4 de septiembre de 2013

Éxtasis: llegar al Puigmal tras cinco horas y media justo cuando sale el sol


Hace bastante tiempo que Marta Farré Cirera me planteó la posibilidad de hacer una escapada nocturna al Puigmal. Subir a la montaña más alta de Girona (2.910) de noche era todo un reto teniendo en cuenta los condicionantes climáticos desfavorables que con frecuencia acompañan a esta cima clasificada por otra parte como fácil.
Así las cosas convenimos que sería fantástico poder llegar a la cima justo en el momento en que se hiciera de día, por eso decidimos salir del punto de encuentro, Queralbs, a las 1:30 h, más que suficiente para poder hacer cima con los primeros rayos de sol. El plan consistía en subir por la Font de l'Home Mort, el Pas dels Lladres, coronar Puigmal y bajar a Núria por el Embut. De allí regreso a Queralbs por el camino clásico de Núria, a lo largo de Les Gorges.
El equipo, formado por 8 personas, se dio cita en el aparcamiento del Cremallera para comenzar sin prisa y sin pausa el ascenso al Pas dels Lladres, en donde nos esperaría Josep Massagué Bou hacia las 5:00 h. haciendo vivac bajo las estrellas de una noche completamente despejada. Teníamos por delante 2.000 mts. de subida ininterrumpida y previsión de frío (1ºC de sensación térmica) en la cumbre. Bajo el control y la experiencia de Marta la aventura estaba servida...

La estación del Cremallera de Queralbs, pasadas las 1:30 h.
El equipo, poco antes de comenzar la subida nocturna al Puigmal: Eduard de les Muntanyes, Marisa Aranaz, Eva Muñoz, Manel Bancells, Jesús Camacho, un servidor, Marta Farré y Jordi Huertas.
Sant Jaume de Queralbs, del S- X.
Salamandra a nuestro paso en la subida a la Font de l'Home Mort.
Descanso para reponer fuerzas en la Font de l'Home Mort, a 1.810 m. de altitud. El frío se hacía muy acusado en el fondo de este valle al sur del Puigmal.
Calavera de vaca en la noche del Puigmal, el toque de magia en la dura subida al Pas dels Lladres.
Escenario de 6 ediciones de la Núria-Queralt vividas, El Pas dels Lladres (2.536) esta vez de noche, con las luces de Osséja y Puigcerdà en el fondo de la Cerdanya. La luna salía, muy menguada, y no alumbraba, pero la pureza de la atmósfera y la poca contaminación lumínica de estas comarcas nos regalaron un cielo estelar como pocas veces había visto. El viento, eso sí, era moderado, del norte y helado.
Reagrupamiento en el Pas dels Lladres, esperando a los más rezagados y buscando alguna luz que nos alertase de la ubicación de Josep Massagué Bou, quien debía llevar horas durmiendo en algún vivac próximo.
Así fue, una luz roja intermitente nos indicó su posición en un pequeño refugio abierto de paredes de piedra. Se encontraba plácidamente descansando dentro de su saco y con pereza para salir de él y acompañarnos.
Todos agazapados entorno a Josep, poco antes de despedirnos de él y seguir camino para afrontar los últimos 400 m. de desnivel.
La luna y los focos de mis compañeros marcaban el sendero en las últimas rampas del Puigmal. Las luces del alba iban adueñándose de la atmósfera y el espacio.
Últimos metros antes de llegar a la cima, mirando atrás, al oeste, con las cumbres del Cadí y del Pedraforca clareando ante la inminente salida del sol.
Hacia el norte, el Puigmal de Llo (2.767) y el Pic Petit de Segre (2.809), contrastando con las luces del alba.
Hacia el sur, las planas del interior de Catalunya y un lejanísimo horizonte en el que se intuía la costa.
Jesús Camacho sobre el vértice geodésico del Puigmal (2.910).
Eva Muñoz tira de Marta Farré en su último esfuerzo por alcanzar la cima.
Puigmal (2.910). Con estricta precisión suíza alcanzamos la cima justo cuando los primeros rayos de sol tocaban los elementos elevados del suelo tiñéndolos de una mágica y sorprendente tonalidad.
El sol, aún bajo los estratos de las brumas lejanas del Rosselló, comienza a levantarse sobre las cumbres de las cabeceras del Ter y el Freser.
Salida del sol tras la cruz del Puigmal. Los colores de la atmósfera y el espacio eran de un impacto demoledor.
Estábamos maravillados ante semejante espectáculo de la naturaleza. Pero hacía mucho frío. El viento del norte había arreciado y la parada para los abrazos y las fotos nos dejaba helados. Así que decidimos proseguir la marcha. Fueron momentos precisos de llegar a la cumbre justo cuando salía el sol, breves instantes difíciles de olvidar.
El sol alzándose sobre las cumbres del Pirineo Oriental, poco antes de comenzar a bajar a Núria.
Manel y Eva me siguen en la bajada por las tarteras de la Terra Vermella.
El Pic de Segre (2.842) y abajo,  les Terregalleres del Puigmal, curiosas formaciones de sedimentos procedentes de los arrastres de la nieve.
Eva, Jesús, Edu y Marisa, bajando por las tarteras de la Terra Vermella del Puigmal.
El sol se iba imponiendo poco a poco a las sombras en la bajada por la Coma de l'Embut.
Atravesando con soltura el Torrent de la Coma de l'Embut.
El silbido de las marmotas alertaba a los grupos de rebecos de nuestra presencia.
El Salt de l'Embut, poco antes de que el torrente desaparezca en un agujero.
El Torrent de l'Embut y el Pic de Segre (2.842).
El Forat de l'Embut. Las aguas desaparecen en una sima insondable para siempre jamás.
El equipo, tras parar a desayunar en el Collet Verd, a 2.203 m. de altitud. Llevábamos 7 horas de marcha.
Edu no consigue hacerse amigo de una yegua, poco antes de llegar a Núria.
Tras una breve parada para degustar coca y llonganissa en Sant Gil seguimos camino a Queralbs dejando atrás el santuario y el lago de Núria.
Pequeña parada para disfrutar del frescor en las Gorges de Núria y concretamente en el salto de La Cua de Cavall.
El Torrent de Fontalba.
El Pont de Cremal.
Tras cerca de 2 horas de bajada desde Núria llegamos de nuevo a Queralbs, de donde habíamos salido 9 horas antes.
Imagen en 3D del itinerario, en sentido horario, desde Queralbs al Pas dels Lladres, Puigmal, Núria y vuelta a Queralbs, con un total de 26,5 kms. recorridos, la mitad de ellos de noche y madrugada.
Sigue el track:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=5184729
El perfil longitudinal del recorrido, con 4.150 m. de desnivel total acumulado. Nótese lo pronunciado del terreno en el Pas dels Lladres y Puigmal y el tramo más llano siguiendo la divisoria pirenaica entre ambos.
Y tras acabar, el placer del descanso en el mejor sitio posible, el Bar Gusi de Ribes de Freser, en donde David nos cumplimentó con exquisita hospitalidad y en donde disfruté de la mejor tortilla de jamón de mi vida.

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