Buscado y deseado desde hacía tiempo, este ultratrail me venía llenando de incertidumbre y emoción durante las últimas semanas. Sus 63,82 kms y 6.360 m de desniveles acumulados inquietaban mis entrenos y mis sueños...
Tras un nuevo madrugón para ir a correr (3:00 AM) me fui con Paco del Moral a Torelló, en la comarca de Osona, lugar en donde tenía lugar la salida y la llegada de "Pels Camíns dels Matxos". Las características técnicas y el reglamento de esta prueba permitían hacer diferentes recorridos en función de los estados de forma y anímico sobre la misma carrera, con un par de controles de paso obligatorios que podrían hacer acortar el recorrido más largo... y también una auténtica tentación en el caso de debilidad física ó mental para volver voluntariamente a casa antes de tiempo...
La prueba recibe ese nombre debido a las condiciones técnicas de los senderos y caminos por los que transcurre, antiguos caminos de herradura, muchas veces labrados en la roca, con grandes pendientes, por los que transitaban las personas y los animales de carga (matxos) para trasladarse de unos pueblos a otros en estas comarcas montañosas y agrestes del interior de Catalunya.
Al tratarse de una prueba clásica muy conocida había mucha concurrencia, pero aún así me encontré con algunos compañeros de fatigas en los momentos previos a la salida, como Jaume Soler, Dolors Puig y Denis Fornés. En el briefing nos informaron de las novedades en el recorrido y nos advirtieron que contáramos 1 hora más de incremento de tiempo sobre cualquier previsión y referencia que pudiéramos tener, ello implicaba pasar de las 12 horas fijadas como objetivo inicial a las 13... y el riesgo claro de quedar fuera de carrera si algo se torcía... daban 15 horas de margen...

Con Paco del Moral, compañero y amigo de mi club, poco antes de comenzar la prueba aún de noche.
La salida fue multitudinaria por las calles de Torelló, con 460 participantes en liza, algunos con la idea de hacer los sectores corto e intermedio y otros el recorrido íntegro. El ritmo era alto, en la parte delantera todo el mundo corría pese a la prolongada subida que conducía desde el mismo inicio hacia la Serra de Bellmunt.
Me propuse ir alegre durante la primera parte de carrera para no tener problemas en el control de corte de la Collada de Sant Bartomeu, km 22.5, para a partir de ese momento apurar la subida a Puigsacalm y bajar lo más rápido posible hasta el Prat de la Vola, km 32.5, 2º control descalificatorio. Si allí daba la talla, la 2ª parte de carrera me la planteaba para disfrutar de lleno de la misma...
Perfil longitudinal, con las exigentes subidas de Bellmunt, Curull, Puigsacalm, Cabrera y la Creu de Salgueda... y las "divertidas" bajadas al Río Ges, las cuerdas del Coll de Bracons ó la ladera norte de Cabrera.En los primeros kilómetros, a través de una ancha pista forestal en subida, las posiciones se fueron fijando y las caras que allí veía me las iría encontrando alternativamente a lo largo de toda la carrera, serían compañeros de viaje con los que compartir las mismas vicisitudes, alegrías y penas. Dió la casualidad de encontrarme en esos momentos con Pere Masó, hicimos juntos la mayor parte del UTSM, y con Marc Soriano, con quien creí morirme cerrando cola en la Marató de la Vall del Congost un mes antes.
Avituallamiento de Les Valls, km 6, en donde todo el mundo disfrutaba de un breve desayuno, como Pere Masó (de rojo).
Desde Bellmunt se tenían unas excelentes vistas de toda la comarca de Osona, la Plana de Vic y, cerrando el horizonte por el sur, el Montseny.
En Bellmunt ofrecían un generoso y apetitoso almuerzo de pan con tomate y embutidos que desestimé y substituí por un gel de glucosa.
El Salt del Molí, uno de los lugares más espectaculares de todos los que habíamos de pasar. Apenas me detuve unos segundos a hacer la foto y me adelantaron una decena de corredores... me hubiera gustado, pero no podía quedarme más tiempo allí...
El sendero por el hayedo de Curull me hizo disfrutar muchísimo y me dió alas para subir al Puigsacalm.
El bosque de hayas dió paso a los prados despejados de los Rasos de Menter.
Al acercarnos a la divisoria se abría ante nuestra vista la comarca de la Garrotxa, en Girona, mientras una sorprendente multitud se veía, diminuta, en la cumbre del Puigsacalm.
Afanándome en los últimos metros.
Los ánimos del público me dieron mucha energía.
Llegué exhausto.Lleixa de Cabrera se acabó la tregua, tomando otro camino de macho, estrecho, rocoso y pronunciado, en el que adelanté alguna posición mientras las vistas se abrían al ganar altitud. A lo lejos, muy lejos, se veía Torelló y Manlleu entre la bruma de la plana. Y cuando menos lo esperaba llegué al Coll del Bram, en donde había gente y coches, excursionistas que se disponían a subir con los participantes de la carrera los 261 empinados escalones que conducen a la Mare de Déu de Cabrera.
Mare de Déu de Cabrera, santuario ubicado en una sorprendente y estrecha plana en lo alto de la montaña, con enormes precipicios por ambos lados.
Situado a 1 m escaso del borde del precipicio me detuve a contemplar las lejanas vistas, los bosques y los prados del Collsacabra que se extendían hasta mis pies.Aún no había completado la 1ª parte de la prueba pero la subida de escalones me desgastó mucho. En el control me dijeron que hacía el puesto 185 y ello me motivó a seguir con ahínco para intentar acabar en las 12+1 horas previstas.

Francesc Aguilar, un seguidor hasta ahora anónimo de este blog. Con él compartí un tramo de la prueba y también coincidí en la meta en el momento de la despedida.




