Alentar al equipo

Después de salir a entrenar a primera hora de la mañana por el Paseo Marítimo entre Premià de Mar y el Masnou en compañía de Jotaeme y Mònica (estrenan blog), y ya a sólo una semana para la Mitja Marató de Calella, hoy, Mª Angeles y yo nos hemos metido en uno de los 40 autobuses rumbo a Vila-real junto a otros 2.400 periquitos para alentar a los jugadores de nuestro equipo.

Pasión en el viaje, alegría en el autobús, alegría a la llegada y por las calles de aquella ciudad y alegría en las gradas de El Madrigal, a pesar de que al final no se logró el objetivo de la victoria.

Pero valió la pena, los 630 kms, el regreso a casa a las 6 de la madrugada, los chistes y las bromas en el autobús, el partido, emocionante en sí, y sobre todo el reencuentro con mi amigo Carlos Fadrique, aficionado local y, también, kayakista, con quien compartimos unas buenas cervecitas y unas exquisitas tapas variadas antes del encuentro, y con quien intercambié también mi bufanda delante de la colosal gradería de la afición visitante, dicen que es el edificio más alto de Vila-real, en un emotivo fair play particular en contraposición a unos estúpidos cánticos de fondo de "...a segunda, a segunda..." y " Vi-lla-rreal, aldea-sub-normal..." que se proferían entre sí, sin saber cual comenzó primero, ambas hinchadas.

Tras la amarga e injusta derrota, regreso de madrugada... entre sueños... a la luz de una luna muy clara, imaginando navegar en kayak por la bonita costa castellonense... ó trekkings por las siluetas recortadas del Espadán ó Penyagolosa... dejando así detrás la enorme galaxia de luces lacrimógenas de la Plana, incluídas unas enormes, extrañas y sugerentes palmeras verdes luminiscentes...

...de primera ó de segunda...

...pericos hasta la punta...