11 de septiembre de 2012

Vallée de Chamonix. La llegada.

 Elegí la ruta más rápida a través de las autopistas francesas. Hice la maleta con la ropa diaria, la equipación trail completa, algunos alimentos básicos y una carpeta con todo tipo de información.
Diferentes horizontes fueron pasando por las ventanas del coche, el Montseny, los Pirineos, los lagos costeros del Languedoc-Roussillon, las terrazas fluviales del Ródano y las primeras siluetas recortadas hacia el Este: los Pre-Alpes del Sur.
El paso por Grenoble daba un avance del paisaje que estaba por llegar, con grandes valles hundidos coronados por cimas nevadas.

Llegando a Grenoble.
 
La temperatura era muy alta, aún quedaban en la región embolsamientos térmicos cálidos, restos de la ola de calor que invadió Europa a finales de Agosto.
El enorme viaducto de Passy daba acceso al Valle de Chamonix y permitió la primera toma de contacto visual con la cima del coloso, el Mont Blanc (4.810), la montaña más alta de Europa.

 Llegando al Valle de Chamonix.

 El Mont Blanc tapado por las nubes.

Después de 760 kms recorridos y 8 horas de viaje, y tras formalizar el ingreso en un hotel de Argentière, Paco del Moral (mi compañero en esta aventura) y yo ya estábamos deseosos de poner pie en Chamonix pese a la fuerte tormenta que azotaba el valle y que daría paso a un radical cambio de tiempo.

En el apartamento de Argentière.
 
Vistas desde el apartamento: Aiguille d'Argentière (3.900).

 Vistas desde el apartamento: Les Grandes Jorasses (4.208).

 La tormenta sobre Argentière.

 Los glaciares, como el de Bossons, que caen desde las cimas hasta casi tocar Chamonix.

El ambiente en aquella ciudad era excepcional, ni siquiera la tormenta hizo que se desluciera. Al abrigo de los paraguas recorrimos el staf del Ultra Trail du Mont Blanc, incluso la feria del corredor, punto de encuentro de todos los participantes y las grandes marcas de material, para conocer sus innonvaciones técnicas y para adquirir alguno de los caprichos expuestos.
Chamonix era un hervidero de gentes procedentes de todos los rincones del mundo, con corredores originarios de 75 países deambulando de comercio en comercio, de bar en bar, bajo una lluvia que iba enfriando el ambiente de manera preocupante.
De regreso al apartamento veíamos cómo las nubes encontraban su sitio, agarrándose con fuerza a las crestas y agujas del Macizo del Mont Blanc, permaneciendo allí durante varios días.
El día previo al Ultra Trail du Mont Blanc teníamos que acreditarnos, retirar el dorsal y verificar todo el material obligatorio.
Haciendo cola bajo una incesante lluvia pudimos comprobar lo que es esta carrera, la meca del ultratrail y una babel de culturas y lenguas. La charla con unos corredores canarios hizo más amena la espera.
Sin observar ninguna anomalía en las acreditaciones y controles, obtuvimos nuestro dorsal y visitamos el centro de Chamonix.

 El centro de Chamonix.

 Visitando la zona de salida y llegada, junto al Ayuntamiento y la Iglesia.

 El río Arve, a su paso por Chamonix.

 La Place Balmat.

El Mont Blanc, tapado por las nubes en medio de la tormenta.

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