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El recorrido, de norte a sur, proponía 32 km atravesando todo el Parc Natural del Montseny, con 993 m de desnivel en subidas y 1.409 m en bajadas.
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La logística de la Travessa incluía un traslado en autobús de La Garriga a Viladrau, pero con el control de inicio en La Garriga, con la cual cosa los participantes habían de ir pasando dicho control antes de subir al autobús. Esta particularidad suponía el tener que hacer una larguísima cola ya desde las 4 de la madrugada. Cuando llegué al lugar de la salida, rozando los 0ºC, me incorporé a dicha cola hasta que a las 5:30 se empezaron a ir llenando los autobuses. Pude colocarme en el 8º ó 9º, llegando a las inmediaciones de Viladrau sobre las 6:30, media hora de desventaja respecto de los que salieron en primer lugar.
Nada más bajar del autobús ultimé los preparativos, colocándome las polainas y el frontal, poniéndome ropa de abrigo y los bastones a su altura... y a correr... calculando que delante mío ya iban 500 personas por los caminos y senderos que suben a Sant Segimon.
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Los primeros kilómetros por un ancho camino me ayudaron a adelantar a una decena de participantes y me condujeron al primer control, situado en La Sala, en donde una muchedumbre se encontraba además avituallando butifarra a la brasa y chocolate caliente.
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Inmerso en un silencioso hayedo no paraba de subir, adelantando por los bordes del sendero a la fila interminable de participantes que me precedía, riesgo que debía asumir para no quedarme allí clavado.
Las primeras rampas fuertes provocaban tapones que intentaba evitar acortando por la ladera. Me encontraba muy bien, me sentía fuerte... y se hacía de día...
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Por otra parte, también pensaba que de los restantes 500 ó 600 participantes que salieron detrás de mí alguno me iría dando alcance... como así fue...
El control 3, l'Alzina, ponía punto final al sector del Pla de la Calma dando paso a la prolongadísima bajada de 15 kms y 1.000 m de desnivel hacia La Garriga.
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Durante esta parada técnica me adelantaron media docena de corredores rápidos, ello me motivó a estirar la zancada para evitar que los que aún venían detrás me dieran alcance.
La prueba iba ya muy estirada y ya se presagiaba la llegada al penúltimo control, Sant Cristòfol. En esta bajada adelanté a corredores que no iban muy bien, alguno con síntomas de pájara y desfallecimiento. Tras ofrecer mi ayuda seguí apretando, consciente de no ser muy buen bajador pero intentando compensar con la longitud de mis piernas.
El ruido de los automóviles de la autovía de Vic inundaba el bosque e indicaba que ya quedaba muy poco.
Tras llegar a la carretera entré en las largas calles de La Garriga, avistando a algunos corredores a los que ya no daría alcance. Mi sorpresa fue, una más, que 500 m antes de llegar a meta había un control inesperado en el que además daban los regalos de la Travessa, una preciosa mochila del Centre Excursionista Garriguenc, organizador de la prueba, y un libro-guía ilustrado con el resúmen de los 40 años de historia de esta Travessa, habiendo de entrar en meta corriendo con ellos bajo el brazo.
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Paré el reloj cuando marcaba 4 horas y 5 minutos tras recorrer 29,45 kms. La última sorpresa la tuve cuando me dijeron que llegué en el puesto 48 de los 1.100 participantes, a pesar de la gran remontada que hice no deja de ser anecdótico teniendo en cuenta que también detrás mío salieron otros 500 ó 600 participantes más en desventaja.
En definitiva, viví una Travessa muy bonita y divertida por lo variada pero también exigente por su longitud y desniveles. Sin duda para repetir y 100% recomendable. Una buena piedra de toque de cara a la Maratón de Barcelona (6 de Marzo) y a la Maratón de la Vall del Congost (20 de Marzo) que están a la vuelta de la esquina.
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