La decisión no fue nada fácil pero la situación dentro de la carrera me obligó a ello. Pasadas la horas intento relativizar lo ocurrido y gestionarlo de manera que quede simplemente como una nueva experiencia vital que he de superar el próximo año. El ímpetu y la pasión que siento por el "puto monte" hacen que anhele casi desesperadamente la llegada de la próxima edición de una de las mejores carreras del mundo: Nature Trails Cavalls del Vent.
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Desde la tarde anterior ya se respiraba un fenomenal ambiente de corredor de montaña por las calles de Bagà, sede de Cavalls del Vent y punto neurálgico del Parc Natural del Cadí- Moixeró, y en especial durante la impecable presentación y briefing de una carrera que contaba con un elenco impresionante de participantes.
Tras una noche agitada por la inesperada e inexplicable aparición de rampas en los gemelos llegó el momento de acudir a la Plaça de la Porxada, en donde se daría la salida y en donde pude coincidir con algunos amigos y celebridades, que colaboraban a dar realce a una magnífica carrera. Los nervios estaban a flor de piel en una mañana fresca de Octubre:
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Con Kilian Jornet, reciente vencedor del UTMB y con toda seguridad y sin despreciar a los demás, el mejor corredor de montaña del mundo. Estuvo simpatiquísimo con todos los que quisieron fotografiarse con él..
Con Iker Carrera, 2º en el UTMB, un tipo formidable.. Con los amigos, Toni López y Xavi Moll..
Con Pere Massó, compañero de fatigas en diferentes ultras en los últimos tiempos..
Dispuesto a tomar la salida. La música de "El último mohicano" puso los pelos de punta a todos y cada uno de los 750 participantes. Por delante esperaban 84,5 kms y 12.180 m de desnivel total acumulado, y para mí el cerrar un ciclo de 3 años consecutivos en diferentes modalidades de esta prueba: 2 días (35h), 1 día (18h) y Nature Trails Cavalls del Vent en que debutaba..
Había preparado a conciencia esta carrera, había entrenado carrera por pistas en subidas pronunciadas, había hecho muchas bajadas técnicas y entrenamientos y otras competiciones en altura durante toda la temporada, incluso ensayé la subida al Rebost y Niu de l'Aliga para controlar ritmos y los 2 cortes de paso más exigentes de la carrera. Disponía de 2 horas para llegar al Rebost y 4,5 para alcanzar el Niu, techo de la prueba tras 1.900 m de desnivel en subida en sólo 13 kms.
Salí rápido, corriendo siempre que la aglomeración de corredores en los primeros embudos no lo impedía. Llegué al Paller de Dalt un poco alto de pulsaciones pero luego, siguiendo la fila de corredores por la Canal Mala pude ir recuperándome, así apenas tuve que parar por los tapones, factor que me preocupaba para poder pasar los cortes sin sorpresas.
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Tras cruzar la carretera de Coll de Pal, en donde una muchedumbre animaba sin parar a los participantes, llegué al control 1, en el Rebost, con 30 minutos de margen sobre el corte. Allí paré a hidratarme, y a alimentarme con frutas y con unas maravillosas vistas sobre el Comabona y el Pedraforca. El margen ganado me permitiría seguir subiendo con más tranquilidad y bajando el ritmo hasta el Niu de l'Aliga.
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Pasando junto a las vacas por los prados verdes del Pla Bagà.
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La subida desprovista de Comafloriu permitia ver una serpiente multicolor dirigiéndose hacia el Cap del Serrat Gran. Aquí la pendiente volvía a picar, la altitud se hacía patente y el ritmo bajaba considerablemente. El público que se congregó en Comafloriu recordaba carreras ubicadas más al Norte..
Desde Comabella (2.436) se tenían unas vistas impresionantes de Puigcerdà, Font-Romeu, el Puigmal, el Carlit y toda la comarca de la Cerdanya..
Un fuerte repechón llevaba hasta el refugio del Niu de l'Aliga (2.520), techo de la carrera, en donde la puesta en escena de Salomon, los corredores, los voluntarios y el público creaban un ambiente excepcional..
Llegué al control 2 del Niu en 3h 10m, después de 1.900 m de desnivel positivo y 13 kms recorridos, con un margen muy bueno, 1h 20m, que me daban tranquilidad y seguridad en mis posibilidades. Un cielo azul y la sucesión de horizontes del Cadí- Moixeró invitaban a seguir adelante.
La bajada por la tartera de la Tossa d'Alp era la mayor dificultad técnica en este sector, muy pronunciada y resbaladiza por la tierra suelta. La pasé sin mayores dificultades pero la sucesión de toboganes en este sector comenzaron a resentirme los isquiotibiales de ambas piernas.
En una bajada aparentemente sencilla, bajando de la Roca del Llamp (2.138), la grava suelta sobre roca lisa me hizo resbalar y perder el equilibrio, cayendo con violencia sobre mi propio coxis.
Me mareaba. El dolor era muy intenso. Me asistieron enseguida algunos compañeros de carrera que me seguían. Hice alguna flexión lumbar para comprobar el daño, parecía que no lo tenía roto, pero preferí no esperar a enfriarme para comprobarlo y a duras penas seguí la marcha.
De repente las sensaciones fueron muy malas, corría medio mareado y el dolor me subía por la columna vertebral. La mochila me pesaba horrores y mi ritmo era muy lento. En la subida a Penyes Altes (2.279) sufrí lo indecible, en un momento en que todo mi organismo se resquebrajaba. Las señales que llegaban de los isquiotibiales se agudizaban y subía con mucha dificultad. Tenía que ceder el paso a todos los que venían detrás de mí dado que el sendero era muy estrecho.
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Desde Penyes Altes aún tuve tiempo de fotofrafiar uno de los parajes más bellos de Pirineo, Prats de Moixeró, Comabona y Pedraforca.
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La bajada técnica desde Penyes Altes la hice con la mayor tranquilidad posible, agarrándome con fuerza a los salientes en las desgrimpadas, hasta llegar al suelo suave y blando de los prados.
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Por los senderos de Moixeró daba gusto correr. A 2.000 m de altitud el ambiente era fresco, parecía que el golpe y el dolor iban remitiendo y me animé a correr. Volvía a recuperar ritmo y cierto grado de optimismo.
Pero un desgraciado tropezón en la misma hierba del prado me hizo caer de nuevo, sobre la cadera. Esta vez el impacto de la caída provocó una rampa dolorosa y larga en los gemelos derechos. Tras estirar como pude seguí trotando, muy lento, pista abajo, en dirección al control 3 del Serrat de les Esposes.
A lo largo de la interminable pista tuve de nuevo malas sensaciones, los isquios se me cruzaban, los gemelos me temblaban y el cosix enviaba malos impulsos hacia el resto de la columna vertebral. Sentía que me arrastraba. En el pequeño repecho de subida al Serrat de les Esposes vislumbré lo que me podía esperar subiendo Vimboca, Estalabars ó Sant Jordi entre otras de las dificultades que esperaban.
Además, lejos de ganar margen horario en este sector perdí 10 minutos.
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Ambiente en el control 3, Serrat de les Esposes.
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Tras parar a reponer líquidos en los bidones y comer en el avituallamiento notaba que el dolor iba en aumento. Pensé que no sólo me jugaba el acabar esta carrera sinó también el poder participar en el Ultra Trail del Montsant de 14 días más tarde.
Los voluntarios del control me animaban a seguir conocedores del confortable margen horario que disponía, pero mi colapso muscular era evidente y el dolor y el miedo me pudieron.
Llevaba 28,2 kms recorridos con 3.700 m de desnivel total acumulado y 6 horas 10 minutos de carrera. Con gran pesar desprendí por primera vez en mi vida los imperdibles de mi dorsal y se lo entregué al responsable del control...
Unas 2 horas más tarde me encontraba ya limpio y cambiado en la línea de meta esperando la llegada de los primeros clasificados. Allí me enteré que Kilian Jornet e Iker Carrera también tuvieron que abandonar. Otros corredores que abandonaban también iban llegando.
La emoción y el ambiente eran de primer nivel en la llegada. Todo era nuevo para mí. Por un lado me imaginaba en dónde me encontraría si no hubiese abandonado. Y por otro lado los impulsos nerviosos que llegaban del cosix me ponían con los pies en el suelo.
La emoción y el ambiente eran de primer nivel en la llegada. Todo era nuevo para mí. Por un lado me imaginaba en dónde me encontraría si no hubiese abandonado. Y por otro lado los impulsos nerviosos que llegaban del cosix me ponían con los pies en el suelo.
Pero en esos momentos estaba viviendo de primera mano la llegada de una grandísima carrera en la que en mayor ó menor medida también había tomado parte. La llegada de los primeros clasificados me hizo dar un giro mental y entender las cosas de otra manera.
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Miguel Heras se lleva por delante la cinta de ganador cuando el reloj todavía no marcaba las 9 horas de carrera.
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El corredor de Béjar mostró su alegría y su grandeza, entregándole su dorsal a un anónimo niño pequeño que saltó la valla.
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Tòfol Castanyer. El mallorquín, campeón del mundo de carreras por montaña, llegó en 2ª posición.
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Ver sus caras de sufrimiento en el momento de la victoria me hacen pensar que todo esto vale la pena, que hay que seguir intentándolo cueste lo que cueste. En 2.012 tengo cuentas pendientes que saldar en Bagà. Mientras tanto esperan otros objetivos en los que resarcir el ímpetu y la pasión que siento por el "puto monte".
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