26 de julio de 2009

Las orejas del lobo

Kayak en la Costa Brava, mañana espléndida para disfrutar del kayak de mar junto a otros 14 palistas. Y es que entre tanta carrera por montaña ya tenía hambre y sed de mar y nada mejor que una buena ruta, Tossa de Mar - Sant Felíu de Guíxols, bellísima, para resarcirme y vivir nuevas experiencias.
Como me gusta madrugar y llegar temprano a los sitios pude dejarlo todo a punto y preparado, esperando la llegada paulatina de los demás miembros del grupo a la Platja de la Mar Menuda de Tossa, lugar donde conviven milagrosamente kayakistas, buceadores y bañistas.
Pude reencontrarme con algunos palistas conocidos, como Manel, Txus, Lady Kayak, Manu, Albertscub y fugazmente a Josep Mª Llargues, y tuve el placer de conocer a otros que todavía no conocía: Josep de Cambrils, Josep de Lloret, Jaime, fenomenal su primera travesía, Marc, Cris, Narcís, Carlos y Feli.
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Sa Banyera de ses Dones, preciosa y tranquila minicalita en el extremo norte de la Platja de la Mar Menuda de Tossa a primera hora de la mañana.
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Todos en las aguas de la preciosa Bahía de Tossa, con su característico castillo y murallas, dispuestos a hacer la travesía.
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Con un mar bastante tranquilo salimos en dirección a Sant Felíu de Guíxols recortando la costa, pasando por los estrechos canales entre islotes e ingresando en algunas de las cuevas existentes.
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El estrecho canal d'es Palomar: el estado del mar permitía pasar por estos lugares fabulosos.
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Sa Cova Escalfada, bajo un acantilado vertical de decenas de metros se abría una espectacular especie de boca del lobo...
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Pero dentro de la enorme bóveda principal, de varios metros de altura, todo era tranquilidad y quietud, y el fondo del mar de ensueño...
Al final, medio escondido, otro hueco daba paso a una segunda cámara...
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Intenté pasar por él, pero un enorme flujo repentino me hizo elevar y darme con el hombro en la pared a la vez que escuchaba un rasgado rumor de rompiente que venía desde las entrañas de la gruta...
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Tras salir de la cueva y entender que quizás algo empezaba a cambiar en el mar nos dirigimos hacia Cala Bona, cala muy profunda y protegida que sirve de abrigo a todo tipo de embarcaciones.
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Cala Bona, largo y estrecho entrante de mar en cuyo final se alza, además, un simpático chiringuito.
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Tras dejar Cala Bona pasamos por delante de la Roca de sa Gatera, con buenas hoquedades y paredes para practicar la escalada libre y en donde los más atrevidos hacían sus intentos de atravesarla literalmente colgados del techo.
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La Roca de sa Gatera y sus cuevas.
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Desde aquí seguimos, aún con el mar en calma, hacia el Cap de Pola, en donde se asientan quizás las más lujosas villas de la Costa Brava.
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El Cap de Pola, en donde se ubican lujosas villas, como esta propiedad de la familia Thyssen.
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Tras doblar el Cap de Pola pude darme cuenta que comenzaba a soplar el viento del norte y que el mar comenzaba a picarse. Seguimos bordeando la costa, pero sin acercarnos ya a los islotes y escollos, hasta llegar así a Cala Salionç.
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Josep y Feli, esperando en Cala Salionç para hacer reagrupamiento. Las olas comenzaban a levantarnos.
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Hacia el medio dia decidimos hacer un alto y parar en alguna cala. La elegida fue Cala Cabanyes, en donde aprovechamos para charlar, comer un bocadillo, estirar las piernas ó tomar un baño...
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Reparadora y agradable parada en Cala Cabanyes.
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Viendo cómo se estaba poniendo la cosa, con la cantidad de "borreguitos" blancos que asomaban en el mar, y con la fuerza del viento que soplaba, parte del grupo decidió volver a Tossa, pensando en la dificultad que supondría llevar todas esas olas de popa.
Otros decidimos continuar motivados por la vista, aún lejana, de la Punta de Garbí, tras la cual esperaba Sant Felíu de Guíxols.
Tras pasar sin detenernos por Canyet i a la altura de Ses Bordisses el viento arreciaba y las olas eran cada vez mayores, muchas de las cuales pasaban sobre la cubierta del kayak. Al refugio de la Cala d'en Bosc, y viéndole las orejas al lobo decidimos que lo mejor era volver atrás y dejar la aventura de llegar a Sant Felíu para otra mejor ocasión.
Mi pensamiento se centraba en corregir los cambios bruscos de dirección que me propinaban las olas que llegaban por popa y que me hacían girar como una brújula, en palear fuerte y bajo, en no cometer errores en los apoyos con las olas de costado que me pasaban por encima para no volcar... Suerte que Manel no me quitaba ojo... ello me dió más confianza y evitó que llegara el miedo...
Costeando, apenas sin recortar, paleando fuerte en las zonas duras de acantilados, reflujos y con olas multidireccionales fueron pasando los minutos, con algún susto que otro, pero llegando por fín al abrigo de Cala Bona... y tan bona... descanso, desestrés y chiringuito...
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Cala Bona, muchos barcos, bastante gente, chiringuito enorme y poquísima arena que los del negocio se encargan de llevar ellos mismos para confort de sus clientes.
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Tras comer en Cala Bona y descansar de todo el esfuerzo reemprendimos el regreso hacia Tossa.
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Con un mar aún revuelto, llegamos a Tossa tras haber recorrido unos 19 kms por un mar ciertamente movido pero con muy buena compañía, cosa que hizo que las dificultades se superasen con menos problemas de los que fatalmente me parecía.
Al llegar a la atiborrada playa de Tossa nos encontramos de nuevo con los que ya habían regresado y que nos esperaban para tomar algo fresquito... y además ocurrió algo que me dejó muy sorprendido: de los cientos de kilómetros de la costa catalana... de los cientos de playas existentes... de las diferentes y variadas playas y calas que hay cerca de Tossa de Mar, de los miles de bañistas que se encontraban en aquella... voy y salgo con mi piragua justo al lado de donde tomaba el sol el "product controller" de la obra donde trabajo, el "enemigo" cotidiano, vamos... el lobo...
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Para despedir la jornada de kayak... una boda curiosa... los novios llegan en barca a la orilla... y desde allí caminan sobre una larga alfombra roja hasta los jardines de un cercano hotel para contraer matrimonio en medio de los vítores y aplausos de gente en bikini y bañador y del aroma a bronceador flotante en el aire. Mucho glamour...

20 de julio de 2009

Relevos

El sábado por la tarde se disputó en Mataró la Mitja Marató per Relleus, carrera por equipos de tres relevistas.
Allí nos encontramos un montón de compañeros de mi club de atletismo y otros amigos: el ambiente era extraordinario, con el recorrido de 6 vueltas por el interior del Parc Central lleno de público animando y cada paso por meta era una explosión de gritos de ánimos por parte de los amigos allí apostados ó esperando sus relevos.
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En pie, Jordi, Joanot, Karli, Ferran, Gemma, Mari·Carme, Fran y Pepe.
Agachados, Jaume, Jotaeme, Dolors y Joan Josep.
Falta en la foto Pere, de todos, el que mejor marca hizo en su relevo.
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Yo llegaba un poco tocado 2 semanas después de los 100 kms de la Núria-Queralt, pero muy motivado para correr junto a mis compañeros de equipo, Dolors y Joan Josep.
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Junto a Dolors y a Joan Josep, pocos minutos antes de comenzar la prueba.
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Mi participación fue muy discreta, completando los 7 kms en 34m 17s, acabando en la posición 326 de 397 relevistas.
En cambio, la clasificación de nuestro equipo subió su cotización gracias a los buenos relevos que realizaron Dolors y Joan Josep, completando la media maratón en 1:36:45, obteniendo el puesto 88 de 131.
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Entrando a meta y completando el 2º relevo poco antes de pasarle el chip a Joan Josep.
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Ni qué decir tiene que lo mejor fue la presencia de tantos amigos en diferentes equipos y la sana competencia entre todos... ó casi todos, sin olvidar a los que no corrieron por diferentes motivos y que no cesaron de animar. Además, comprobé que las secuelas de los 100 kms se van superando poco a poco...
Después de hacer el 2º relevo de mi equipo me encontré con un grandísimo campeón:
-Campeón de España sub23 de 10.000 m en 1.995 y 1.996.
-Campeón de España absoluto de 10.000 m en 2.000, 2.001, 2.002 y 2.003.
-6º en el Campeonato del Mundo de 10.000 m en 2.001.
-Bronce en el Campeonato de Europa de 10.000 m en 2.002.
-Oro en la Copa de Europa de 2.001.
-Plata en la Copa de Europa de 2.002.
-Oro en la Challenge europea de 2.001.
-Plata en la Challenge europea de 2.002.
-1º en el Maratón de Otsu, Japón, en 2.006.
Tan brillante palmarés no le impidió merendarse un bocadillo junto a los corredores populares, como uno más:
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¡Grande, y simpatiquísimo José Ríos!
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Jose siempre tiene un momento para atender a los corredores populares: es todo un fenómeno.
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Cuando todo hubo acabado, por la noche, pudimos disfrutar de una cena chill out en Caldetes, en donde no faltaron las bromas, los recuerdos y las nuevas propuestas y proyectos de carreras.
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De tertulia, entre Joan Josep y Jotaeme, pensándolo todo para la Cavalls de Vent...
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El eje Garraf-Maresme, amistad e interes comunes: Òscar Font, Joan Josep, Mari·Carme, Mari·Ángeles, Fran, Mónica, Ferran Vila, Laia, Gemma y Violeta. Y además, cogiditos de la mano, Jotaeme y Karli.
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Otro relevo, éste muchísimo más emotivo, fue el que se produjo el domingo por la mañana: después de 12 años, el Estadio Olímpico de Montjuïc le pasaba el testigo al nuevo estadio de Cornellà-el Prat.
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El nuevo estadio del R.C.D. Espanyol abrió las puertas para sorprendernos a todos por su cuidada y elegante arquitectura y funcionalidad.
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Se trataba de un ensayo general para el club y para los aficionados antes de la inauguración oficial del próximo 2 de agosto ante el Liverpool y del primer partido oficial en liga contra un reforzadísimo y multimillonario Real Madrid plagado de rutilantes estrellas.
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Fila 11: todo es precioso, una maravilla... estamos encantados.

8 de julio de 2009

Núria-Queralt: 100 kilómetros... ¿dónde está nuestro límite?

No hay dolor... ese es el límite... saber engañarse a sí mismo para conseguir un objetivo infrahumano y, lo reconozco, demencial, algo imposible de entender para el común de los mortales...
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La Núria-Queralt 2.009 se presentó inicialmente como un ultra-trail de montaña de 100 kms aunque la hoja de ruta indicaba que eran 95 los kilómetros reales a recorrer... en caso de no perderse... porque yo me perdí 2 veces y llegué a acumular unos 10 kms adicionales...


El perfil, majestuoso, con 4 agujas de alta montaña para remontar, el Pas dels Lladres (734 m), el Coll de Pal (681 m), el Coll de la Bauma (758 m) y el Estret d'Ensija (763 m)... y 2 bajadas infinitas para descender, a la Molina (1.111 m) y a Rigorèixer (1.290 m). El total de los desniveles en subidas fue de +4.029 m., en bajadas de -5.274 m., y el desnivel total acumulado de 9.303 m.
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Las características del trail obligaba a dejar el coche en Berga, lugar de llegada, coger un autobús repleto de participantes animosos hasta Ribes de Freser y allí tomar el tren cremallera hasta Núria, con los participantes mirando de reojo los negros nubarrones que iban tapando las cumbres del Pirineo de Girona...
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Con Karli, en la estación de Ribes de Freser, esperando impacientes la llegada de nuestro tren.
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Una vez en Núria, el tiempo justo para los arreglos personales y ultimar los detalles en las mochilas... para tenerlo todo a mano y en orden... y dirigirnos hasta la Ermita de Sant Gil, punto en el que se daría la salida y en donde tuvimos dos sorpresas, el encuentro con Jordi Casanovas, popular blogger catalán habitual en las caminadas de resistencia... y los primeros truenos que se escuchaban en el valle... ya avisaban de lo que se venía...
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Emoción, ilusión... dudas... a 1.960 m. de altitud Núria, sus montañas y las últimas lenguas de nieve...
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Pocos minutos antes de salir, junto a Karli y a Jordi Casanovas.
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15:30 h: tras una salida muy bien organizada y tranquila comenzamos las primeras subidas, sin pausa...
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...dejando atrás Núria, su lago y su valle, para dirigirnos a Fontalba, impresionante surgencia de agua en medio de la ladera, de varios metros de diámetro, que se precipita al fondo del valle. Era el km 5 y los truenos seguían avisando...
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El sendero daría una revuelta a la izquierda y atravesaría por medio de la surgencia de Fontalba.
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16:30 h: control de paso 1 en la Font de l'Home Mort, km 9, había comenzado a llover hacía unos minutos pero la tormenta se acentuaba en forma de granizo... y los rayos caían con más frecuencia. Las vacas eran los únicos pararrayos a la vista...
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La tormenta era muy fuerte y nos esperaba la mítica subida al Pas dels Lladres, a 2.534 m. de altitud.
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La ascensión fue muy penosa, a parte de su gran dificultad tuvimos que luchar contra el frío y los granizos durante más de 1 hora, granizos que provocaron pequeños hematomas en brazos y piernas... y contra el miedo a los rayos que no paraban de caer.
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La cima cada vez más cerca, había que llegar cuanto antes... allí la tormenta parecía más débil...

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La ladera quedó cubierta por una capa de hielo... y nuestras manos y pies rígidos e insensibles...

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Un anónimo tomó esta imagen a nuestro paso por la coronación del Pas dels Lladres.
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18:00 h: km 13, llevábamos 2,5 horas de carrera, congelados y desanimados, con los teléfonos estropeados por la tormenta y el agua, dejábamos atrás el Puigmal (2.910 m.) y sus neveros. Otra tormenta se aproximaba, ésta con más aparato eléctrico y además con niebla. En pocos minutos quedamos envueltos y desorientados, sin dejar de escuchar los estruendos de los rayos que caían en las cercanías... eran los momentos de mayor debilidad... ciertos fluídos del cuerpo surgían irremediablemente...
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Atrás quedaban el Puigmal, la Tossa del Pas dels Lladres y el remontador de la estación de esquí francesa de Valcebollère.
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Pero lo malo también tiene su fín. A partir de ese momento salió el sol y pudimos trotar durante muchos kilómetros por las cumbres que hacen la divisoria con Francia, disfrutando de parajes espectaculares, pasando por la Creu de Maians (1.994 m.), en cuyas proximidades se encontraba el control 2, y por la Collada de Toses (1.777 m.)
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La Creu de Maians... y la tormenta, que todavía azotaba la Vall de Núria.
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De allí bajamos por un camino hasta la estación de tren de la Molina, estación de esquí, en donde se encontraba el control 3 y un estupendo buffet de frutas y ensalada de verduras y patatas... había que tomar fuerzas para subir al Coll de Pal. Era el km 27 y llevábamos 5 horas de carrera.

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Vista atrás a la Molina, subiendo una empinada cuesta que nos llevaría por medio de sus instalaciones de esquí.
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La subida por el Torrent de Coll de Pal (2.105 m.) no fue buena para mi compañero de aventura, Karli, quien definitivamente valoró que lo más acertado sería abandonar, pero aún tuvimos que pasar por el control 4, Refugi del Rebost, km 39, en donde nos dierion la 1ª referencia de clasificación, puesto 97, y por el control 5, el Paller de Dalt, en donde cometimos un grave error y tomamos una senda equivocada que nos hizo dar una vuelta innecesaria de 5 kms a través de una torrentera descomunal, abocándonos a Bagà en lugar de Rigorèixer, perdiendo quizás 1 hora de tiempo.
Llegados a Rigorèixer, control 6 y km 45, era ya la 1 de la madrugada, tras 9, 5 horas de carrera, se produjo la despedida de Karli: volvía a casa con otro corredor y yo me quedaba allí, con ganas y ánimos de seguir. Buena sandía, voluntarios simpáticos, relleno de la camelbag, cambio de calcetines, ¡bien!, y una luna bucólica que se escondía tras las montañas: me quedaba sólo, y me dijeron, tras perderme, que iba en el puesto 136.
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Había que seguir, intentar remontar posiciones y correr en el mayor número posible de tramos, pero al dejar Rigorèixer y cruzar el río Grèixer me encontré con la estampa que me esperaría durante muchas horas... la oscuridad... y la soledad...
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Los siguientes 5 kms hasta el control 7 fueron una gozada, corriendo por una pista en ligera subida, adelantando a algunos participantes y siendo consciente que me encontraba bastante bien... sobre todo mentalmente... sin darme cuenta llegué a Can Cerdanyola, km 50 de carrera.
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En medio de la noche estos controles son para los participantes un festival de humanidad, de luz, de alegría... pero había que continuar sin más, así que tomé un trozo de sandía con cada mano y seguí la marcha... cada luz que veía delante mío era mi siguiente objetivo... intentar llegar al corredor y mirar para adelante, a otra luz a la que atrapar...
El agradable y fresco sonido del río Bastareny me acompañó durante un rato hasta que debí pasar junto a sus fuentes, y al dejarlas atrás el sonido cesó de golpe, el bosque se volvió mudo, hueco, en el cielo brillaban las estrellas y el camino me ofrecía nuevas luces a las que atrapar... las piernas respondían... los pies comenzaban a sentirse incómodos con tanta agua... y la mente me empujaba, ciertamente paranoica, a adelantar participantes por las empinadas cuestas del coll de Balma (1.573 m.) hasta el control 8.
Allí, unos deliciosos anacardos, cocos de Brasil, almendras, avellanas, orejones e higos me repusieron bien del esfuerzo. Eran las 03:30, llevaba 12 horas en carrera y me encontraba en el km 58. Salí con 2 participantes rumbo a las tarteras que rodean el Pedraforca.
Pero no elegí bien mis compañeros de viaje... eran bastante más fuertes que yo y me iban dejando atrás... me costaba seguir su ritmo y desistí de ir con ellos al pasar por la Mare de Deu de Gresolet... Volví a ir sólo hasta el Coll d'Euga, en donde una bifurcación me despistó y me hizo ir hacia abajo, hacia un río, sin marcas, sin nadie, sin teléfono, con miedo, bastante, no hubiera sabido volver atrás, así que encomendé a mi sentido de la orientación y de la lógica, buscando bajar hacia ese río, cruzándolo como pude y encontrando, por suerte, una pista en la otra orilla, desde donde me conmocionó la silueta de los Pollegons del Pedraforca en el estrellado cielo.
De allí tuve que ir remontando lo bajado a través de una pista, luego de un camino, y finalmente de una carretera... hasta llegar a Saldes, tras dar otra innecesaria vuelta de 6 kms en la que tal vez perdí 2 horas. Allí busqué el control 9, en el km 65, al que llegué sólo 30 minutos antes de que cerraran la carrera, y me encontré, ya con la luz del día, con la desoladora vista de muchos corredores que abandonaban ya, sin fuerzas, ó sin ganas...
Fiché y seguí para no perder tiempo, iba al límite del tiempo de paso... y los pies me avisaban con agudos pinchazos que ya tenía llagas...
Comencé la subida al Portet (1.828 m.), tremenda aguja ubicada casi al final de carrera. Mantuve un ritmo constante con mis piernas y mis bastones, buscando apoyos ante el aviso de los isquiotibiales...
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Amanecía subiendo al Portet, detrás, el Pedraforca se alzaba a 2.497 m. de altitud y su vista mitigaba el dolor que me llegaba de los isquios...
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Al llegar al Portet, control 10 y km 72, avisaban de que en la carrera se estaba produciendo una auténtica escabechina, con más de 200 participantes retirados ó descalificados...
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El Coll del Portet, después de la terrible subida era el mejor premio...
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Llegado hasta aquí no podía pasar a engrosar esa lista... y me dispuse a atravesar los estechos, pedregosos y peligrosos pasos que van bordeando los cortantes de la Serra d'Ensija, justo debajo de la cima de la Gallina Pelada (2.320 m.).
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El sendero va recorriendo el pie de la pared que cae desde la Gallina Pelada.
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L'Estret, un regalo para la vista, un martirio para los pies...
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La impresionante vista atrás de l'Estret d'Ensija, cerca de la Font de la Bruixa.
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La llegada al control 11, La Font de la Bruixa, km 78, tras 19 horas de carrera, me permitió hacer un último cambio de calcetines y un buen aprovisionamiento a modo de almuerzo. Ajuste de polainas... y adelante... comprobé que iba ganando tiempo de paso y que todos los participantes estaban tan reventados como yo.
Debía aprovechar para trotar por un tramo bastante plano, soleado pero fresco, a 1.600 m de altitud, cerca de los Rasos de Peguera, oliendo por vez primera la meta...
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Baga de Peguera. El paisaje era increíble, fresco, animaba a correr a pesar del dolor que sentía.
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Tras bajar al riu de Peguera había que volver a subir al Coll de les Nou Comes: ahora el trayecto era así, subidas y bajadas contínuas, poco a poco, pasando por el control 12 de Espinalbet, km 88, antes de llegar a la antigua meta del Santuario de Queralt... pero aún quedaba más...
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Por dentro del bosque en la subida al Coll de les Nou Comes (1.496 m.)
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Muy cerca del Santuario de Queralt, con el Pantano de la Baells al fondo.
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Berga, fin de carrera, pero aún había que bajar cientos de escalones...
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El final de carrera, la bajada del Santuario de Queralt a Berga, fue durísimo, 2 kms de recorrido y 435 m de desnivel, superado a través de cientos, ó miles, de escalones interminables, que hacían estragos en los maltrechos isquiotibiales de mi pierna derecha, pero con la vista, y el alma, puestas en el Parc del Lledó... donde por fín acabaría esta locura...
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Últimos esfuerzos, últimos sufrimientos, los escalones de piedra acabaron conmigo, pero no impidieron que acabase la carrera.
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Tantos pensamientos... tantas vivencias... tantas emociones... el recuerdo de los que me apoyaron y animaron, mis amigos, mis compañeros de club, mis familiares, los voluntarios de los controles, los participantes que ya estaban en meta cuando llegué, mi compañero de aventura Karli... y Mª Angeles, mi mujer, incomunicada conmigo por la avería del teléfono, sin saber nada de mí durante muchas horas... sin el aliento vuestro no hubiera tenido la capacidad mental suficiente para soportar tanto sufrimiento, tanto miedo, tanta soledad en la noche... Gracias a todos....
Tras 22 horas y 26 minutos, a las 13:56, tras más de 100 kms recorridos en buena parte corriendo, pude llegar a la meta de Berga, antes de las 24 horas de cierre, en el puesto 118, engrosando, sí, la lista de finishers: sólo 158 de 430.
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Nada mas llegar al Parc del Lledó de Berga.
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¿Dónde está nuestro límite? Después de la extraordinaria experiencia vivida la respuesta está en nuestra mente y en la capacidad que tenemos para sobreponernos a las dificultades y al sufrimiento.
Como alguien dice sin dudarlo, la Núria-Queralt es la reina de las carreras por montaña... este año nos ha puesto a todos a prueba, incluso a los primeros clasificados, que han invertido 5 horas más de lo habitual en completarla.
Por mi parte, 2ª Núria en el bolsillo, en 2.007 la completé en 16 horas, pero el recorrido era de 92 kms, este año con enormes emociones durante las largas 22 horas, pero con la misma satisfacción personal al llegar a la meta.
Acabo muy tocado físicamente... pero enormemente feliz...