26 de septiembre de 2013

Degustando Peñíscola un día de final de verano.


Siempre. Siempre debemos guardar en nuestro cerebro cierta capacidad para la sorpresa. Al igual que cuando pruebas un bocado de algún alimento nuevo, sencillo pero bien elaborado, el sentido del gusto aporta una repentina sensación de bienestar, sorpresa y placer, de igual manera una inesperada y breve visita a esta bella ciudad peninsular me llenó de una sorprendente sensación de paz, ventura y dicha.
En un día de finales de verano, con las calles y playas de la Peñíscola turística y hotelera sobrecargadas de gente, nos adentramos por primera vez en su recinto medieval, forjado sobre los restos de anteriores culturas y civilizaciones de hasta hace 26 siglos, degustando pequeños bocados de historia, arte y paisajes.
Un recorrido intuitivo, no guiado, a base de sensaciones, por sus calles, escalinatas y plazas, descubriendo pequeños rincones y grandes prodigios construidos por el hombre antiguo.
Nunca. Nunca perdamos nuestra capacidad para la sorpresa...

La Peñíscola antigua, que se alza 66 m. sobre un tómbolo que domina la Costa del Azahar.
Las murallas de la ciudad.
Extramuros: el Portal Fosc.
Intramuros: el Portal Fosc.
Iglesia Parroquial de Santa María, reconstruida, del S-XIII.
Ermita de la Mare de Déu de l'Ermitana, patrona de Peñíscola, del S-XVIII.
Puerta principal del Castillo de Peñíscola, construido por los Caballeros Templarios a finales del S-XIII.
El escudo de armas con la Flor de Lis se repite en numerosas estancias.
El escudo de armas de la Casa de Luna.
Inexpugnable. Una auténtica fortaleza por tierra y mar.
La interminable Platja del Nord acoge miles de turistas en una costa completamente urbanizada hasta Benicarló.
Horizontes de costa infinitos: la Platja del Nord, Benicarló, Vinarós y el Motsiá, que sobre las brumas deja ver tierras tarraconenses desde el Castillo de Peñíscola.
El Faro de Peñíscola.
Las almenas del castillo.
La ciudad y el puerto vistos desde el castillo.
La ciudad y la Platja del Nord.
La Calle del Castillo y el comercio de la ciudad.
El Faro y la ciudad.
El estudio de Benedicto XIII.
El Patio de Armas del castillo.
El istmo de Peñíscola, con la Platja del Sud y la Platja del Nord.
Detalle de la torre de la Mare de Déu de l'Ermitana.
La cúpula de la Mare de Déu de l'Ermitana.
En el Patio de Armas. No somos nada en comparación con la inmensidad del mar.
Vestigios de la historia de España.
El Salón Pontificio.
La bajada a las mazmorras del castillo.
El Estudio de Pedro de Luna, Benedicto XIII.
Ventanal orientado a Roma, desde el Estudio de Benedicto XIII.
Ventanal orientado al puerto, desde el Estudio de Benedicto XIII.
En el interior del Palacio Pontificio.
El Faro, desde el interior del Palacio Pontificio.
La Casa de las Conchas.
Pino milenario en la Calle del Sol, balcón al Mediterráneo.
La Calle Mayor.
El Bufador. Las casas se agolpan en esta brecha por la que ruge el mar en los días de temporal.
En una de las terrazas del recinto intramuros.
Saboreando Peñíscola.
El Portal de Sant Pere. Hasta pronto, Peñíscola....

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Fue una visita rápida e inesperada a tu tierra, vale, queda pendiente otra ;-)

      Eliminar

Me gustaría saber cual es tu opinión, escríbela aquí debajo: