y la enorme surgencia de Fontalba, como si fuera una gran herida sangrante en la ladera de la montaña, que surge de golpe, dejando escurrir un gran reguero de espuma y agua pendiente abajo...
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Fontalba y el rastro del sendero que atraviesa por medio de la surgencia.
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Los corredores atravesando la surgencia de Fontalba, primer intento de no mojarse los pies...
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A partir de ese momento comenzaba una bajada hacia la Font de l'Home Mort, a través de pequeños senderos de ganado por laderas muy verticales. El ritmo de los demás era superior al mío y comencé a perder posiciones. El desprendimiento de varias piedras que venían de arriba me inquietó y me puso de mal humor.
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Bajada abierta e inclinada por els Planassos.
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Pasando por la Roca de Quatrecorns, el sol salió lo suficiente para calentar el ambiente y provocar la inevitable tormenta.
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Tras el paso popr el control de la Font de l'Home Mort comenzaba la subida más temida de toda la prueba, subida dura, vertical, áspera, 700 m hasta coronar el Pas dels Lladres, techo de la prueba a más de 2.500 m de altitud, en donde tuve que cruzar 2 veces el Riu de les Clotes para comenzar a llevar los pies mojados durante los 87 kms restantes.
Los truenos dieron paso a la lluvia y conforme ganábamos altura ésta se convertía en granizo y las laderas se llenaban ya de agua.
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Cruzando el Riu de les Clotes, en plena subida al Pas dels Lladres.
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La sensación de frío era muy acusada y la altitud y la pendiente me hicieron bajar el ritmo considerablemente, como al grueso del pelotón en que me encontraba.
Una vez allí arriba comenzaba un prolongado descenso hacia la Collada de Toses, trotando con gusto por lo alto de la divisoria pirenaica, con esa extraña sensación de ir corriendo a la vez por 2 países... en los 2 a la vez, pero en ninguno en concreto...
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Al trote por los prados de la suave divisoria, siempre a más de 2.000 m de altitud. Aún bajo la lluvia, poco a poco me iba recuperando de la subida a Lladres.
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La tormenta se alejaba hacia la localidad francesa de Valcebollère, al norte, y el buen humor volvió al pelotón.
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Paco no quiso dejar de inmortalizar esta preciosa estampa cerca del Cim de Coma Morera (2.213 m).
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Bajando de la Creu de Meians a la Collada de Toses.
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A partir de ese momento, km 22, empecé a encontrarme mal, me dolían las piernas y las rodillas fruto de la prolongada bajada. La pista que conducía a la estación de ferrocarril de la Molina se hizo eterna, con decenas de corredores adelantándome y yo sintiendo por momentos que me hundía más y más tanto física como psicológicamente.
Iba muerto de sed cuando llegué al control de la estación. Bebí abundante agua y zumo de manzana, y tomé un plato de ensalada de patatas esperanzado que eso haría cambiar las cosas...
...Pero nada más lejos de la realidad... en la empinadísima subida por la pista de esquí de Roc Blanc me dí cuenta del error de beber tanto líquido de golpe, y me daba mala gana, mareo, náuseas... y las piernas que no subían. Era un bajón en toda regla en el km 30. El encontrarme con un participante que abandonaba y volvía bajando a la Molina me abrió la posibilidad de hacer yo lo mismo... pero pronto ví las instalaciones de la estación de esquí... y sabía que allí tendría un respiro en forma de trazado horizontal durante un par de kilómetros.
Y me fue bien... así como la conversación con Paco... y la llamada de Xavi Moll que me anunciaba desde el Rebost su increíble gesta en la Cavalls del Vent (13 horas)... y el mensaje de ánimo de Pepe Cros desde Vilassar...
Sin darme cuenta iba manteniendo un ritmo contínuo en la subida, sin descanso, hasta que llegué al frío y ya oscuro Coll de Pal, a 2.000 m de altitud. La noche se cernía sobre nosotros.
Las vistas al otro lado, hacia el sur, eran espectaculares, con perfiles y declives de montañas superpuestas... Rasos de Peguera, Gallina Pelada, Pedraforca, espacios por los que tendríamos que pasar durante las horas y kilómetros siguientes.
La bajada al Rebost fue tranquila y recuperadora, ensimismado en las últimas luces del día y las primeras de la noche, las de Cercs, allá abajo del todo... mientras corrían los rumores de los penalties del partido con Paraguay y me imaginaba el ambiente del Estadio de Cornellà- el Prat en aquellos mismos momentos con el concierto de David Guetta y Black Eyed Peas, dejando Puigllançada (2.409 m) a mis espaldas y respirando un aire puro impregnado del dulce olor de la retama.
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Paco y un grupo con el que compartiríamos largos momentos de la noche, con las siluetas de la Gallina Pelada y el Pedraforca, justo antes de anochecer en la bajada al Rebost.
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El ambiente en el Rebost, control 4, era extraordinario: muchos corredores, voluntarios echando una mano en el repostaje de las camelbags... y una cenita que me sentó de maravilla...
Mejor, porque la bajada a Rigorèixer prometía ser dura, muy dura, con una primera parte por el fondo del barranco del Paller de Dalt muy técnica y peligrosa por los resbalones, en donde no quise arriesgar para nada y en donde fui superado por una docena de alborotados participantes.
Luego nos quedamos en el mayor de los silencios, sin luna, en un bosque cerrado y húmedo que al perder altitud daba sensación de sofoco.
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Sensaciones indescriptibles al correr por el bosque y la montaña con la única luz del frontal.
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La bajada por el espectacular Bac de Diví fue un poco más rápida, manteniendo a nuestros perseguidores a raya hasta llegar a un sonoro y acuático control en Rigorèixer, donde llegamos justo a la media noche, ubicados en el puesto 85 de carrera, llegando con una hora de antelación respecto al año anterior... parecía que todo iba muy bien...
Tras avituallar fruta seguimos el camino por una pista en dirección al Molí de Can Cerdanyola, pasado el ecuador de la carrera, pista con ligera subida en la que fuimos dando alcance a otros participantes, al trote, sintiéndome con ello más seguro y fuerte, escudriñando a la vez las crestas del Moixeró semiocultas en una noche sin luna.
En Can Cerdanyola aproveché, además de para comer y beber, para cambiarme de calcetines... levaba los pies mojados desde la Font de l'Home Mort (42 kms) y comenzaba a sentirme las plantas muy blandas y algo quemadas.
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El cansancio de 51 kms se reflejaba en mi cara... pero me sentía muy bien y con ánimos de subir los 700 m de la Bauma...
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Los 700 m de la subida a la Bauma se me pasaron volando con la vista puesta en un grupo que poco a poco iba desfalleciendo y al que iba dando alcance, pero volviéndome a mojar los pies enseguida al pasar por las Fonts del Bastareny y por el Torrent de Muscurols.
Unos dátiles en el control de la Bauma me dieron alas en la bajada por la Fageda de Gresolet y enseguida dejamos atrás a aquellos corredores, mientras la silueta del Pedraforca quedaba recortada por los destellos de unos lejanos relámpagos.
El sendero por las faldas del Pedraforca, resbaladizo y estrecho, se hizo muy largo e interminable, hasta llegar a la pista del Coll d'Euga, en donde era mi compañero quien no tenía todas consigo y en donde aflojamos un poco el ritmo, hasta llegar a una animada plaza de Saldes, en donde los relámpagos cada vez eran más impactantes y seguidos.
Mientras devorábamos un plato de ensalada de pasta y varios trozos de sandía se puso a llover. Eran las 5 de la madrugada, aún de noche cerrada, y llevaba 2 horas ganadas a la carrera del año anterior... parecía que todo seguía viento en popa...
Pero nada más comenzar la subida al Portet del la Gallina Pelada vimos cómo se tapaba el Pedraforca y cómo una tormenta se venía desde la Serra de Port del Comte alcanzándonos de lleno, con una fuerte descarga eléctrica que ponía los pelos de punta, arreciando la lluvia hasta convertir el ascenso al control del Portet en un sendero resbaladizo y tortuoso. No aflojamos, la energía de la atmósfera nos contagió y terminamos la subida a base de coraje llegando empapados a la carpa de un control atiborrado de corredores que se refugiaban de las inclemencias.
Decidimos salir de allí rápidamente, hacía mucho frío y estábamos empapados y optamos por arriesgar bajo la lluvia en el paso por los cortantes de la Gallina Pelada por la empinada y pedregosa bajada de el Ferrús.
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Al fondo, la Serra de Port del Comte medio tapada por las cortinas de agua, a medio plano, el Portet, y en primer plano, el desplome de cientos de metros verticales del Cap de la Gallina Pelada (2.320 m). El sendero dicurría durante un buen tramo justo por la base de la roca, bajo la caída de chorros de agua y algún que otro pedrusco a causa de la lluvia.
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El paso por la base de las cingleras de la Serra d'Ensija era arriesgado, resbaladizo y, sobre todo en la bajada de piedras al Ferrús, muy técnico. Era el km 79 y todo el mundo llevaba ya los pies destrozados. Varios participantes se quedaban atrás sufriendo lo indecible.
Pero la llegada a la pista plana de la Font de la Bruixa nos dio una nueva dimensión de la prueba, permitiendo correr en buena parte de los tramos, ahora en bajada hacia Peguera, en donde de nuevo la lluvia comenzó a arreciar, hasta el punto de formar regatos y riachuelos y desbocar el tranquilo Riu de Peguera, cuyo paso nos tendría reservada otra sorpresa...
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Paco trota bajo la fuerte lluvia hacia el Roc de Peguera.
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Atravesando sin remedio el Riu de Peguera.
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Con la lluvia el hayedo de la Baga de Peguera estaba muy húmedo y resbaladizo, pero nos empleamos a fondo en la subida, con la sensación de oler meta y la tensión de no querer oir a nadie detás nuestro. A esas alturas el ser adelantado resultaba una mala broma pero no pudimos evitar que algún corredor nos pasase.
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El túnel de la Baga de Peguera, con un suelo embarrado, negro y pestilente.
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Pero tampoco pudimos evitar el ir adelantando a los que peor lo estaban pasando, unos cuantos desde l'Estany hasta Queralt. En el Camí de les Aigües de Queralt Paco se marchó con hambre al oler a meta...
Yo aumenté también el ritmo, quedaban sólo 4 kms, iba pasando corredores y llegué a las escaleras de Queralt. No las conté, mi subconsciente me dice que deben ser 500.000... pero daba igual, empecé a ver gente que me adelantó en el Rebost, y mucho antes, en Toses, y en Fontalba... es lo grande de un ultratrail... es tan largo que nunca sabes cómo vas a acabar... ni siquiera si lo vas a acabar...
La llegada a las calles de Berga me puso frenético y seguí recortando posiciones... así hasta llegar a la meta... 96 kms, 9.500 m de desnivel salvados... y 19 horas y 42 minutos después de darse la salida... 2horas y 48 minutos menos que el año anterior...
400 participantes en una prueba que da miedo, da miedo porque sobraron 150 plazas en un deporte dónde la gente se pega por inscribirse. Pero la Núria- Queralt no perdona, si el año pasado hubo 300 abandonos y descalificados este año han sido 170.
Para mí, llegar en el puesto 65 es un orgullo, me siento muy feliz, sobre todo porque en el km 30 se me pasaba por abandonar.
Quiero felicitar si me leen a todos los que consiguieron llegar, pero a los que no pudieron también. Ellos se merecen igualmente el aplauso que nos dieron a los demás en la llegada, porque también son parte de este gran ultratrail que nos hace a todos de la misma pasta.
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Con Paco, felices en las calles de Berga tras reponernos y cambiarnos de ropa.
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Definitivamente las carreras por montaña me satisfacen más que cualquier otra variante, siendo consciente de que en la ultradistancia me siento como pez en el agua. Gracias a todos los que me habeis dado apoyo, confianza y seguridad en mí mismo. Por eso mismo este modesto puesto 65 que para mí es tan importante también es un éxito vuestro.
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