Flumen Iber: le dio nombre a la Península Ibérica y es, sin duda, nuestro gran río.

Tras una idea surgida en el foro
kayakdemar.com, 23 palistas nos dimos cita en la localidad tarraconense de García para emprender desde allí el descenso del río hasta Benifallet, 30 kms aguas abajo comprendidos en su curso bajo aunque los paisajes que aquí se descubren bien se parecen al de su curso alto allá por las tierras de Cantabria y Burgos.

En García me encontré con algunos de los miembros del foro kayakdemar.com, como Jílar, ideador de este descenso venido desde Ferrol, LadyKayak, Zenitram, Talos, Ben Afeli acompañado de Hanko, Briantheclown, Oskar, Blauet, de
BeniEmocions, palista local y gran conocedor del río, Jujo con su bonito kayak de madera fabricado por él mismo, y Pereflipat.
Foreros: Hanko, Ben Afeli, Briantheclown, Jílar, Oskar y Blauet.
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LadyKayak y Briantheclown.
Con Jílar.
Con LadyKayak.
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Preparando la salida.
También se acercaron miembros del Pagaia Club como Josep Mª y su familia, y Eudald, Iñaki, Román y José Luis, además de los miembros de la
Fundación Nueva Cultura del Agua,
Francisco Javier Martínez y Pipa, quienes nos presentaron el concepto de la
FLUVIOFELICIDAD, y Carme Adell, fenomenal piragüista, de brillante currículum, quien no paró de alentar con su simpatía y cordial carácter a los demás palistas. Espectacular y sorprendente su kayak tripartito. La sorpresa me la llevé al encontrarme con Ferran Vila en una gasolinera de la autopista AP-7 en Tarragona... el mundo es un pañuelo...
El descenso por el río ha sido espectacular, ahora con las riberas teñidas de hojas amarillas:
De García a Miravet por una comarca llana y agrícola, riberas frondosas, y multitud de islas y pasos por los brazos menores del río, con fondos claros y aguas limpias y poco profundas:
Vista atrás al pueblecito de García.
El puente del ferrocarril de Madrid a Barcelona.
Las paleadas de Román.
El frondoso y selvático Braç del Sovarrenc.
Posando con mi Rainbow Laser.
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La silueta de Oskar al llegar de nuevo al cauce principal.
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Embarcadero de Móra d'Ebre.
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El espectacular puente de Móra d'Ebre.
Otro brazo menor, el de la Illa del Galatxo.La parada en Miravet fue perfecta para reponer fuerzas y entender la relación intensa y natural entre el río y los habitantes de sus orillas.
Blauet, Iñaki, Zenitram, Ben Afeli, Talos y la riada multicolor de kayaks varados antes de comer.
Miravet, sus casas tocando el Ebro y el histórico castillo templario en lo alto, este sí, indemne a las múltiples riadas.
Miravet baja sin complejos hasta tocar con sus cimientos el río.
Después, tarde nublada y muy ventosa, en un tramo donde el viento azota sin palativos pero de una belleza sorprendente y única. El río, sus remolinos y las montañas que se desploman en él parecen llevar a mares de otras latitudes y no al cálido Mediterráneo, distante pocos kilómetros.
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El viejo molino árabe.
La Muntanya de Penna y sus frondosas laderas..
El viento soplaba con fuerza en la zona de l'Astet.
La Roca Folletera, aguas profundas y oscuras.Llegada justo al oscurecer a Benifallet, tranquilo pueblo con olor a mandarinas y punto final de la ruta, 30 kms recorridos a través de las Terres de l'Ebre, cuyos habitantes comienzan a escuchar nuevos cantos de sirena, esta vez son inversiones multimillonarias para construir diques, esclusas, muelles, puertos, urbanizaciones y hoteles, para permitir la entrada desde el cercano mar de barcos de recreo público y ocio privado, para quebrantar, en definitiva, el equilibrio de este singular paraíso en aras, dicen, del progreso sostenible de los habitantes de sus riberas.
Quizás la filosofía de la FLUVIOFELICIDAD sí muestre el verdadero camino de lo que debería ser la relación entre el hombre y el río.
Llegada a Benifallet y sus campos de naranjos.
Jílar entra en el brazo de la Illa de Cateura, mientras, anochece y el sol se oculta ya tras las nubes que se agarran con fuerza en els Ports de Tortosa i Beseit.