21 kms de recorrido, 3.880 m de desnivel total acumulado y prueba puntuable para la Mountain Running International Cup, a todos los efectos un buen equivalente a la Copa del Mundo, por ello, el nivel de atletas participantes era muy alto, con la participacíón destacada de k
Kilian Jornet, entre otros.
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Como suele ser habitual, hubo que madrugar para desplazarse hasta Queralbs, lugar donde muchos corredores tomamos el tren cremallera que nos habría de llevar hasta Núria, contemplando la naturaleza abrupta de la garganta por la que discurre el trazado del ferrocarril, escuchando de fondo las voces de decenas de corredores dispuestos todos a disfrutar de una mañana soleada y limpia por las cumbres de los Pirineos.
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Tras recibir el dorsal y el chip fuimos a escuchar las explicaciones y recomendaciones del director de carrera, quien avisaba del fuerte viento (50 kms/h) y el frío (4ºC) con que nos esperaba el Puigmal, recordando la importancia de ir pasando los controles de tiempo con el margen suficiente para no quedar eliminados, sobre todo en Noufonts... esa sería mi espada de Damocles durante las horas siguientes...
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Poco antes de la salida me encontré con Angela, ella me reconoció y me llamó, comentamos la dureza y la exigencia de la prueba y nos deseamos suerte. El ambiente era excepcional, grandioso, propio de una competición internacional como esta, se respiraba cierta tensión, ó quizás era yo el que estaba tenso, el caso es que se dió la salida y aquí cometí un gran error, salir demasiado retrasado, algo que no acostumbro a hacer.
Cuando quise darme cuenta, al dar la vuelta al Santuario, me fijé que delante mío iban centenares de corredores y que detrás apenas quedaban pocas decenas. Intenté recuperar por el camino de Fontalba, pero fue tan corto el tramo que apenas me dio tiempo de ganar posiciones... hasta que al comenzar a subir por la ladera en dirección a l'Ortigà me vi sumido en el caos: una fila interminable de corredores que esperaban su turno para ir subiendo poco a poco por un sendero de a uno, intentando buscar cualquier hueco entre los arbustos para poder remontar... pero parecía imposible.
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Tras pasar por el Turó de l'Ortigà, 2.749 m, hubo una bajada que me vino muy bien para coger un aire que me hacía falta para llegar al Puigmal (Puigmal d'Er), la montaña más alta de Girona, con 2.913 m.
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Acababa de hacer 946 m de ascensión, casi un km vertical en hora y media, y me tenía que dar prisa y aprovechar la nueva fase de carrera cresteando por las cumbres para ir recortando aún más mi desventaja.
Bajé a un ritmo frenético hacia la Collada d'Er, a 2.780 m, disfrutando, ahora sí, de mis pasos, de las rocas, del sendero, de la vistas, del frescor a 2.800 m. de altitud, de las placas de nieve que había que atravesar... pero también tenía que ir concentrado en el suelo para no tropezar y hacerme daño... y no tener que probar el viaje de regreso en helicóptero.
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A la izquierda de la divisoria y del camino pateábamos Francia, y a la derecha España, de nuevo con esa agradable y libre sensación de no sentirse en ningún país, sólo percibía roca, montaña, nieve, aire y mis piernas...
Quedaban las últimas congestas de nieve, algunas era necesario atravesarlas, resultaba divertido. El agua fundida bajaba hacia un lado a Núria, el río Freser, después el Ter... y me imaginaba esas aguas y sus moléculas llegando a Sau, mojando mi kayak... ó a la desembocadura del río en el mar, en la Playa de Pals... frente a las Islas Medas. Por el otro lado el deshielo se escurría hacia Francia, naciendo aquí el río Segre, con sus aguas hacia Puigcerdà, las tierras de Lleida, su desembocadura en el Ebro en Mequinenza... y así hasta el Delta... escenarios todos lejanos en la distancia, pero cercanos en la memoria y el corazón. La altitud me afectaba sólo con estas reflexiones... porque casi sin darme cuenta llegué al control 3, Finestrelles, el primero de ellos que era descalificatorio...
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La llegada al control 3 era temida, pero cuando tuve a la vista el control comprendí que pasaría el corte. Llegué al Coll de Finestrelles, 2.604 m, 19 minutos por debajo del límite. El fuerte ritmo que impuse cresteando dio sus frutos y me inyectó de moral. Pude adelantar a una veintena de corredores en este tramo... y la espada de Damocles se perdía en un cielo azul y en su espacio infinito...
Pero había que apretar mucho todavía... el siguiente control ya habían dicho que era el más exigente así que seguí caminando a ritmo alegre en los repechos y trotando sin apenas descanso en los llanos y en las bajadas... cada vez más técnicas y complicadas...
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La carrera seguía. Me encontraba con corredores en mal estado, incluso uno que esperaba al helicóptero para su evacuación de aquel lugar remoto. Subí al Pic de Núria, 2.794 m y al Pic d'Eina, 2.789, el tramo no se acababa nunca y veía que el tiempo pasaba y el control no aparecía por ningún sitio. La presencia de gente que pronunciaba mi nombre y me animaba en el Pic de Noufonts, 2.861 m, me alentó en momentos de desconcierto. Junto a un grupo de corredores excitados bajé volando hasta el control del Coll de Noufonts, 2.684 m, donde tras pasar el chip una amable y afectada voluntaria nos anunciaba que no habíamos pasado el corte.
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Sufrí una gran decepción. Pasé el control en 3h 23m, siendo que el corte se situaba en 3h 20m. Por muy poco... sólo 3 minutos. La espada de Damocles cayó sobre mí sin contemplaciones...
No entendía cómo pudo pasar si llevaba 19 minutos de margen y no bajé el ritmo de carrera. Entre refrescos y frutas del avituallamiento intentaba asimilarlo.
Quizás el tramo Finestrelles- Noufonts no está bien compensado respecto del anterior, Puigmal- Finestrelles. Para el anterior, de menor longitud y desniveles daban 1 hora, para éste, bastante más largo y técnico daban sólo 50 minutos. El reglamento es el reglamento y seguí las indicaciones de los voluntarios del control, tomé el GR-11, camino directo de bajada a Núria. Me planteé hacer el resto de la carrera por su recorrido, pero fuera de tiempo... pero no le encontraba sentido, así que me fui, cabizbajo... en medio de un escenario imponente. La contemplación de aquel cielo y de aquellas montañas me relajó, tomé agua y aire y me fui.
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De esta manera la carrera se convirtió por arte de birlibirloque en un mero entrenamiento, de calidad, eso sí, con 17, 75 kms recorridos, en 4h 8 minutos en total y 2.889 m de desnivel acumulado que espero me hayan de servir para Cavalls del Vent.
Al llegar a la esplanada me reencontré con los amigos con los que compartí parte de esta carrera, Karli, Javi, Raúl, Carlos, Joan...
Enhorabuena a todos.
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