Por 2º año consecutivo hemos podido disfrutar de una excelente quedada kayaki en el Embalse de Canelles, navegando a lo largo del Congost de Fet, desfiladero semisumergido de gran encanto y belleza. Este año el bajo nivel de las aguas permitió descubrir nuevos rincones habitualmente ocultos.
Cerca de 40 kayakistas disfrutamos de las excelencias del paisaje, del recorrido y de las atenciones que nos brindó Jordi Curià Pascual, quien lo tuvo todo pensado en cuanto a timing, accesos, recorrido, logística, comida... Un 10 por su enorme aportación para que lo pasáramos en grande en su tierra.
Los que pudimos llegar el día anterior tuvimos la suerte de celebrar una cena a orillas del pantano, compartiendo todo por todos, con gratificantes conversaciones sobre el presente, pasado y futuro de cada uno de nosotros. Pasada la media noche volvimos a navegar bajo las estrellas, este año en la más absoluta oscuridad, sin luna, pero surcando unas aguas en las que se reflejaban estrellas y constelaciones, era como navegar por el espacio...
 
 Preparando las tiendas para pasar la noche, con Quico López, Eudald Escriu Alarcon y Jose Luis Peña.
 
 Fue fantástico vover a compartir paleadas con viejos amigos, con Eudald Escriu Alarcon y Quico López.
 
 La oscuridad y el silencio de las aguas de Canelles pasada la media noche.

 Mirad... Centauro... Orión... Stella Polaris... Casiopea..., con Jose Luis Peña.
 
 Marta Farré en plena kayakada nocturna.

 Despertar en Canelles, con Richart Gomà Hipólito y Montse Bertran.

 Los preparativos.

 El pantano nos acogía con todo su esplendor.

 La foto de familia con buena parte de los 40 participantes, poco antes de comenzar a palear, en la orilla de Blancafort.

 Marta Farré se protege del sol implacable.

 Violeta y Dolors, hicieron un buen K-2.

 La Quadra de Blancafort, impresionante formación geológica que busca tangencias con la lámina de agua.

 Entramos en el largísimo Congost de Fet.

 Eudald y su pala groenlandesa, con Eudald Escriu Alarcon.
 
 El bajo nivel de las aguas ofrecía nuevas perspectivas.

 Intentando sincronizar.

 Palas blancas. Foto de Richart Gomà Hipólito.

 Les Conclúes de Millà.

 Lo Sirulot.

 Los buitres se dejaron ver al pasar por la Quadreta.

 Quietud absoluta en el fondo del Congost.

 Les Conclúes de Millà.

 Aguja semisumergida, con Richart Gomà Hipólito.

 Marta Farré se quería esconder en es ta cueva.

 Francesc también lo intentó.

 Las colosales paredes verticales de les Conclúes de Millà.

 Hizo un día espectacular de sol y calor, pero la brisa en el fondo del Congost de Fet nos refrescaba, con Montse Bertran.

 Qué pequeños somos...

 Lo Sirulot, con Karli Puig Vinardell.

 Lo Senglarot, con Jordi Curià Pascual.

 Eudald, diminuto, dentro de la cueva de la Reclúa.
 
 El agua y el sol daban relejos turquesa en la roca, con Eudald Escriu Alarcon.
 
 El bajo nivel del agua dejó a la vista este lugar tan bonito, con Eudald Escriu Alarcon.

 La cueva, con los reflejos que daban el sol y el agua.

 Agujero dentro de la cueva.

 Caprichoso modelaje del Congost de Fet.

Luces, reflejos, formas, sombras...
 
 El Congost de Fet es una sucesión de estrechos.

 A veces parecía que navegábamos por el cielo.

 Pequeña parada de reagrupamiento.

 Las crestas de la Crenxa y el Castell del Fuït.

 La Torre de les Conclúes.

 El Castell del Fuït y la Torre de les Conclúes.

 El Castell del Fuït y la Crestellera de Savinós.

 El Estret de Fet.

 El Estret de Fet.

 Ángulos de incidencia.

 Navegar en Matrix.

 Realidad geométrica.

 El Estret de Fet.

 Llegando al vaso de Corçà.

El estrecho Congost de Fet da paso a un ensanchamiento suave y apacible.
 
Llegando al punto de retorno, cerca del Embarcador de Corçà, con Montse Bertran.
 
 De vuelta, con Manel Martin.

 Almas del pantano.

 Inercias en la orilla. Al fondo aparecía el Montsec d'Ares.

 De vuelta, la Torre de les Conclúes y el estrechísimo Estret de Fet.

 A la izquierda les Conclúes de Millà y a la derecha les Reconclúes.

 El declive de Vulturina busca las líneas cóncavas de los estratos de la Quadra de Blancafort.

 Vulturina y La Quadra de Blancafort, uniendo sus perfiles geológicos.

 Tras la paleada y el reconfortante baño, comida de hermandad preparada por el Alberg d'Àger.

Marta Farré hizo los honores de repartir la fideuá. Fue la mejor manera de reponer fuerzas.