Primavera

Cada tarde se estira un poco más: la inclinación de la Tierra se aproxima al equinocio cada dia que pasa y por consiguiente las horas de insolación van creciendo. Todo esto, unido al estancamiento anticiclónico que estamos disfrutando, hace que de repente nos encontremos ante el brote de la floración de los árboles.

Dando una vuelta por el bosque, paseando, explorando rutas , buscando material para fabricarme un didgeridoo, me encuentro con la sorpresa de un almendro blanqueado por sus flores, con su olor tan dulce y la consiguiente nube de abejas y demás insectos atraídos.

En un claro me paro a descansar y a contemplar las vistas de Vilassar.

Al lado encuentro un algarrobo lleno de vainas, a éste aún no le ha llegado su turno, pero parece sentirse orgulloso de su cosecha.

Continúo mi camino y me encuentro con una mimosa y su característica floración amarilla; bajo ella, el contraste con el cielo resulta más espectacular.

En otro claro me vuelvo a parar para contemplar una casa en medio del bosque, y más allá, el pueblo, esta vez con el mar de fondo, buscando ya el regreso a casa.

La mala noticia es un pobre abeto que alguien transplantó intentando salvar su vida, sin éxito, tras las navidades. Por lo menos lo intentó...