Increíble Marató del Montseny, preparada con mimo y hasta el mínimo detalle por la organización, que se encontró con la climatología más adversa posible, con la 1ª tormenta tropical registrada en el Mediterráneo, pero con un espíritu colectivo de lucha total, participantes, organizadores y voluntarios, sufriendo todos lo indecible desde el mismo momento de la salida hasta el cierre de la llegada: una profunda tempestad asoló las montañas y los valles del Montseny, y los corazones de cuantos participamos en esta maratón que será recordada con formato de épica.
En el km 0,5 algunos se descalzaron para cruzar un río Tordera desbordado, en vano, porque enseguida se puso a llover y hubo de atravesarse una docena más de cauces, con especial mención para el del km 41, con el agua por encima de la cintura, con la ayuda de cuerdas para no ser arrastrdos por la corriente por la fuerza de la crecida.
Pero en el km 25 se produjo un serio quebranto. El vendaval, el frío y la lluvia que nos azotaron en la subida a Matagalls también estaban asolando el sector de Les Agudes y Turó de l'Home, y a todos a cuantos por allí se encontraban. La organización intuyó riesgos serios de seguridad y ejecutó un itinerario alternativo para los que a partir de ese momento llegábamos a Sant Marçal.
El cambio de recorrido, al abrigo de los bosques y las vaguadas, no excluyó la lluvia pero sí el viento, manteniendo la distancia de la maratón pero perdiendo metros de desniveles acumulados, pasando de los 5.200 iniciales a los 4.400 aproximadamente que realizamos buena parte de los corredores.
En cualquiera de los dos casos la dureza fue brutal, pero lo que queda registrado en los pliegues del cerebro son los espectaculares paisajes del otoño en el Montseny, el sonido de la lluvia sobre la cabeza y sobre las hojas, el bramido atronador del viento, el sonido de los riachuelos y de las repentinas cascadas, la fenomenal atención de los voluntarios y el compañerismo que se vivía.
Barro por doquier, losas y raíces mojadas, senderos de jabón... pero ni una sola caída. Al final, 7 h 18 m que certifican un buen momento de forma dadas las circunstancias, pero sobre todo una gran motivación y fortaleza mental.
Entré en meta con una sonrisa de oreja a oreja que el speaker me agradeció, viviendo con éxtasis unos momentos de satisfacción completa después de un infierno que seguro olvidaré.
En la salida, saludando a muchos amigos, como Alex Tarré Casablancas.
Con Dani Sugrañes y Raul Sales Rodriguez, que en esta ocasión hacía de escoba.
Ambiente formidable de carrera por montaña en la salida de Sant Esteve de Palautordera.
Por el camino de Mosqueroles.
En Santa Magdalena ya se veía la que se venía encima, con las cumbres tapadas por negros nubarrones.
Castaños en Fontmartina. Las bajadas eran pistas de patinaje.
Alex Tarré Casablancas y Mari Bernet, que quedó 5ª, en una de las subidas más divertidas...
Mari y Alex, cruzando una de las desbocabas torrenteras que bajaban del Turó de l'Home.
El cruce de barrancos y torrenteras era contínuo, mojándonos contínuamente y sin remedio.
Castañar llegando a Les Illes.
Castaño centenario cerca de Sant Bernat.
Sant Bernat. Aquí nadie era consciente de la tempestad que nos acompañaría en los 900 m de subida vertical al Matagalls.
Las hayas de Matagalls se inclinan al suelo, tratando de esquivar el viento. La dureza era extrema y la fila de corredores al menos daba cierta sensación de compañerismo.
El viento rasgaba estrepitósamente la atmósfera y la caída de ramas daba mal augurio...
Tras fichar en el control de Matagalls con 1 hora de margen comenzamos uno de los tramos que más temía, la bajada a Sant Marçal, por unos hayedos resbaladizos pero espectacularmente bellos y en los que el sendero era otra torrentera más. Pero mi experiencia en varias ediciones de la Travessa del Montseny, con coincidencia de recorrido en este tramo, me dió muchísima seguridad en los apoyos y en los saltos.
Los voluntarios de la maratón sufrieron lo indecible. Se merecen un 10 y les estoy muy agradecido a todos ellos. Esta voluntaria de Sant Marçal me reanimó con su sonrisa en el momento en que la organización ponía en marcha el itinerario alternativo que nos sacaba del sector de Les Agudes y Turó de l'Home.
Con Mari Bernet, bajando hacia Les Illes.
De repente apareció Dani Sugrañes, extrañado de verme en esa posición. Por la zona del pueblo de Montseny y Mosqueroles, los caminos eran barrancos resbaladizos.
Tras transitar por un sendero entre las cárcavas del Serrat de la Torre dels Moros llegamos al Castell de Montclús, mágico vestigio arquitectónico del Montseny, surgido de repente dentro del bosque.
Tras bajar por senderos de jabón y cruzar el Tordera con el agua por encima de la cintura, llegamos a las primeras casas de Sant Esteve de Palautordera. Me sentía superviviente de algo...
El speaker agradeció mi sonrisa al entrar en meta, y yo agradezco a Marató del Montseny y a Melcior Truncal en particular esta maravillosa carrera que me ha hecho disfrutar de manera salvaje.
Mi premio? Aparecer en esa lista...