20 de marzo de 2015

Reencuentro con la Mallorca auténtica: La Bahía de Alcúdia.



Encontrar un espacio verde de 400 hectáreas, en franja de litoral, en una isla de destino turístico con una densidad de población fija de más de 250 habitantes/km2 es un auténtico milagro.
Pero el milagro existe: la preservación de una antigua propiedad, la Finca Son Real, lo ha hecho posible frente a la presión de la actividad turística.
Adentrarse en la finca, de acceso gratuito, es una aventura con olor a pino y sabor a sal. Tras dejar enseguida la Casa de Possessió nos encontramos en un ecosistema único. Las cigarras cantan entre los pinos y las sabinas. El viento azota las copas y trae sonidos y olores marinos. La llegada a la zona de dunas es emocionante. Un horizonte azul, delimitado por la curva perfecta que traza la costa de la Bahía de Alcúdia entre los Cabos des Pinar y Ferrutx, sorprende y cautiva. La costa aquí es completamente virgen. A lo lejos se ven casas pero ninguna cerca, el Port d'Alcúdia es la única referencia de civilización en este espacio salvaje y puro.
Muy cerca, junto a la rompiente de las olas, una necrópolis fenicia justifica la belleza de este paraje idílico en el que muchos descansan eternamente.

La Possessió de Son Real, como buena casa mallorquina tenía de todo y vivía casi en autosuficiencia. Ahora es una finca pública de acceso gratuito, con un centro de interpretación y en donde se desarrollan tareas de capacitación agrícola y  profesional.
Es Corral de Son Real.
La finca desarrolló una importante actividad ganadera que aún hoy perdura; las cerdas se remojan en los charcos.

Las ovejas y los corderos proveían de lana, carne y queso.

Tras recorrer casi 3 kms, junto al frente de dunas y ya con sonidos y olores de mar, el Refugio de Son Real.
Tras atravesar el frente de dunas se aparece la Bahía de Alcúdia. Can Picafort, Alcúdia y s'Illot des Porros desde la Punta des Patró.
Hacia el Este, el Massís d'Artà i el Cap Ferrutx.
Paraíso perdido: s'Arenal des Casat, olor a algas y sonidos del mar.
Uno de aquellos lugares en los que gritar y reivindicar agradecidos nuestra condición humana.
Rincón de la Punta des Patró.
Oteando el horizonte de Alcúdia.
s'Illot des Porros y a ambos lados el Cap des Pinar y el Cap Ferrutx, que flanquean la bahía
Cantera de extracción de piedra de marés, empleada para la construcción de las casas tradicionales de Mallorca y para delimitar las propiedades de la isla.
En el corazón de la bahía. Caminar por esta cantera evoca los tiempos en que las personas no eran dueñas de sus propias vidas...
Un hidroavión ameriza para cargar agua.
Coves de Devant.
Los temporales de Tramuntana dejan sobre las rocas los restos procedentes de costas continentales.
Arrastrado por alguno de los grandes ríos del continente o arrancado por el viento o la tormenta de algún acantilado, este gigante yace junto a la Necrópolis de los Fenicios.
Los Fenicios eligieron este lugar para darle descanso eterno a sus muertos. El número y la tipología de las construcciones evidencian un elevado desarrollo social.
Junto a la rompiente de las olas, en un pequeño promontorio, decenas de construcciones circulares, cuadradas o rectangulares daban sepultura a los Fenicios.
Desde lo alto del promontorio de la Necrópolis mirando hacia el norte: Alcúdia y la Serra de Tramuntana.
Este recogido lugar, situado en el centro de la Bahía de Alcúdia, sugiere pensamientos y reflexiones...

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