20 de febrero de 2014

Mediodía en Gisclareny


Dos horas entre una reunión y una visita pueden dar mucho de sí. Y una mañana espléndida en el Berguedà invitaba a dar un paseo en lugar de meterse en cualquier bar a tomar un café.
Gisclareny, un precioso municipio, quizás uno de los más bellos de Barcelona, fue el escenario de esta nueva ruta en raquetas de nieve, a través de un sendero otras veces recorrido bajo el formato de Cavalls del Vent.
Tras verificar la presencia de nieve en cotas bajas tuve el placer de ir y volver desde el Coll de Bena (1.438) hasta el cercano Coll de la Bauma (1.573). Asimilando futuros y nuevos horizontes cotidianos....

Pedraforca (2.506), desde Gisclareny.
La mañana era fría pero soleada. El pronóstico del tiempo daba nieve por la tarde.
Mare de Déu del Roser. Gisclareny.
Prats del Coll de la Bena y Pedraforca.
Coll de la Bena (1.438).
Valls de Bastareny.
Coll de la Bena. Puig de Terrers (2.466).
Subiendo al Coll de la Bauma. El Comabona (2.548) comenzaba a taparse.
Consolidación de taludes en Els Terrers de l'Agustí.
Coll de la Bauma (1.573) y Turó del Forat Negre (1.942). El cielo se tapaba y comenzaba a nevar.
Coll de la Bauma, con los últimos rayos de sol y primeros copos.
Coll de la Bauma y Bosc de Gresolet. El Pedraforca se iba tapando por momentos.
De regreso a Gisclareny tras un paseo delicioso de mediodía.

17 de febrero de 2014

Mi Cadí interior


Ásperas, duras, salvajes, feroces... No cuesta demasiado definir las cualidades de estas montañas que me sedujeron desde el primer día que las visité. Sin vínculos ni arraigos personales aquí me siento curiosamente en casa. Será la luz de las solanas, o quizás las sombras de las umbrías, puede que el olor de sus bosques y barrancos -característico, profundo e intenso-, o tal vez el sabor de sus recias aguas, e incluso los sonidos que se propagan en su atmósfera, de esquilas de vacas y caballos que apacentan en los prados, y de riachuelos perdidos en sus cauces kàrsticos. Una suma de sensaciones y emociones buscadas en los senderos, en los riscos, en los barrancos... abriendo mi interior para dar cabida en mi memoria y en mi corazón a todo este universo.
Cada paso que allí doy no sólo forma parte del viaje por la corteza terrestre materializada en cientos de pliegues y fracturas por los que la tierra expele su energía, esos pasos también forman parte de mi viaje interior, mi Cadí más íntimo.
En absoluta soledad recorro estas montañas. Mis piernas me llevan y mi cerebro me guía, con todo, tomando consciencia del medio y del territorio. En esta ocasión subí desde l'Hostalet a la Boixassa, una larga fractura geológica que tiene continuidad a  través de una sucesión longitudinal de valles y collados, desde Terrers (tocando el Comabona) hasta Sant Julià de Saltor (bajo la cima del Taga) a lo largo de 35 kms. Allí descubres diferentes cuencas, como trazadas con tiralíneas, crestas y canales paralelas que conforman la enorme maraña de pliegues y barrancos que caracteriza a este sector más septentrional del Berguedà.
La soledad, la dificultad del paso por zonas afectadas por la nieve y el hielo acumulado, y  la presencia de barro originado por el deshielo en las cotas más bajas aderezaron el viaje.
Desde la Boixassa me dirigí al Refugi de Sant Jordi- herméticamente cerrado en esta época- y a la Font del Faig, en donde como siempre que puedo, bebí del agua que mana de las entrañas de la Tierra . Después me dirigí de vuelta a l'Hostalet siguiendo el sendero del Riu dels Empedrats a través del profundo desfiladero que el río ha forjado a lo largo de los tiempos.
Un entorno sin duda áspero, duro, salvaje y feroz. Es mi Cadí interior.

L'Hostalet, desde el puente de Cal Cerdanyola, punto de inicio del viaje.
El viaje a realizar siguiendo los senderos de la Boixassa y el Riu dels Empedrats. La topografia de este vasto territorio nos muestra una complejidad tectónica impresionante.
Hayas en la subida por Emprius.
Subiendo por la Solana de la Boixassa descubres de repente las cimas del Pedraforca y el Comabona.
Abrevadero congelado en el Coll de la Pelosa.
Pedraforca (2.506), Comabona (2.547) y Roca de la Moixa (2.053).
Autofoto en la subida por la Solana de la Boixassa.
Robles castigados por el viento y por los efectos del karst.
El Valle del Bastareny, y al final del mismo, Bagà.
Subiendo por la pronunciada Solana de la Boixassa. Las vistas al Pedraforca, Comabona y La Moixa engrandecen el alma.
Sucesión de picos desde el Pas de la Boixassa (1.693): Pedraforca, Comabona, La Moixa y el Cap de la Boixassa.
La temperatura suave y la ausencia de viento me permitieron unos momentos de inserción absoluta en el medio natural y la contemplación del mundo. 
Contemplación del mundo y abstracción de la realidad que nos envuelve en actitud primigenia.
La carena de la Boixassa, el Valle de Galigan y, a lo lejos, el macizo de la Tosa d'Alp- Puigllançada.
Para bajar al Refugi de Sant Jordi y la Font del Faig habia que pasar bajo las paredes verticales del Cap de la Boixassa.
El Valle de Galigan, La Boixassa y el Pas de la Boixassa, por donde crucé minutos antes.
Senderos helados en la bajada a la Font del Faig.
La Bauma de la Font del Faig.
La Font del Faig. Por aquel hueco sale el agua de las entrañas de la tierra.
El Refugi de Sant Jordi (1.561). Hace muchos años llegué a él por primera vez buscando refugio, descanso y consuelo en una tarde de tormenta tras muchas horas recorriendo Cavalls del Vent.
El gran árbol del Torrent de Pendís.
En Escriu, sobre los 1.300 m. de altitud, todavía se fundía la nieve. El barrizal dificultaba mucho el viaje.
La enorme brecha del Estret dels Empedrats.
El deshielo acentúa la espectacularidad de los saltos de agua.
Uno de los saltos menores. Las aguas bajaban cristalinas y, naturalmente, heladas.
El Forat dels Empedrats y el estanque del salto.
El Salt Gran dels Empedrats, escenario de baños y refresco durante el verano.
De vuelta en el Hostalet.
El recorrido realizado entre el complejo sistema de plegamientos de este sector interior del Cadí.
 Sigue el track de esta ruta en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6158624
Cerrando el día pero abriendo etapa en Vall de Bastareny, veïnat de l'Hostalet.

13 de febrero de 2014

Invierno en Estanys de la Pera, esencia del Pirineo y la Cerdanya


6 de los 17 municipios de la comarca de la Cerdanya pertenecen a la provincia de Lleida. Conocía Lles de Cerdanya por partcipar en varias ocasiones en la Marxa Cap de Rec, que partiendo de este refugio que vio los primeros años de vida de Kilian Jornet discurre por los valles de la Llosa, Vallcivera, Madriu y Perafita -éstos 2 en Andorra- y Aransa. Descender del Port de Perafita a Estanys de la Pera siempre fue una gratificante experiencia. El hecho de rememorar vivencias y paisajes del pasado y la posibilidad de descubrir nuevos territorios en estos valles casi vírgenes de Aransa y Lles de Cerdanya cubiertos por un espeso manto de nieve fueron alicientes suficientes para calzarse las raquetas y disfrutar con buenos amigos de estas montañas suaves y bellísimas pero también implacables.


El recorrido propuesto partía del Refugi del Fornell, en la Estació d'Esquí de Fons d'Aransa, a 1.900 mts. de altitud, para tomar la pista de raquetas de la Bassa de Comabella y el sendero de la Font de les Pollineres. Después seguiríamos por el fondo del valle de Aransa hasta la cascada del Salt del Planell Gran, espectacularmente helada, como prácticamente todo lo que encontrábamos a nuestro paso.
El Refugi dels Estanys de la Pera, a 2.360 mts,  tan acogedor en la Marxa Cap de Rec y tan desangelado en pleno invierno fue nuestro objetivo, parando lo justo para reponer fuerzas y descansar brevemente antes de reiniciar la marcha y bajar a los dos lagos, el Estany Gran y el Estany Petit de la Pera, cuando más azotaba el viento y más fríos estábamos los 18 asistentes a esta ruta.
De nuevo en el fondo del valle y entrados en calor, disfrutamos de un inolvidable día de raquetas entre interminables bromas y risas para volver a la Font de les Pollineres y allí tomar la pista en dirección al Refugi de Prat Miró y regresar así a la Estació d'Aransa, eso sí, por los márgenes, para no estropear la perfecta alfombra nevada de la pista de esquí nórdico.

Estació d'Esquí Nòrdic d'Aransa. Me acompañaron en esta aventura Jesús, Siscu, Paco, Loli, Paul, Núria Ciurana, Núria Avellà, Massa, Marta, Raquel, Mª Josep, Hugo, Mercè, Rosa Franquet, Rosa Amorós, Pili y Nandu. Un placer estar con todos ellos.
Con las paredes del Cadí de decorado hacia el sur, emprendimos la marcha hacia Les Pollineres y de allí a Estanys de la Pera, a pocos cientos de metros de la frontera con Andorra. Una vez aquí volvimos a la Estació d'Esquí Nòrdic d'Aransa por la pista del Refugi de Prat Miró, en medio de un paisaje sobrio, ondulado e imponente.
Iglú para juegos junto a la pista de trineos de la Estació d'Esquí Nòrdic d'Aransa.
Por el camino de la Bassa de Comabella.
Loli y Paco, en medio de los abetos.
Ascendiendo por el Fener de Vallcebre. El paisaje y la luz del día nos mantenían en un cuento.
El Fener de Vallcebre. El sol peleaba por salir, pero sólo lograba proyectar penumbras.
Núria, Raquel y Hugo me acompañaban en la subida por el valle de Aransa.
Pequeño alto para el relax. Las primeras cimas se ofrecían: El Pic de la Colilla (2.835).
Valle abajo el sol se mostraba como un eclipse.
Rosa nos esperó en el repechón del Riu del Molí.
Raqueteando con bríos. Foto de Rosa Amorós.
Raquel y Núria se abrazan a un abeto.
La energía del sol acumulada en los cloroplastos de las gimnospermas (pinos y abetos) es un regalo para todo aquel que quiera abrazarse a ellos.
Subiendo a  Les Pollineres. El Riu del Molí de hacía paso entre las nieves.
El Pla de les Pollineres. Vistas espectaculares y placer absoluto para la vista y el oído. El Pic de Perafita (2.753) domina el fondo del valle.
Valle abajo en Les Pollineres.
Autofoto en Les Pollineres. El ambiente, la luz, la atmósfera, el paisaje... era mágico...
Tras el reagrupamiento emprendimos la marcha hacia la cascada helada. Núria Ciurana pasa sobre el río por puentes de nieve.
Raquel y Núria Avellà me preceden al pasar junto al río, casi tapado por el grueso manto de nieve.
El Planell Gran. El valle se abre y mira a sus cimas: Monturull (2.761), Pic de Perafita (2.753) y Pic del Sirvent (2.746).
Valle abajo. Pic del Coll de la Barra (2.632).
Llegando al Salt del Planell Gran. En otras épocas se oye su rugido en todo el valle. Ahora permanece mudo y helado.
Aproximándome al salto. Foto de Núria Ciurana.
El grupo se aproxima al salto. Enormes gruesos de nieve rodean a la cascada helada del Salt del Planell Gran.
Marta rellena su cantimplora a duras penas en el salto.
Registrando emociones y sensaciones. Foto de Núria Ciurana.
Pequeños chorros del deshielo diurno resbalan entre los carámbanos de la cascada.
Remontando la cabecera del valle, con el Pic de Perafita (2.753) dominando el paisaje.
Por el sendero que sube al Refugi dels Estanys de la Pera.
Avistamiento del Refugi dels Estanys de la Pera.
Valle abajo, Rosa Franquet se felicita por conseguir el reto de llegar al refugio.
Valle abajo desde el refugio. Pic del Coll de la Barra (2.632).
Refugi dels Estanys de la Pera.
Refugi dels Estanys de la Pera y Port de Perafita (2.574), escenarios y vivencias de la Marxa Cap de Rec.
Breve parada para descansar y comer junto al refugio. Un lugar de ensueño, pero el tiempo empeoraba por momentos. El viento comenzaba a soplar con fuerza y nos invitaba a irnos de allí cuanto antes. Estábamos a -4ºC pero la sensación térmica era ciertamente ártica.
El Refugi dels Estanys de la Pera, a 2.357 mts de altitud.
Jesús y Massa me preceden siguiendo al grueso del grupo en dirección al Estany Gran de la Pera.
Núria Avellà y Paul pasan junto a mí, decenas de metros por encima del Estany Petit de la Pera.
Dejamos atrás el refugio y nos vamos al Estany Gran de la Pera. Algunos presentaban claros síntomas de congelación en las manos.
Las nubes corrían deprisa sobre Monturull (2.761) y el Pic de Perafita (2.753). La caravana de raquetistas subía por el sendero del Estany Gran.
El repecho del Estany Gran. La fila de amigos dibujaba eses en el blanco y tupido tapiz de nieve.
El Estany Gran de  la Pera, completamente helado y sin contorno. Las únicas referencias eran el Pic de Perafita (2.753) y la pared vertical de la montaña que delimita la orilla norte del lago.
Pic de Perafita (2.753), Port de Perafita (2.574)  y Estany Gran de la Pera (2.350). Reagrupamiento en la hipotética orilla del lago.
Bajando a la carrera al Estany Petit de la Pera.
Bajando a la carrera al Estany Petit de la Pera.
Estany Petit de la Pera, completamente helado, nevado y desdibujado. El sol parcialmente eclipsado proyectando sólo penumbras.
Pic de Perafita desde el Estany Petit de la Pera.
Núria y Siscu, a orillas del Estany Petit de la Pera.
Condiciones de vida extrema.
Bajando a Les Pollineres. Parecía que el sol se abría huecos.
La dureza del clima puede con los abetos más longevos. Cerca de Les Pollineres.
Montaña arriba, Monturull (2.761).
Dejarse caer sobre la nieve primavera es un enorme placer. Que se lo pregunten a Pili, Núria Avellà, Núria Ciurana, Rosa Amorós, Raquel, Rosa Franquet y Mercè.
Raquel y Pili bajan animosas a Les Pollineres.
Rosa Amorós, Mª Josep, Jesús y Mercè encabezan el resto del grupo.
Auténtico paisaje de cuento.
En la Pleta de la Pera, cerca de la Font de les Pollineres. Foto de Hugo Urízar.
Agazapado en un ventisquero. Foto de Rosa Amorós.
Subiendo al Pas de la Pera (2.151).
El sol se abría huecos cuando subíamos al Pas de la Pera, por la pista del Refugi de Prat Miró.
Disfrutando del dia con los amigos: Rosa Amorós, Massa, Raquel y Hugo. Foto de Rosa Amorós.
Pic de Coma Extremera (2.808).
Pas de la Pera (2.151).
Tímidas sombras cuando bajábamos al Refugi de Prat Miró.
Espléndido Prat Miró.
Huellas de algún animalillo de la montaña.
Cae la tarde sobre el valle de Aransa. El sol, en un último intento, pretende abrirse paso entre las nubes.
Refugi de Prat Miró.
Valle abajo, con el Cadí tapado al otro lado del valle.
Dejamos atrás el Refugi de Prat Miró.
La tarde se cerraba al llegar al Refugi del Fornell.
El recorrido realizado por los bosques y prados de Aransa. Sigue el track de la sesión de raquetas en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6132171
Después de 15 kms con 1.050 mts. de desniveles acumulados, y todo el tiempo a temperaturas bajo cero, nos merecíamos descanso y una buena comida en el refugio: Trinxat de la Cerdanya y el placer de compartir la mesa con unos amigos de primer nivel. Hasta la próxima...