17 de febrero de 2014

Mi Cadí interior


Ásperas, duras, salvajes, feroces... No cuesta demasiado definir las cualidades de estas montañas que me sedujeron desde el primer día que las visité. Sin vínculos ni arraigos personales aquí me siento curiosamente en casa. Será la luz de las solanas, o quizás las sombras de las umbrías, puede que el olor de sus bosques y barrancos -característico, profundo e intenso-, o tal vez el sabor de sus recias aguas, e incluso los sonidos que se propagan en su atmósfera, de esquilas de vacas y caballos que apacentan en los prados, y de riachuelos perdidos en sus cauces kàrsticos. Una suma de sensaciones y emociones buscadas en los senderos, en los riscos, en los barrancos... abriendo mi interior para dar cabida en mi memoria y en mi corazón a todo este universo.
Cada paso que allí doy no sólo forma parte del viaje por la corteza terrestre materializada en cientos de pliegues y fracturas por los que la tierra expele su energía, esos pasos también forman parte de mi viaje interior, mi Cadí más íntimo.
En absoluta soledad recorro estas montañas. Mis piernas me llevan y mi cerebro me guía, con todo, tomando consciencia del medio y del territorio. En esta ocasión subí desde l'Hostalet a la Boixassa, una larga fractura geológica que tiene continuidad a  través de una sucesión longitudinal de valles y collados, desde Terrers (tocando el Comabona) hasta Sant Julià de Saltor (bajo la cima del Taga) a lo largo de 35 kms. Allí descubres diferentes cuencas, como trazadas con tiralíneas, crestas y canales paralelas que conforman la enorme maraña de pliegues y barrancos que caracteriza a este sector más septentrional del Berguedà.
La soledad, la dificultad del paso por zonas afectadas por la nieve y el hielo acumulado, y  la presencia de barro originado por el deshielo en las cotas más bajas aderezaron el viaje.
Desde la Boixassa me dirigí al Refugi de Sant Jordi- herméticamente cerrado en esta época- y a la Font del Faig, en donde como siempre que puedo, bebí del agua que mana de las entrañas de la Tierra . Después me dirigí de vuelta a l'Hostalet siguiendo el sendero del Riu dels Empedrats a través del profundo desfiladero que el río ha forjado a lo largo de los tiempos.
Un entorno sin duda áspero, duro, salvaje y feroz. Es mi Cadí interior.

L'Hostalet, desde el puente de Cal Cerdanyola, punto de inicio del viaje.
El viaje a realizar siguiendo los senderos de la Boixassa y el Riu dels Empedrats. La topografia de este vasto territorio nos muestra una complejidad tectónica impresionante.
Hayas en la subida por Emprius.
Subiendo por la Solana de la Boixassa descubres de repente las cimas del Pedraforca y el Comabona.
Abrevadero congelado en el Coll de la Pelosa.
Pedraforca (2.506), Comabona (2.547) y Roca de la Moixa (2.053).
Autofoto en la subida por la Solana de la Boixassa.
Robles castigados por el viento y por los efectos del karst.
El Valle del Bastareny, y al final del mismo, Bagà.
Subiendo por la pronunciada Solana de la Boixassa. Las vistas al Pedraforca, Comabona y La Moixa engrandecen el alma.
Sucesión de picos desde el Pas de la Boixassa (1.693): Pedraforca, Comabona, La Moixa y el Cap de la Boixassa.
La temperatura suave y la ausencia de viento me permitieron unos momentos de inserción absoluta en el medio natural y la contemplación del mundo. 
Contemplación del mundo y abstracción de la realidad que nos envuelve en actitud primigenia.
La carena de la Boixassa, el Valle de Galigan y, a lo lejos, el macizo de la Tosa d'Alp- Puigllançada.
Para bajar al Refugi de Sant Jordi y la Font del Faig habia que pasar bajo las paredes verticales del Cap de la Boixassa.
El Valle de Galigan, La Boixassa y el Pas de la Boixassa, por donde crucé minutos antes.
Senderos helados en la bajada a la Font del Faig.
La Bauma de la Font del Faig.
La Font del Faig. Por aquel hueco sale el agua de las entrañas de la tierra.
El Refugi de Sant Jordi (1.561). Hace muchos años llegué a él por primera vez buscando refugio, descanso y consuelo en una tarde de tormenta tras muchas horas recorriendo Cavalls del Vent.
El gran árbol del Torrent de Pendís.
En Escriu, sobre los 1.300 m. de altitud, todavía se fundía la nieve. El barrizal dificultaba mucho el viaje.
La enorme brecha del Estret dels Empedrats.
El deshielo acentúa la espectacularidad de los saltos de agua.
Uno de los saltos menores. Las aguas bajaban cristalinas y, naturalmente, heladas.
El Forat dels Empedrats y el estanque del salto.
El Salt Gran dels Empedrats, escenario de baños y refresco durante el verano.
De vuelta en el Hostalet.
El recorrido realizado entre el complejo sistema de plegamientos de este sector interior del Cadí.
 Sigue el track de esta ruta en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6158624
Cerrando el día pero abriendo etapa en Vall de Bastareny, veïnat de l'Hostalet.

2 comentarios:

  1. Magnífic entorn que et captiva! No m'estranya gens! Però el més maco de tot és que, tot i havent passant la duresa d'un Cavalls de Vent, t'enforteix perquè ja forma part de la teva vida. Almenys, després d'un temps, cercar i fer-se un camí propi, és molt important i més quan el gaudi és la seva constant. Futur entorn i indrets amagats de la natura que de ben segur ens faràs la descoberta.
    Felicitats per tot Fran!

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  2. Gràcies Mònica. Imprescindibles els amics per poder-ho compartir.

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