Acudí a esta cita con mi amigo y compañero de fatigas Paco del Moral. Para ambos era el mayor reto de cuantos habíamos disputado en nuestra vida deportiva. Las cifras de Emmona asustaban, y tanto los días previos como la noche anterior nuestra inquietud fue en aumento. El conocer en parte el recorrido nos proporcionaba unas buenas dosis de ansiedad ante lo que sabíamos ibamos a sufrir.
Muy buen ambiente en la cena del corredor la noche anterior.
Y llegó el momento de la salida. Se notaba el nerviosismo entre todos. Pero el reencuentro con amigos del trail rompía la tensión. Puntualmente se dio la salida y comenzó lo que acabaría siendo una grandísima ultra.
Todo a punto y despedida de Paco, con nervios e inquietud antes de comenzar. El ver a Jordi Garcia y a Antonio De Arriba Cejudo por allí me distrajo la tensión.
La primera rampa de la carrera, subiendo por el Pont Vell.
La primera rampa, pasando por el Pont Vell de Sant Joan de les Abadesses. Foto de Fotoscurses Assumpta.
Los 3 mejores momentos, la subida a Puig Estela, de 1250 m, aún con todo el mundo fresco y de buen humor, la bajada a placer en slalom desde Noucreus a Núria, y el tramo de 12 kms finales desde Coll de Jou hasta meta, recuperándome poco a poco del palo del Taga, pero en el que acabé trotando y disfrutando de un sendero suave y blando. Por contra, los 3 peores momentos fueron la subida al Puigmal, que me pilló a mitad de carrera y ya precocinado por un "horno" llamado Bastiments, el tramo de madrugada por el bosque de Montgrony, con evidentes síntomas de desorientación por crisis de sueño que me obligó a tumbarme por 2 veces a dormir (gracias Oscar por acompañarme en mis peores momentos), y el colapso muscular y articular que sufrí subiendo por el tapiz verde y vertical del Taga.
Las primeras y empinadas rampas por la Serra Cavallera, camino del Puig Estela.
La hilera de corredores subiendo a Puig Estela y coronando la cima, con Oscar Domenech.
El fresco paisaje del Ripollès a primera hora de la mañana, con Enric Sabaté.
La hilera de hormiguitas subiendo por la empinada ladera. El paisaje se abría sin solución de continuidad.
Llegando a la cima redondeada de Puig Estela (2.012), primera subida importante de la carrera. Foto de Enric Sabaté.
Camino de la Portella d'Ogassa, con el Taga (2.039) al fondo. Aquí comenzaba una deliciosa bajada hacia Pardines.
Llegando a Pardines, con el Puigmal al fondo esperando inquietantemente.
Avituallamiento de Pardines. En todos ellos la atención de los voluntarios fue excelente.
Llegando al avitallamiento de Pardines, fresco como todo el mundo a esas horas de la mañana. Foto de Jaume Soler.
Desde Puig de les Graves (2.219) se distiguían reflejos plateados más allá de la Serra de la Albera... la Badia de Roses?
Todo un lujo de chiringuito en el control de Coll de Trespics. Un poquito de descanso, alimento y bajada a Coma de Vaca.
Pirineo brutal y sin concesiones. A la izquierda Coma de Vaca y a la derecha Bastiments.
Por el Pla de les Eugues, un regalo suave y blando en el que poder trotar a placer, con el Estret de Freser cerrando el paso.
Cascada en el Estret de Freser.
Subiendo por la Feixa LLarga al Coll de la Marrana. La pendiente pronunciada volvía a poner a todos a prueba, con Oscar Domenech.
El coll de la Marrana (2.529) y el pico del Gra de Fajol (2.714).
Subiendo el Coll de la Marrana (2.529), entre Vallter y Vall del Freser, punto de arranque de la subida al Bastiments. Foto de Oscar Domenech.
Esa silueta del Bastiments no se me va de la cabeza. La fila de hormiguitas por su ladera asustaba. Foto de Oscar Domenech.
Subiendo Bastiments. Atrás quedaban el Coll de la Marrana y el Gra de Fajol (2.714) y se abrían las vistas al Pirineo más oriental. Foto de Oscar Domenech.
La impresionante morfología de Ulldeter y el Canigó al fondo. El alma se ensanchaba en esta subida a Bastiments.
En la cresta interfronteriza de Bastiments, con el Massif du Carlit al otro lado de la Cerdanya.
El Estany de Bacivers desde Bastiments.
Bastiments (2.881). Llegar hasta aquí me dejó precocinado para el Puigmal. La cresteria era espectacular, pero no me sentí nada cómodo trepando y destrepando.
En el Pic de l'Infern (2.869), con el Pic de Fresers y Bastiments, los lagos de Comamitjana y al fondo del todo... el Canigó.
Llegando a media tarde al Santuari de Núria.
Subiendo al Puigmal, dejando atrás el Santuari de Núria entre las sombras de las nubes, control en donde paré a merendar y a recuperarme de la crestería.
Llegando al Puigmal (2.910), techo de la carrera: había que atravesar la penúltima congesta de nieve.
Bajando hacia Planoles disfruté de una bucólica puesta de sol, con un Taga anaranjado, esperándome paciente... pero allí ya llegaría con las primeras luces del día siguiente...
El paso de las horas fue implacable. Sobre todo el largo tramo nocturno entre Planoles y Capelles, más de 6 horas que me hicieron perder el control del vector espacio-tiempo pero que a la larga fue el momento de transición entre lo conocido y lo desconocido en cuanto a límites personales se refiere. Saberme sin piernas no fue obstáculo para seguir avanzando por cuanto el corazón le enviaba señales inequívocas a mi cerebro de querer continuar. Ambos formaron una perfecta sociedad orgánica que supo vencer al dolor y al desánimo.
Planoles... llegué con el frontal encendido y una pizca de sueño. Buen descanso y buena cena. Pero el estómago se me empezaba a cerrar y la comida no me entraba. La insistencia de voluntarios y amigos que allí estaban me animaron a comer un poco. Por la cabeza se me pasaba dejarlo. LLevaba 16 horas de carrera y 67 kms en las piernas.
Pero el descanso, la charla con los amigos y un vaso de cola me reanimaron. Salí de allí con Oscar con la intención de pasar una divertida madrugada trotando por los bosques de Montgrony... y con la mente puesta en acabar...
Tras una odisea de más de 6 horas entre Planoles y Campelles, muerto de sueño, echándome a dormir en el suelo, 20 minutos en El Baells y otros 15 en Ribes de Freser, me dispuse a subir, ya en soledad, el Taga.
Jamás sufrí tanto en una carrera. Tardé 2 horas y 20 minutos en subir de Ribes al Taga. Esos 1.100 m de desnivel no se me olvidarán en la vida, parecía que iba hacia atrás, ladera abajo, y el colapso muscular era total. No podía dar un paso. No veía a nadie ni delante ni detrás, a esas alturas la carrera estaba ya dinamitada. Llamé a mi mujer para oir su voz, ajena a mi dolor, y eso me ayudó a seguir... a alcanzar la cima.
Jamás sufrí tanto en una carrera. Tardé 2 horas y 20 minutos en subir de Ribes al Taga. Esos 1.100 m de desnivel no se me olvidarán en la vida, parecía que iba hacia atrás, ladera abajo, y el colapso muscular era total. No podía dar un paso. No veía a nadie ni delante ni detrás, a esas alturas la carrera estaba ya dinamitada. Llamé a mi mujer para oir su voz, ajena a mi dolor, y eso me ayudó a seguir... a alcanzar la cima.
La suave alfombra vertical del Taga.
Desde la cima del Taga dije adiós al Puigmal y me reconforté pensando que ya sólo quedaba bajada.
Hacia el oeste se veía, hundido en el valle, el pueblecito de Bruguera, y más a lo lejos otros territorios salvajes... Cadí... Pedraforca... Ensija...
Pero la bajada desde el Taga a Coll de Jou me hizo mucho daño. El colapso en los cuádriceps y la fuerte pendiente me castigaron sin remedio, haciéndome caer por dos veces en la verde alfombra de los prados del Ripollès. Luego me rehíce y pude correr los últimos 12 kms por un suave sendero blando hasta llegar a la meta de Sant Joan de les Abadesses. Foto de Maria Carme Tuneu Codina.
Entré en la meta con los ojos cerrados para controlar el llanto de la emoción que sentía, acordándome en aquellos momentos de todos los que confían en mí y me animan en estas vivencias excepcionales que rayan lo infrahumano, mis amigos, mi familia, mi mujer y mi hija, y especialmete 3 personas: mis padres, quienes me dieron la vida justo ese mismo día hace 47 años, y Javier Garcia Jaen, cuya imagen en un hospital me impactó pocos minutos antes de mi viaje a Sant Joan de les Abadesses y al que le dedico especialmente esta carrera.
350 inscritos, 280 participantes finalmente, 180 llegados a meta... ello le da más valor a esta imagen, a pesar de la marca, 30 horas 52 minutos, a pesar de la clasificación, el 150, lo importante es que lo logré. Entré con los ojos cerrados por la emoción... sintiéndome "emmono".
Hola Fran, fabulosa cronica como siempre. Muchas gracias por tus ánimos,después de que en la Ultra de Barcelona tuviera que ser hospitalizado por culpa de los dolores estomacales he aprendido donde esta mi límite de dolor asi que no me arriesgo lo más mínimo. Espero coincidamos en alguna otra prueba y nos podamos saludar.
ResponderEliminarSalud y Km
Blas
Si Blas! A ver si nos vemos pronto. Un abrazo!
EliminarBrutal. Sense paraules. Mil felicitaciones i l'enhorabona. I em reafirmo en que el veritable límit psicologic es troba a la montanya. Algún día hi hauré de tornar. Molta sort en el que et queda d'aquí al UTMB. Espero en candaletes la crònica de aquest repete del que estic segur sortiras victorios. CANYAAAAAA!!!!!
ResponderEliminarGràcies Ferran! El dia que decideixis de fer quelcom a muntanya compta amb mi! Recordo aquells Cavalls del Vent de 2.009... quantes emocions juntes!!!
EliminarHola Fran,
ResponderEliminarUna mica tard pero voldria felicitarte per la Enmonna, sempre dic que el que guanya la carrera es el que mes disfuta i crec que en aixo no et guanya gaire be ningu.
Jo recuperantme del trencament de 6 cm en el bessso esquerre, es el que te esquiar......
Si vols podem quedar un dia i et coment-ho les ultimes pugades del UTMB crec que et pot vindre molt be.
Poset en contacte amb mi ja que vaig tindre un poblema amb l´ordinador hi he perdut totes les direccions dels correus electronics.
Ok Xavi, quina sorpresa trobar-nos l'altre dia al bosc. Segur que la teva experiència de veterà al Mont Blanc m'anirà super bé. Moltes gràcies!!!
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