Después del intento frustrado de Cavalls del Vent, en que me tuve que retirar por varias caídas, afrontaba esta competición de la que guardaba un inmejorable sabor de boca del año pasado.
El reto era importante: hacer por primera vez una carrera de más de 100 kms.
Hay cifras redondas que son simbólicas, y ésta lo es en la ultradistancia. Técnicamente, de los 97 kms de la Vuelta al Aneto a los 100 del UTSM no había de encontrar muchas más dificultades en cuanto al acumulado de distancias, no así de desniveles, 8.000 m, con subidas que en ningún caso superan los 500 m+.
Por ello, y en vistas del añadido de 3 kms respecto de la edición del año anterior, y considerando la marca que entonces hice, 18 horas, opté por plantear una estrategia conservadora, acompañando y disfrutando de la presencia de Bruno, debutante en el ultrafondo, y de Pepe, que venía de hacer la Botamarges y no debía permitirse a priori demasiadas alegrías. Así que... pacto implícito de no agresión con las vistas puestas en disfrutar de todos y cada uno de los 100 kms, de cada rincón, de los paisajes, de las subidas, de las bajadas... y de toda la gente del ultrafondo que se dió cita en Cornudella de Montsant, entre quienes me encontré con un buen número de amigos.
El reto era importante: hacer por primera vez una carrera de más de 100 kms.
Hay cifras redondas que son simbólicas, y ésta lo es en la ultradistancia. Técnicamente, de los 97 kms de la Vuelta al Aneto a los 100 del UTSM no había de encontrar muchas más dificultades en cuanto al acumulado de distancias, no así de desniveles, 8.000 m, con subidas que en ningún caso superan los 500 m+.
Por ello, y en vistas del añadido de 3 kms respecto de la edición del año anterior, y considerando la marca que entonces hice, 18 horas, opté por plantear una estrategia conservadora, acompañando y disfrutando de la presencia de Bruno, debutante en el ultrafondo, y de Pepe, que venía de hacer la Botamarges y no debía permitirse a priori demasiadas alegrías. Así que... pacto implícito de no agresión con las vistas puestas en disfrutar de todos y cada uno de los 100 kms, de cada rincón, de los paisajes, de las subidas, de las bajadas... y de toda la gente del ultrafondo que se dió cita en Cornudella de Montsant, entre quienes me encontré con un buen número de amigos.
Con Bruno y Pepe, con los que me embarqué en esta nueva aventura, para intentar, siguiendo su ritmo, acabar con cierta solvencia la carrera.
Con Dani Sugrañes, hemos coincidido en otras carreras en las que nos las hemos visto de todos los colores. Además, me encontré también a otros amigos del Maresme, como Jordi Lecina y Raul Sales. Los 3 hicieron una gran carrera.
Con Dolors Puig, la alegria de la ultra-huerta. Su presencia es oxígeno puro para quien la acompañe, y así lo pude comprobar en un sector de la carrera.
Con Salva Tello, nos conocíamos por facebook y teníamos ganas de conocernos en persona. Desgraciadamente sufrió mucho en una bajada y tuvo que retirarse. Espero que se recupere muy pronto. También me encontré con Artur Ballfegó, con quien completé el UTSM el año pasado.
Con Dolors Puig, la alegria de la ultra-huerta. Su presencia es oxígeno puro para quien la acompañe, y así lo pude comprobar en un sector de la carrera.
Con Salva Tello, nos conocíamos por facebook y teníamos ganas de conocernos en persona. Desgraciadamente sufrió mucho en una bajada y tuvo que retirarse. Espero que se recupere muy pronto. También me encontré con Artur Ballfegó, con quien completé el UTSM el año pasado.
Ambiente dentro de la carrera aún por las calles de Cornudella de Montsant.
Subida al Primer Coll, antes de Albarca, la fila de corredores era muy vistosa. En este tramo aún acompañaba a Dani y a Raúl.
Raúl aún tuvo tiempo de hacernos esta foto a Dani y a mí en la subida al Primer Coll.
Pepe sobrevuela el Priorat. Las vistas eran espectaculares. Estábamos a punto de llegar al control del Grau Gran, km 10. Íbamos fenomenal.
Pepe y Bruno a punto de pasar por la Mare de Déu de Montsant, referente espiritual de la montaña.
En la zona del Portell del Peret había numerosas cuevas y precipicios. El adorno otoñal era fantástico. Bruno, Pepe, Pedro Serrano... todos pasando por este delicioso lugar.
En la bajada a Ulldemolins Bruno se sintió inseguro y tuvimos que aflojar. Al pasar por Sant Antoni decidimos continuar caminando, intentando llevar un ritmo alto.
Entrando en el Congost de Fraguerau. En los tramos planos y fáciles aprovechábamos para trotar.
Congost de Fraguerau, por donde discurre el Riu de Montsant y el UTSM a lo largo de 17 kms interminables, sin controles ni avituallamientos. La sensación que se tiene es que una vez dentro tienes que salir de allí como sea...
Dolors Puig y su grupo, poniendo alegría a su paso, sobre el puente colgante del Pantano de Margalef.
En Margalef, paraíso mundial de la escalada, nos atiborramos de agua, nos habíamos quedado sin nada a lo largo de Fraguerau y al llegar al pueblo disfrutamos del líquido elemento. Además, fuimos comiendo las bolas receta de Angela que nos recomendó en una sesión de entrenamiento este verano por Prats d'Aguiló.
La famosa roca que el Coyote le pone a Correcaminos pende sobre Pepe y Bruno, a nuestro paso por La Bisbal de Falset, a donde llegamos con 1 h 30 m de margen sobre el corte.
En momentos de flojera colectiva nos encontramos con Mireia Díaz. Entre todos nos animamos y subimos sin tregua al Serrador, novedad este año, y muy dura.
Al pasar por la Mare de Déu de la Foia el sol comenzaba a ocultarse. Pepe y Bruno describían estas siluetas con el atardecer.
Enigmática ermita de Sant Roc, construída en una cueva, en la bajada a Cabacès.
Qué buena cena nos había programado la organización en Cabacès. Local calentito, ensalada de pasta deliciosa, y unos croissants con chocolate suculentos. Allí de nuevo pudimos charlar con los que nos precedían, con los que llegaban y con los que desgraciadamente tenían que abandonar.
Tras el breve descanso salimos de Cabacès para afrontar el tramo de 46 kms nocturnos, y con sólo 40 minutos de margen sobre el corte... teníamos que ir ganando minutos...
En la subida a La Figuera Bruno demostró que se empezaba a encontar mejor que nosotros a pesar de hasta aquí le fuimos esperando... los acumulados de toda la temporada de Pepe y míos quizás se empezaban a notar...pero tenían que pasar más cosas..
La bajada técnica a la Vilella Baixa fue dura como esperaba. Y además comencé a notarme ampollas en los pies... y Pepe también... este factor nos dejaría a los dos muy mermados en terrenos pedregosos...
Mientras Bruno iba ligero, Pepe y yo manteníamos nuestro ritmo, con los pies completamente llagados. La luna hizo su aparición y llegamos al control de la Vilella Alta.
La debilidad, la zozobra, el pesimismo y el desánimo se adueñaron de mi mente poco antes de llegar a Escaladei, km 80, 16 horas después de darse la salida. Además, un voluntario informaba de la necesidad de usar el gps y el mapa en lo alto de Montsant, debido al fuerte viento y la niebla. Pero al igual que sucediera en Artiga de Lin en La Vuelta al Aneto, tenía un ángel de la guarda que me alejó de los demonios del abandono: mis compañeros me alentaron para vencer el dolor que sentía en la planta de los pies, bebí, comí, descansé unos minutos y me puse en marcha con ellos dispuesto a subir por la Grieta de Escaladei al cielo...
La subida a Serra Major desde Escaladei es de una dureza cruel y extrema. Con 17 horas y 85 kms en las piernas, y en plena madrugada, has de agarrarte con fuerza con las manos a los cables y a los salientes de las rocas para salvar decenas de metros de desnivel, pasando por una canal estrecha en la que cualquier fallo ó error te convierte en la manzana de Galileo...
El paso por Serra Major fue muy duro y complicado. El terreno era pedregoso y punzante y a Pepe y a mí nos perjudicaba muchísimo. Bruno nos servía de guía, encontrando sin problemas las marcas de carrera, y nos esperaba si hacía falta. Artur Ballfegó nos pasó animado y sus luces se fueron alejando en la inmensidad pétrea del Montsant... hasta que llegamos al control de Serra Major, para comenzar a bajar por la Canal de La Morera de Montsant, durísima, sin duda lo peor de todo el UTSM, en donde a duras penas podíamos avanzar por los senderos de piedra suelta y roca viva, con los pies completamente destrozados.
Superado este punto de dificultad Bruno se fue hacia meta para intentar recortar minutos y posiciones y Pepe y yo comenzamos a trotar. Tras fichar en La Morera olimos también la meta y ello nos dio subidón. Fuimos corriendo por unas sendas blandas y suaves hasta la misma línea de meta, disfrutando de 8 kms finales de auténtico lujo, alejándonos del grupo que nos seguía y llegando a meta con la sensación de haber podido correr muchos más kms, muchos más de 100...
Al final, entramos en meta con más de 2 horas de margen, parando el reloj en 21 horas y 44 minutos en el puesto 198.
Apretando las manos con Pepe tras llegar a meta. Él mejoró su marca a pesar de los problemas plantares y de los 3 kms añadidos por la organización. Su presencia a lo largo de toda la carrera me mostró la grandeza de su persona, me dio energía y me enseñó el camino a seguir... Todo un referente para mí.