Pero eso no resultó nada fácil. Con anterioridad, las tribus y familias, nómadas ó sedentarias, invertían grandes esfuerzos para mantener en su posesión el fuego que les permitía cocinar y alimentarse mejor, ahuyentar a sus depredadores ó protegerse de sus enemigos...
En estos últimos días se ha producido el acontecimiento astronómico del solsticio de verano que desde la antigüedad se ha vinculado al fuego. La tradición cristiana, como con muchas otras fiestas de orígen pagano, ha asimilado esta celebreción bajo la apariencia de la Noche de San Juan, noche mágica por excelencia en la que el fuego es el auténtico protagonista.
En mi localidad de residencia, Vilassar de Dalt, al igual que en muchas otras, se prenden hogueras y tracas y se lanzan cohetes y petardos. La sociología lo explica como la evolución del fenómeno del solsticio y su influencia aplicada a la antropología.
Los malos pensamientos, recuerdos, acciones, hechos y dichos también han de ser pasto de las llamas... a la vez que la contemplación de éstas ha de servir para la formulación de nuevas propuestas, nuevas acciones, nuevos proyectos... renovación... regeneración...
En la remota y apartada Montaña del Canigó, situada a caballo de las comarcas históricas del Vallespir y el Conflent, actualmente pertenecientes al departamento francés de los Pirineos Orientales, sus comunidades cortaban la leña de sus bosques y la subían hasta la cima de la montaña, a 2.784 m. de altitud, en donde le prendían fuego, un fuego especialmente poderoso y mágico, que después era transportado y repartido por todo el área de influencia cultural de los antiguos condados catalanes, tradición que se ha mantenido a lo largo de la historia hasta nuestros días.
Junto a varios compañeros de mi club de atletismo y otros corredores de la vecina localidad de Alella he formado parte de un grupo de relevistas encargados de llevar la Flama del Canigó desde la montaña francesa hasta las tierras del Maresme, 165 kms, 12 relevistas y 13 horas para llevar el fuego a las hogueras de la Nit de Sant Joan.
A las 7:30 h. recibimos la llama en Prats-de-Mollò, Vallespir, momento en el que se encendió la primera antorcha para comenzar a correr con ella hasta el Coll d'Ares, lugar donde se encuentra la frontera.
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Copa de cava y coca de Sant Joan contemplando el fuego, los destellos naranjas y rojos de las llamas, sintiendo la radiación del calor en la cara...
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...las llamas darán paso a nuevas ideas, nuevas metas, nuevas ilusiones y nuevos propósitos para todos... buenos deseos...