5 de septiembre de 2010

Velada nocturna de mar y montaña: Burriac Atac!

Noche cálida de verano, bochorno en las caras y en los cuerpos que aguardaban la salida de la carrera junto al Ayuntamiento de Vilassar de Mar y ambiente excepcional con 670 participantes y casi todo el pueblo animando en las calles.
Muchísimos conocidos en los momentos previos a la carrera y un placer saludarlos a todos... y el gusanillo de sentirse en casa, en nuestras montañas de la Serra de Marina... y la emoción de lo exigente de la carrera, de 18,12 kms y 800 m de desnivel en subidas, pero con tramos muy técnicos y muy peligrosos para realizarlos de noche, como la bajada del Turó de l'Infern, los Uiuiui, ó la nueva bajada a Cabrera desde el Turó dels Oriols llena de trampas.
Y la llegada en las arenas de la Playa de Cabrera de Mar, entre antorchas y cientos de animadores enloquecidos...
En definitiva, una carrera con todos los ingredientes para disfrutar al máximo con los amigos de la montaña, del mar, del bosque, de la noche, y de la fiesta final...
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Con Moisses y Karli, y nuestros fabulosos ledlensers que nos habrían de dar un grandioso chorro de luz en medio de la oscuridad del bosque y de la noche...
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Silueta del Castell de Burriac en una toma realizada días antes al anochecer en un entrenamiento.
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Mataró, Llavaneres y el Mediterráneo.

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Las luces de Cabrils, Vilassar de Dalt y, en el último horizonte, Barcelona.
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La carrera masculina salió de manera frenética. Nadie quería tener que hacer colas en los tapones habituales del Turó de l'Infern.
Salí en la mitad de carrera pero perdiendo poco a poco posiciones hasta llegar a las primeras rampas por la ladera de Montcabrer, allí me consolidé en el grupo en el que iba y comencé a recuperar posiciones, así hasta el primer tapón en la subida al Turó, en la que intenté atajar por laterales recortando más posiciones.
La bajada hacia la riera de Cabrera me bebefició, sobre todo en el avituallamiento, en donde no me detuve (la verdad que no me detuve en ninguno) posibilitando dejar atrás más competidores.
En la siguiente subida comencé a adelantar a más corredores y a los primeros grupos de mujeres, que salieron 15 minutos antes, y en Les Banyadores me encontraba lanzado, con ganas de correr en toda la subida, encontrando huecos para poder adelantar.
Las bajadas por la vertiente norte, por la zona de los Uiuiui, las hice de manera prudente, sin arriesgar, sabía que tenía poco que ganar y mucho que perder, como 3 corredores ( 2 por delante y 1 por detrás mio) que dieron con sus cuerpos en el suelo. La adrenalina corría a raudales ante el peligro y me llevó en volandas a la escalada por las rocas de Burriac, a donde llegué más entero que los que me acompañaban.
Una rama me agarró fuertemente en la bajada del castillo, enganchándose con rabia en la sisa de la manga haciéndome girar contra el tronco de un madroño sin más consecuencias.
La bajada a Cabrera fue brutal. La gente iba a saco y nadie quería perder puestos, pero algunos pararon a beber en la Plaza y otros se toparon con el repechón camino de Cabrils obligándolos a caminar. Yo seguí a mi trote, alejándome de esa pequeña concentración de corredores y realizando el resto de la carrera prácticamente solo, hasta la arena de la Playa de Cabrera, en donde entré completamente feliz por la carrera realizada, en 2:31:03 (posición 288 de 482), con unas características que en principio no me eran muy favorables, como la Olla de Núria, pero que me acabó por demostrar que los entrenamientos y la preparación, también psicológica, dan sus frutos.
El gentío, las antorchas, los aplausos, la música de fiesta, el sonido de las olas, el avituallamiento final y el reencuentro con los amigos pusieron el broche de oro a una carrera de noche de verano que no debería perderse nadie...
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