24 de noviembre de 2012

No y no, el Otoño no es triste: 5º Descenso Otoñal del Ebro

Por 5º año consecutivo, y desde el foro kayakdemar.org, hemos tenido la ocasión de compartir horas de amistad, kayak y bucolismo otoñal en una de las quedadas más multitudinarias de cuantas se realizan en la península.
Lo que comenzó como un encuentro entre pocos amigos, no más de una docena, en el otoño de 2.008, se ha convertido en una bajada tradicional en la que gustan participar tanto kayakistas experimentados como aquellos noveles que desean dar sus primeras paleadas en un río tranquilo y amable, y en una estación que contra lo que pudiera parecer siempre resulta muy templada y agradable.
Estadísticamente el 3er domingo de noviembre es el menos lluvioso del otoño. Pero este año parecía que se iban a romper todas las estadísticas y las aceptables previsiones iniciales.
El día anterior vivió un auténtico diluvio en la zona, con precipitaciones acumuladas cercanas a los 100 litros. Los amigos que palearon entre Ascó y Garcia lo hicieron bajo la lluvia. Nuestra llegada la tarde del sábado también vivió el intenso aguacero. De esa manera, agazapados en los coches y en las tiendas, los asistentes pudimos disfrutar de un sueño temprano sin poderlo hacer de la tradicional cena y fiesta kayaki a orillas del río.
 
 Mientras afuera caía un diluvio, Alfonso y yo cenábamos en el coche con los asientos abatidos, poco antes de un temprano sueño. — con Alfonso Rodilla.
 
 Por la mañana las nubes todavía escurrían agua, pero el Ebro bajaba sereno y amable.

 El embarcadero de Garcia, aún tranquilo, poco antes de la llegada de los 80 participantes.
 
 A las 8:30 seguía lloviendo y comenzaban a llegar amigos. El ambiente otoñal en el embarcadero de Garcia era maravilloso.

Pero la estadística del 3er domingo de noviembre acabó cumpliéndose, y desde las 10 de la mañana no cayó ni una sola gota, eso sí, en medio de un ambiente fresco, húmedo, nebuloso y 100% bucólico, pero también desbordante de luces, tonos cromáticos y emociones.
Finalmente, unos 80 de los 120 kayakistas que se habían apuntado a esta quedada libre y gratuíta pudimos reencontrarnos con nosotros mismos, con el río, con los olores y colores, y tuvimos la ocasión de dar la bienvenida a la comunidad kayakista a muchos que quisieron experimentar por primera vez la sensación de dejarse fluír por las aguas del gran río Ebro.

 Una vez estuvieron todos en el agua yo también me dispuse a disfrutar del descenso. Foto de Jordi Hernandez Hita.
 
 Llegando al reagrupamiento solidario de Móra d'Ebre. Foto de Albert Jiménez.

 Saludos a unos y a otros. El encuentro en el embarcadero fue muy breve, pero durante el descenso pudimos establecer muchas conversaciones. Foto de Jordi Curià Pascual.
 
 Compartiendo paleadas en un rio tranquilo, con unos bosques de ribera verdaderamente espectaculares. Foto de Núria Avellà. — con Alfonso Rodilla.

 Para reponer fuerzas le habíamos encargado una fideuà (plato catalán asimilado de la paella según Carlos Fadrique) a la Mariola, en Miravet, imprescindible punto intermedio y parada obligatoria. Foto de Albert Jiménez.
 
 El grueso del descenso, remando en un ambiente de absoluta calma. Ningún año habíamos tenido una quedada sin viento.

 Llegando a la Muntanya de Pegna.
 
 Este tramo del rio es salvaje y natural. Los bosques llegan hasta la orilla del río y los acantilados abundan. Nada diría que estamos a pocas decenas de kms de su desembocadura.

 Remando tras pasar por el viejo molino árabe. Foto de Pilar Alonso.
 
 Llegando al Pas de Barrufemes.

 Cerca del Pas de Barrufemes. L'Astet.
 
 Charlas amenas. Pasando por la Platja del Puntal.

 El Pas de Barrufemes y la Roca Folletera.
 
 La Roca Folletera.

 El Pas de Barrufemes. La vegetación es exhuberante.
 
 Quietud absoluta. Una vez más parecía que navegábamos en las nubes.

 Reflejos.
 
 Los últimos momentos del descenso. Tranquilidad absoluta, silencio, quietud. Foto de Lluis Joan Josep.

 Cae la tarde, la luz. La quietud gana.
 
 Nubes en los Ports de Tortosa. Las turbulencias en la atmósfera contrastaban con la quietud a ras de agua.
 
 El paisaje era de ensueño. Nada hace pensar en un rio cercano a su desembocadura.
 
 Llegando al Mas de Vallespí.

 Las riberas amarillas decoran el recorrido.
 
 Sin palabras. Ebro en estado puro.
 
 Sorprendentemente no soplaba ni una brizna de aire.
 
 Llegando a Benifallet, completamente abducido por el rio y sus riberas... y escuchando el silencio de la tarde. Foto de Lluis Joan Josep.

 Para quedarse a vivir...
 
 Llegando a Benifallet. Serra de Cardó.

 Llegando a Benifallet. El Pont del Llaguter anuncia el final de un Descenso memorable.
 
Lluis Joan Josep, surcando las aguas de su río desde que nació.

De García a Benifallet, como es habitual en la Otoñal, 30 kms de auténtico lujo para demostrar que el otoño no es triste. Los que estuvimos allí lo certificamos.

Menos, este año menos lluvia: Marató del Montseny 2.012

2ª edición de la Marató del Montseny, este año con mucha menos lluvia que el anterior, pero la suficiente para que oliera a fresco, a bosque, a hojas caídas... todo ello con la visión de unas laderas con el amarillo, ocre y rojo de los bosques del Montseny.

Esta vez fui con Bruno y Jordi, con los que ya había compartido montaña, lucha y sueño en otras ocasiones. Además, en la salida me encontré con muchos amigos a los que siempre resulta agradabilísimo encontrarse y con los que es un placer compartir emociones y afición.
 
Encantadora y grandísima corredora, no cabe otra definición para Olga Manko.
 
 El tridente de la Serra de Marina.
 
 Tensión en la salida. En esos momentos no lo tenía ya nada claro.

La estrategia la tenía programada: tenía que llegar a Sant Bernat con el margen suficiente para poder afrontar después los cortes de paso más exigentes de Sant Marçal y el Turó de l'Home. Y así fue. A pesar de que en la pista de Mosqueroles me quedé de los últimos, las piernas acusaban aún el Ultra Trail de la Serra del Montsant, poco a poco fui entrando en carrera y llegué a Sant Bernat con 30 minutos de ahorro.

 Por la pista de Mosqueroles a Fontmartina. Ya iba de los últimos.
 
 Llegando a Fontmartina.

 Llegando a Les Illes.
 
 Avituallando sin perder tiempo en Sant Bernat. Foto de Rosa M Amorós.

Con Rosa M Amorós, su alegría y ánimo fueron contagiosos. Gracias mil.
 
Sant Bernat, tras parar brevemente a reponer fuerzas.
 
La tremendísima subida de 800 m al Matagalls la realicé bastante bien. Allí apreté las palmas contra los muslos y adelanté a bastantes desfondados. En la preciosa bajada a Sant Marçal las hojas ocultaban hoyos y piedras y no quise arriesgar tobillos, llegando con sólo 5 minutos de margen al control.
Me encontré a Bruno y sin más pausa nos fuimos para Les Agudes.
 
Subiendo a Matagalls las nubes se abrían y cerraban y a veces dejaban ver el horizonte luminoso y plateado de un lejanísimo Mediterráneo.
 
 Al llegar a Les Agudes las nubes dejaban ver retazos de las laderas del Matagalls.

El bosque me atrapó... el olor... la luz tamizada... el sonido hueco de voces lejanas... era ajeno al mundo... flotaba en una atmósfera como de cuento medieval. La ladera de enfrente, Matagalls, me hipnotizaba con sus colores, la niebla ocultaba la cima a la que me dirigía y los isquiotibilaes se me reventaban. Me quedé clavado y apenas avanzaba, pero apreté dientes y palmas en los muslos y tiré para arriba como pude.
Sortear las pedreras era un infierno, pero recibía impulsos de mi cerebro, de los deseos y ánimos de mi familia y amigos para completar esta maratón. Recordaba el último giro a la derecha que me había de llevar al Coll de Sacarbassa, en donde una crestería espectacular me esperaba para llevarme costase lo que costase hasta el Turó de l'Home.

 La crestería espectacular del Montseny conducía hasta el Turó de l'Home, cono que había que subir y bajar en un agradecido capricho regalo de la organización de la Marató del Montseny. Foto de Rosa M Amorós.

Allí alcancé de nuevo a Bruno y pasamos sobre la hora de corte, pero nos tiramos volando para abajo. Esperaban 1.500 m de bajada incesante y estresante, primero por una tartera pedregosa, fea y antipática, y luego por unas pistas forestales que nos permitieron coger velocidad.
En Fontmartina, km 33.5, unos escobas se preparaban para salir y nos fuimos pero pitando... En los últimos kilómetros había que correr mucho. Fuimos a saco, cada uno al ritmo que podía, sintiendo cómo estallaban isquios y cuádriceps, pero había que llegar como fuera y cuanto antes. El paso por 3 veces del río me paralizó, como a otro par de corredores a los que adelanté... pero pronto oí la megafonía y los aplausos de la meta, una meta en la que me esperaban Jordi Nuñez, que hacía rato había llegado, y Rosa M Amorós, que esperó hasta que llegamos para compartir con nosotros la alegría de entrar en meta.

 Entrando en meta. Foto de Rosa M Amorós.

 Emotivo abrazo con Jordi Nuñez. Foto de Rosa M Amorós.

 Fondistes Vilassar de Dalt, ambos finshers de la 2ª Marató del Montseny. Foto de Rosa M Amorós.
 
 Un gustazo verse en esta pantalla. Otro detalle de calidad de la organización de la Marató del Montseny.

43.5 kms, 5.400 m de desniveles acumulados, en 8 horas y 7 minutos. Teniendo en cuenta que había más de 500 participantes estoy más que satisfecho de mi 376ª posición.