Las onomatopeyas reflejan los sonidos que se quieren expresar por escrito. El "pim, pam, pum" es como los fuegos artificiales: en un momento suben, explotan... y se acaban,...enseguida.
Pues las vacaciones se han acabado en un "Pim, pam, pum".
PIM
Sólo 80 habitantes, plácida estancia, relax absoluto, imperio del silencio: lo natural cobra cada día más valor.

Ruesca: la iglesia, la balsa y nuestro huerto.
Sereno paisaje de cereal subiendo a la sierra .
Lento y agradable pasar de las horas, pero rápido y odioso pasar de los días, dejándose llevar por la vida en un pequeñísimo pueblo al pie de la sierra que domina el altiplano meridional zaragozano.
La Sierra de Paniza y el Campo de Daroca. Quietud extrema.
La Sierra de Vicort conserva singulares rincones y frondosos pinares, en una sucesión interminable de cumbres, con el cierzo perenne.
Sierra Modorra.
M. Angeles, subiendo por el cortafuegos.
Junto al Mojón Alto.
La Sierra de Vicort.
Abajo, al fondo del altiplano, se encuentra la Laguna de Gallocanta.
De buena mañana, con temperaturas rondando los 10 ºC y acompañado de mi mujer, pude disfrutar de un buen número de trekkings, siempre con las cumbres de testigo, cresteando por ellas, en alguna ocasión de hasta 23 kms de recorrido, subiendo a los vértices geodésicos de Mojón Alto, 1279 m, y Calvario, 1221 m, para bajar en slalom a Viver de Vicort y regresar a casa, 23 kms de longitud, con 1000 m de desnivel positivo acumulado, en 5 horas y 40 minutos.
Cresteando por el Mojón Alto.
Cresteando por el Portijuelo.
M. Angeles en el Puerto de Orera.
El vértice geodésico Calvario.
Viver de Vicort y el Pico del Rayo.
Cada día, al bajar de la sierra, nos esperaba un buen avituallamiento: había que atravesar campos de cerezos...qué frescas y ricas las cerezas de Manolito, Aurelio ó Eugenio, entre otros...de lo mejor para recuperar fuerzas.
Y después esperaba un baño reparador en la piscina, donde costaba aguantar el agua fría de la sierra, pero de donde se salía como nuevo.
El resto del día, descansando, sencillamente no haciendo nada, sólo escuchar los árboles, los pájaros, los chorros de la fuente y alguna cosechadora lejana.
Por la noche, el ritual de tomar la fresca en la puerta de casa, esperando el sueño en medio de agradables y suaves conversaciones de pueblo.
Uno de los temas más recurrentes eran los rumores que llegaban desde la capital aragonesa sobre la Exposición Universal de 2008, de cómo le ha dado un aire cosmopolita a una ciudad que lo necesitaba, anclada en su propio folclore.No sé si la campaña de marketing habrá sido acertada, pero a mi no ha conseguido atraerme: desde Zaragoza llegaban noticias desalentadoras, interminables colas, contenidos muy vistos, y precios aún más altos que las temperaturas extremas. Montaje comercial y monotemático con el agua del pobre Ebro como protagonista, aderezado con exóticos palmerales y cocoteros en las playas artificiales de sus orillas y barcos-bus que zozobran con los remolinos del río y las ráfagas del cierzo: él es el amo aquí... los barcos, en las apacibles aguas de los lagos centroeuropeos.Huyendo de toda esta caprichosa horterada acuática, decidimos buscar la verdadera esencia de esas aguas, sus orígenes: el cercano Monasterio de Piedra y el incensante murmullo del Río Piedra.Una extensa y esteparia cuenca vuelca sus aguas de golpe en el cataclismo geológico del cañón de este río, formando una larga sucesión de rápidos, cascadas y chorreras, espectaculares, como la cascada Caprichosa, de 30 m de altura ó la Cola de Caballo, de 40, detrás de cuya cortina de agua se esconde una mágica cueva con fosforescentes aguas azules. En el exterior, tras la violencia del agua en su caída se forma un fuerte y húmedo remolino de aire. Resulta imposible resistirse a refrescarse con ese agua de tanta carga energética, toda la que aquel cataclismo aún otorga al renqueante río que llega del altiplano.
Esta fosa tectónica formó el Cañón del Río Piedra.
La Cola de Caballo desde arriba.

La Cola de Caballo a mitad de la bajada.
El agua se desborda en cientos de chorreras.

Cascada de la Caprichosa.
El Río Piedra empezando a desbocarse.
Una profunda cueva se esconde tras la cortina de agua.
En el interior de la cueva, este lago fosforescente no es producto de la imaginación.
En este lugar el estruendo del agua y el remolino de aire húmedo son espectaculares.
Infinidad de ejemplares arbóreos centenarios, aquí un enorme fresno colgante.
Ya aguas abajo, el río sestea en medio de remansos frondosos donde las truchas saltan y disfrutan de un agua aireada en las cascadas.
Auténtico remanso...de paz.
En el remanso las truchas no paran de saltar.
El fantástico Lago del Espejo.
Mientras, siluetas recortadas no paran de escudriñar el cañón y los movimientos que en él tienen lugar. Una amplia colonia de rapaces y carroñeras reclaman los dominios aéreos y una imprescindible exhibición de cetrería nos muestra la perfección de sus vuelos.
La visita debe cerrarse en el ambiente recogido y sereno que ofrece el propio monasterio, fundado por la orden del Císter en 1194, con su admirable Sala de Capitulaciones, la curiosa cocina en donde se preparó el primer chocolate en Europa, y los devastados restos de su iglesia, producto de la Desamortización...y de la incultura de la revolución popular que desató.
Sala Capitular.
La barbarie.
Fuerte tormenta al abrigo del claustro.
Tras una fuerte tormenta al abrigo del monasterio, cuánto potencian su esplendor las tormentas a los monasterios y viceversa, la jornada se cerró degustando unas excelentes migas con longaniza...y unas finísimas truchas de esas aguas, aguas que 150 kms más abajo son forzadas de manera sistemática a vestir de diseño a una Exposición Universal que, tal vez, no lo necesitaba...
PAMVisita fugaz a mi ciudad natal. Sólo para saciar necesidades sentimentales básicas. Por mucho que cambie aquella ciudad, la llegada a Plasencia siempre resultará familiar, quizás por la silueta imborrable de sus montañas y por la acusada sección en V del valle en que se asienta.Escasos días para una visita de carácter familiar, sin opción, casi, para disfrutar de los encantos de una ciudad, fundada por el rey castellano Alfonso VIII en 1186 "placeat deo et hominibus" segun preside en sus fueros y su escudo.Y es que realmente es un placer poder contemplar la Catedral, con su parte románica y otra posterior perteneciente al gótico plateresco, recorrer las calles de su recinto intramuros, acudir al mercado de los martes en la bulliciosa y porticada Plaza Mayor, lugar donde, además de las diferentes variedades de las frutas y verduras de la temporada, se pueden adquirir productos llevados desde las comarcas próximas, Sierra de Gata, Hurdes, Valles del Ambroz y del Jerte y la Vera, como los riquísimos dulces del tipo de las rosetas de miel y las perrunillas, excelentes quesos como los de Casar, Carbajo ó Robledillo, delicadísima miel de flor de cerezo ó encinas, y un amplio y suculento surtido de chucherías ibéricas...fundamental...
Concurrida Plaza Mayor, plaza porticada, centro de la vida comercial y social de la ciudad, en donde se encuentra la casa más estrecha de España, 1.40 m y 4 plantas, en la foto, a la derecha, de color sepia, y la presencia del Abuelo Mayorga, que da todas las campanadas en el reloj del Ayuntamiento.
La Catedral.
Y para refrescarse, nada como un paseo y baño por las frondosas riberas del Río Jerte, pobladas de chopos, sauces y alisos, cuya sombra y la proximidad del agua crean un microclima indispensable para evitar la llegada de los 40ºC, cifra que parece excitar el canto de las cigüeñas, sonido que parece la voz de los pueblos y ciudades de Extremadura.
Riberas del Jerte en la Isla, con un piragüista quebrando la simetría de las aguas.
El Puente Nuevo.
Las cigüeñas son más que un símbolo en Extremadura.
Antes de regresar, una tarde de tormenta y viento vistió de fiordo al Embalse del Jerte, auténtico temporal de olas en la provincia con mayor longitud de costa.
La tormenta azotó con fuerza al Valle del Jerte, con oleajes poco vistos en esas costas interiores.
PUM
Habitación doble en la planta 11 con vistas al mar.Ligeras molestias que fueron acentuándose hasta llegar a fuerte dolor abigarrado entre el pecho y la espalda hicieron precipitar el regreso a casa......El dolor llevó al pánico y el cerebro decretó el estado de emergencia: traslado e ingreso, otra vez, durante 4 días, en el servicio de cardiología, en la planta 11 del Hospital de Can Ruti.Todos los fantasmas de nuevo en escena...todos... Las sensaciones eran muy malas, pese a los ánimos y cuidados de la familia, los amigos y el personal sanitario.Pero tras 4 exploraciones completas, 5 electrocardiogramas, 2 radiografías, 5 ecocardiogramas, una analítica completa y 12 controles de la temperatura, la tensión, la frecuencia cardíaca y el nivel de oxigenación de la sangre, y a la espera de la llegada del resultado del estudio del sistema autoinmune, los resultados objetivos descartan por completo un nuevo y temido episodio de pericarditis.Falsa alarma. Es otra cosa, no se sabe el qué, pero sí se sabe lo que no es.Y ya van 3 años seguidos poniéndome enfermo en las vacaciones... ¿vacaciones?...Después de recibir el alta hospitalaria sólo me quedaban 2 días para vover al trabajo. Pero Venancio-Ángel, un simpático ecuatoriano, compañero de habitación, no tendrá tanta suerte como yo. Él deberá todavía esperar, ojalá supere con éxito los trombos que afectan sus vasos sanguíneos.
¡¡¡Salud!!!