Por 5º año consecutivo, y desde el foro kayakdemar.org, hemos tenido la ocasión de compartir horas de amistad, kayak y bucolismo otoñal en una de las quedadas más multitudinarias de cuantas se realizan en la península.
Lo que comenzó como un encuentro entre pocos amigos, no más de una docena, en el otoño de 2.008, se ha convertido en una bajada tradicional en la que gustan participar tanto kayakistas experimentados como aquellos noveles que desean dar sus primeras paleadas en un río tranquilo y amable, y en una estación que contra lo que pudiera parecer siempre resulta muy templada y agradable.
Estadísticamente el 3er domingo de noviembre es el menos lluvioso del otoño. Pero este año parecía que se iban a romper todas las estadísticas y las aceptables previsiones iniciales.
El día anterior vivió un auténtico diluvio en la zona, con precipitaciones acumuladas cercanas a los 100 litros. Los amigos que palearon entre Ascó y Garcia lo hicieron bajo la lluvia. Nuestra llegada la tarde del sábado también vivió el intenso aguacero. De esa manera, agazapados en los coches y en las tiendas, los asistentes pudimos disfrutar de un sueño temprano sin poderlo hacer de la tradicional cena y fiesta kayaki a orillas del río.
Lo que comenzó como un encuentro entre pocos amigos, no más de una docena, en el otoño de 2.008, se ha convertido en una bajada tradicional en la que gustan participar tanto kayakistas experimentados como aquellos noveles que desean dar sus primeras paleadas en un río tranquilo y amable, y en una estación que contra lo que pudiera parecer siempre resulta muy templada y agradable.
Estadísticamente el 3er domingo de noviembre es el menos lluvioso del otoño. Pero este año parecía que se iban a romper todas las estadísticas y las aceptables previsiones iniciales.
El día anterior vivió un auténtico diluvio en la zona, con precipitaciones acumuladas cercanas a los 100 litros. Los amigos que palearon entre Ascó y Garcia lo hicieron bajo la lluvia. Nuestra llegada la tarde del sábado también vivió el intenso aguacero. De esa manera, agazapados en los coches y en las tiendas, los asistentes pudimos disfrutar de un sueño temprano sin poderlo hacer de la tradicional cena y fiesta kayaki a orillas del río.
Mientras afuera caía un diluvio, Alfonso y yo cenábamos en el coche con los asientos abatidos, poco antes de un temprano sueño. — con Alfonso Rodilla.
Por la mañana las nubes todavía escurrían agua, pero el Ebro bajaba sereno y amable.
El embarcadero de Garcia, aún tranquilo, poco antes de la llegada de los 80 participantes.
A las 8:30 seguía lloviendo y comenzaban a llegar amigos. El ambiente otoñal en el embarcadero de Garcia era maravilloso.
Pero la estadística del 3er domingo de noviembre acabó cumpliéndose, y desde las 10 de la mañana no cayó ni una sola gota, eso sí, en medio de un ambiente fresco, húmedo, nebuloso y 100% bucólico, pero también desbordante de luces, tonos cromáticos y emociones.
Finalmente, unos 80 de los 120 kayakistas que se habían apuntado a esta quedada libre y gratuíta pudimos reencontrarnos con nosotros mismos, con el río, con los olores y colores, y tuvimos la ocasión de dar la bienvenida a la comunidad kayakista a muchos que quisieron experimentar por primera vez la sensación de dejarse fluír por las aguas del gran río Ebro.
Una vez estuvieron todos en el agua yo también me dispuse a disfrutar del descenso. Foto de Jordi Hernandez Hita.
Llegando al reagrupamiento solidario de Móra d'Ebre. Foto de Albert Jiménez.
Saludos a unos y a otros. El encuentro en el embarcadero fue muy breve, pero durante el descenso pudimos establecer muchas conversaciones. Foto de Jordi Curià Pascual.
Compartiendo paleadas en un rio tranquilo, con unos bosques de ribera verdaderamente espectaculares. Foto de Núria Avellà. — con Alfonso Rodilla.
Para reponer fuerzas le habíamos encargado una fideuà (plato catalán asimilado de la paella según Carlos Fadrique) a la Mariola, en Miravet, imprescindible punto intermedio y parada obligatoria. Foto de Albert Jiménez.
El grueso del descenso, remando en un ambiente de absoluta calma. Ningún año habíamos tenido una quedada sin viento.
Llegando a la Muntanya de Pegna.
Este tramo del rio es salvaje y natural. Los bosques llegan hasta la orilla del río y los acantilados abundan. Nada diría que estamos a pocas decenas de kms de su desembocadura.
Remando tras pasar por el viejo molino árabe. Foto de Pilar Alonso.
Llegando al Pas de Barrufemes.
Cerca del Pas de Barrufemes. L'Astet.
Charlas amenas. Pasando por la Platja del Puntal.
El Pas de Barrufemes y la Roca Folletera.
La Roca Folletera.
El Pas de Barrufemes. La vegetación es exhuberante.
Quietud absoluta. Una vez más parecía que navegábamos en las nubes.
Reflejos.
Los últimos momentos del descenso. Tranquilidad absoluta, silencio, quietud. Foto de Lluis Joan Josep.
Cae la tarde, la luz. La quietud gana.
Nubes en los Ports de Tortosa. Las turbulencias en la atmósfera contrastaban con la quietud a ras de agua.
El paisaje era de ensueño. Nada hace pensar en un rio cercano a su desembocadura.
Llegando al Mas de Vallespí.
Las riberas amarillas decoran el recorrido.
Sin palabras. Ebro en estado puro.
Sorprendentemente no soplaba ni una brizna de aire.
Llegando a Benifallet, completamente abducido por el rio y sus riberas... y escuchando el silencio de la tarde. Foto de Lluis Joan Josep.
Para quedarse a vivir...
Llegando a Benifallet. Serra de Cardó.
Llegando a Benifallet. El Pont del Llaguter anuncia el final de un Descenso memorable.
Lluis Joan Josep, surcando las aguas de su río desde que nació.
De García a Benifallet, como es habitual en la Otoñal, 30 kms de auténtico lujo para demostrar que el otoño no es triste. Los que estuvimos allí lo certificamos.
Una baixada de l’Ebre pels més novells i ja veterans, espectacular i radiant com bé dictes, i mostres en imatges que parlen per si soles. Un resum estret on la il.lustrativa parla i ens fa partícips del teu relat. Gràcies Fran!
ResponderEliminarGràcies a tots vosaltres per participar i assistir-hi.
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